Banquetes y leones
Historias de tripasais ·
Desde su nacimiento oficial en el Café García, el Athletic ha estado vinculado siempre a cuchipandas y gastronomíaNo sé si a la segunda irá la vencida, pero por soñar que no quede. Los balcones esperan engalanados desde hace dos semanas y sería una pena desperdiciar tanto adorno rojiblanco. Mañana el Athletic tiene una nueva oportunidad de ganar la Copa del Rey, una segunda reválida después del chasco de la final contra la Real hace tan sólo 15 días. Sevilla volverá a ser el lugar donde se concentren todos los suspiros, aunque sean a distancia, mientras que Bizkaia volverá a vestir de rayas y a cruzar los dedos. A ser posible, sujetando a la vez y en perfecto equilibrio un vaso y un plato, porque los partidos hay que verlos con el estómago alegre.
Mucho ha llovido desde que el equipo bilbaíno se uniera en 1902 al Bilbao Football Club para ganar –bajo el nombre de Combinado Bizcaya– la Copa de la Coronación celebrada en honor del ascenso al trono de Alfonso XIII. Aquel torneo amistoso daría pie a partir del año siguiente al Campeonato de España o Copa del Rey, la cual fue conquistada en su primera edición por el Athletic. Y luego otra vez en 1904, y otra en 1910, y también en 1911, 1914, 1915, 1916 y así hasta en 23 ocasiones.
En todas ellas hubo alborozo, jarana y vino. No podía ser de otra manera: el club nació oficial y literalmente con una copa en la mano. Por algo sus estatutos se redactaron y firmaron en 1901 dentro del Café García, en la calle Gran Vía número 8, al son de la orquesta femenina de Madame Verpeaux y de la tertulia de Enrique de Areilza.
Al Café Donostiarra
El ruido de vasos y brindis acompañaría al equipo en su periplo por diferentes sedes: del García se fueron –válgase la coincidencia– a un piso encima del Café Donostiarra, en la Ribera, desde donde fueron recalando por la calle Nueva, Jardines, Gran Vía de nuevo (en la sociedad cinegética La Venatoria) hasta acabar en 1914 en Hurtado de Amézaga 4, al ladito mismo de un templo del comer como fue el restaurante Alcazaba.
Este local fue uno de los muchos regentados por la saga hostelera de los Jaureguizar, que dominaban ya los fogones del Txakoli Popular de Artxanda y no tardarían, forofismo athleticzale de por medio, en llevar las riendas del ambigú de San Mamés. Los leones fueron clientes fieles del Alcazaba y de otros muchos establecimientos de la capital vizcaína. Las victorias las solían celebrar a todo trapo en el Hotel Torróntegui (primero en la Plaza Nueva y más tarde en San Nicolás), el Hotel Arana (Arenal esquina Bidebarrieta) o la Sociedad Bilbaína, a la que pertenecieron varios miembros de la directiva como los hermanos Alejandro y Manuel de la Sota.
Justo antes de que empezara la presidencia del primero (1911-1917) tuvo lugar el banquete que retrata la foto que ven sobre estas líneas: se celebró en la Bilbaína el 16 de abril de 1911 y a él asistieron los dos equipos finalistas de la Copa del Rey de aquel año, el Athletic y el Espanyol. La Copa se había disputado en tierras vizcaínas entre los días 9 y 15 de ese mes con la participación del Barça, la Real Sociedad, la Gimnástica de Madrid o el Real Club Fortuna de Vigo.
Menús para una derrota
El Athletic ganó la final al Espanyol (3-1) y como colofón del campeonato se jugó un partido internacional entre un combinado de leones y pericos y el Civil Service Football Club de Londres. Los ingleses se llevaron la victoria por 7 a 0, pero el remate del torneo se festejó igualmente por todo lo alto. Tal y como contaba al día siguiente el diario 'El Pueblo Vasco', «hubo vivas a Barcelona y Bilbao y aclamaciones de fraternidad».
El menú estuvo compuesto por aperitivos, sopa juliana, fritos variados, angulas de la Isla, merluza con mahonesa, menestra a la bilbaína, rosbif a la inglesa, mantecadas de vainilla, fruta y pastas. Al año siguiente el Civil Service volvió por Pascua para enfrentarse de nuevo al Athletic y otra vez hubo cuchipanda oficial, con una minuta algo más internacional: entremeses variados, consomé Windsor, petit-paté à la parisién, merluza en salsa muselina, solomillo con setas frescas, cordero asado, ensalada, helado de vainilla y quesos, todo regado con vinos de Ugalde 1904 y champán Pommery.