Durante muchos años una de las muchas teorías conspirativas de la extrema derecha era que Internet estaba dominado por algoritmos que buscaban el control mundial. ... Esta patraña no se basaba en lo que ocurría en la realidad, sino que era un intento más de cerrar las sociedades a la influencia exterior, el globalismo como enemigo externo en el libreto populista. De hecho, el mejor ejemplo de repudio de una red abierta ha sido China, desde su particular sistema leninista-capitalista, que somete a control, censura y vigilancia el contenido de Internet y cuyas grandes empresas tecnológicas están subordinadas al Partido.
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Sin embargo, lo que ocurre hoy en día en el Internet al que tenemos acceso en los países occidentales es que cada vez más contenido es generado por inteligencia artificial y bots sin origen humano. Algunos expertos señalan que ya la mitad de lo que encontramos en la red tiene esta procedencia autónoma. Con la llegada de la Inteligencia Artificial generativa, es decir creadora, vaticinan que en unos años afectará a la gran mayoría de los contenidos. El problema es que estas fuentes no rinden cuentas y no siempre ofrecen información verdadera. Se copian unas a otras sin más finalidad que monetizar la atención del usuario. La red ha evolucionado para generar cada vez más adicción, con plataformas como Tik-Tok que enganchan con contenidos no buscados e infinitos.
Internet nació como una promesa, un continente nuevo sin las reglas y limitaciones del viejo mundo. La colaboración, el afán por el conocimiento, la curiosidad y el sentido de comunidad fueron señas de identidad de sus pioneros. Hoy se parece más a un basurero que a una arcadia tecnológica. Las primeras respuestas a las búsquedas que todavía se hacen son generadas por una inteligencia artificial de baja calidad que responde casi cualquier cosa. El 28% de los contenidos creados antes de 2013 ya no son accesibles, en contra de la idea de una biblioteca universal de la que se beneficien distintas generaciones. La creatividad humana sucede en las intersecciones de distintos campos del conocimiento y ha dejado de ser la protagonista.
El problema es más serio de lo que parece. Sin información veraz y de calidad no hay ciudadanos capaces de formarse criterio y abordar los grandes retos de la sociedad. Periodismo y democracia son dos palabras en el fondo sinónimas. Las dos realidades están sometidas a fuertes ataques desde la ola populista y autoritaria y el deseo de las grandes empresas tecnológicas de hacer negocios sin reglas. Como siempre ha ocurrido, el futuro de nuestras sociedades pasa por civilizar el progreso.
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