Presos, cocineros, guías turísticos... «Si va uno, vamos todos», dicen los 'héroes' del atentado de Londres

Para empezar, están los llamados 'héroes ciudadanos', las personas que se encararon al terrorista -no se lo toparon, fueron a por él, a pararle- y le redujeron antes de que apuñalase a más inocentes. Han sido elogiados desde las más altas esferas -la propia reina, los responsables políticos del país- y también entre la 'plebe' de medio mundo.

En las imágenes que han trascendido este fin de semana, se ve a un grupo de hombres que combaten con fiereza al terrorista sobre el Puente de Londres con un extintor, con los puños, a patadas, con un... ¿palo? No, no era un palo. Era un colmillo de narval, un cetáceo con un enorme apéndice en la cabeza. El que lo empuñaba, como si fuese Don Quijote con su lanza, era un chef polaco llamado Lukasz, que al oír los gritos, en lugar de buscar refugio, decidió coger el colmillo y salir a luchar contra lo que fuera. Ha declarado a la prensa británica que siempre había pensado que este objeto, colocado a modo de decoración en la pared del Fishmongers Hall -la versión británica e histórica del hogar del pescador, donde él trabaja- podía ser un arma efectiva en caso de necesidad. No se equivocaba. Se le ve en los vídeos manteniendo a raya a Khan y atizándole con el colmillo -de metro y medio- como si fuese un palo. El polaco sufrió heridas, pero siguió sin desfallecer. Todo ello mientras otros hombres utilizaban otras ármas' para neutralizarle. ¿Quienes son? Pues varios de ellos, según los rotativos británicos son exconvictos o presos de permiso que estaban asistiendo, como el propio terrorista, a una conferencia en el Instituto de Criminología que la Universidad de Cambridge había organizado en el Fishmongers Hall. El edificio está en la ribera norte del Támesis y tiene una puerta de acceso que da al Puente de Londres. De hecho, fue en el interior de ese edificio donde Khan inició el ataque indiscriminado con dos cuchillos. Y allí dejó a las primeras víctimas, una de ellas mortales: el licenciado en Derecho por Cambridge Jack Merritt, jovencísimo y muy implicado en la rehabilitación de presos y en la desradicalización en los centros penitenciarios. Sus padres, desde las redes sociales, han alabado su solidaridad y su compromiso.

Después de este arranque sangriento, Khan salió al puente, ya totalmente desatado. Pero no lo hizo solo. Fue perseguido por algunos de los participantes en la conferencia. Entre ellos, James Ford, condenado a 15 años de prisión por asesinar en 2004 a Amanda Champion, una joven veiteañera con discapacidad mental. El día del atentado contaba con un permiso especial para asistir a la conferencia. La familia de la chica, al verle en las noticias con el tratamiento de héroe, ha recordado que es un criminal. Y lo es. Pero también es cierto que fue uno de los que salió tras el terrorista para placarle y que intentó, al llegar al puente, salvar a una mujer que estaba siendo atacada por el yihadista.

Pero en la 'melé' que se formó para parar a Khan sobre el puente había otras personas. Dos de ellas, guías turísticos que no dudaron en dejar a su grupo -a los que enseñan la ciudad en 'minis'- para abalanzarse sobre el terrorista. Uno de ellos ha jugado al rugby y, tal y como declaró a los medios, en ese deporte hay una regla: «Si uno va, vamos todos». Y eso es lo que hizo. Además de apoyar su pie en la muñeca izquierda del agresor para que soltase uno de los cuchillos. «Creo que se la rompí», indica. Su compañero guía también se sumó «Vi que tenía un cuchillo (el atacante). Estaba cubierto de sangre. Puse el pie sobre su cuerpo y le pateé la cabeza. Tratábamos de hacer todo lo posible para quitarle el cuchillo y que no hiriese a más gente», ha relatado a la prensa.

Cocineros valientes, convictos con conciencia, guías turísticos... en la montonera que se formó, donde hubo hasta media docena de personas en algunos instantes, había una extraña mezcla. Todo transcurría, según los protagonistas, entre gritos e insultos, entre golpes de colmillo de narval y chorros a presión de extintor. Según los testigos, en un momento de los forcejeos, un preso alertaba a los demás, «¡es un terrorista, yo estuve en la cárcel con él!». Alguien intentó poner un poco de orden en ese caos, y, si no era posible, al menos, ayudar a reducir al atacante, un británico de origen paquistaní. Se trata de un policía de Transportes que paseaba por la zona vestido de calle. Al ver el lío, no dudo en saltar la barrera de protección y sumarse al grupo. En un momento dado, logró desarmar a Khan y su imagen se ha hecho famosa, alejándose de la trifulca con el cuchillo del yihadista, sujetándolo con profesionalidad.

A los pocos minutos, la llegada de la Policía terminó con la vida del terrorista y con esta espontánea reacción ciudadana que impidió que la cuenta de fallecidos fuese creciendo. «Son los mejores de todos nosotros», alabó el alcalde de Londres, Sadiq Khan.