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El cardo, no tan feo como lo pintan

Su mala fama está injustificada. Primo hermano de la alcachofa, tiene mucha agua, aporta fibra y minerales y es bueno para el hígado

Jesús Lens

Martes, 30 de abril 2024, 17:12

A nadie le gusta que le digan que parece un cardo. Y si le añadimos lo de borriquero… ¡Acabáramos! Y, claro, si ser un cardo no es lo más deseable del mundo que digamos, ¿por qué íbamos a llevárnoslo a la boca?

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A una persona hosca y desabrida también se la llama cardo. Que sea una planta de las conocidas como invasoras y que pinche ha colaborado a su mala fama. ¿Y lo de borriquero? Cuenta la leyenda que Plinio el Viejo vio que los asnos que comían cardos no tardaban en 'regalar' sonoras flatulencias y de ahí el nombre científico de la planta: onopordom, del griego onos (asno) y porde (pedo), así como suena. ¿Y qué me dicen del cardo máximo de las ciudades romanas? Los puntos cardinales arrancan de ahí.

Rompamos una lanza en favor del cardo, borriquero o no. Reivindiquemos su consumo sano, saludable y repleto de propiedades, además de estar muy bueno. Rico y sabroso. Y es que hablamos de una verdura a la que podíamos definir como prima hermana de la alcachofa por sus aportes nutricionales. De hecho, la misma planta del cardo se le parece: tallo alto y lisérgicas flores de color morado, algo más pequeñas que las de la alcachofa. ¡Y bien punzantes! En el caso del cardo, lo que nos solemos comer es su tallo, que puede parecer algo amargo, pero que una vez cocido, sale exquisito.

De cada 100 gramos de cardo fresco nos terminamos comiendo un alto porcentaje: 80 gramos. Es de alto aprovechamiento, pues. Apenas aporta hidratos de carbono y los que suma presentan la forma de inulina, semejante a la fructosa y muy adecuada para personas con diabetes. Además, tiene cinarina, una sustancia beneficiosa para el hígado. También tiene propiedades como antiséptico cutáneo.

Por cuanto a minerales, el cardo es rico en hierro y calcio. De vitaminas no va muy sobrado, pero su gran baza es su escaso aporte de calorías y sus propiedades diuréticas y laxantes, que lo hacen aliado imprescindible en dietas de adelgazamiento. Además, resultan fáciles de digerir, de gran absorción. ¡Quién lo diría, con la mala fama estética que arrostra el cardo!

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El cardo en cocina

Una forma sencilla para trabajar los tallos más tiernos de los cardos es tratarlos como espárragos. En ensalada salen muy ricos. La forma más habitual de prepararlos, sobre todo en Navarra, donde son especialistas, es con almendras o piñones y su poquito de cebolla y ajo. Para evitar su oxidación y que el tallo del cardo se ponga negro, como ocurre con las alcachofas, se le puede añadir un chorrito de limón. Y aunque lo habitual es comerse los tallos, recordemos que las hojas peladas también se pueden cocinar como verdura y que incluso las raíces tiernas se hierven y comen.

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