Rumanía encara la repetición de las elecciones presidenciales con la extrema derecha como favorita

Hace décadas que el país no se enfrentaba a una crisis política, además de económica y social, como la actual. El último gran 'terremoto' lo vivió en 1989, con el fin de la dictadura comunista de Nicolae Ceaucescu. Ahora los problemas son otros: un elevado desempleo, con una cuarta parte de sus jóvenes en el paro, una alta inflación –la segunda mayor de los Veintisiete, tras Hungría– y varios casos de corrupción. Una delicada situación doméstica a la que se suma la amenaza rusa, más presente si cabe en Europa del Este, y las tensiones derivadas de la invasión de Ucrania. Y, con este panorama, la ultraderecha no para de crecer.

Simion, de 38 años, demasiado joven para una parte del electorado, se alimenta del descontento social existente en este escenario, en el que la extrema derecha ha apostado por una candidatura única, la de Alianza para la Unidad de los Rumanos (AUR), tras el veto a Georgescu, en lugar de acudir a las urnas con una ensalada de siglas que podría dividir el voto. En las encuestas parte como favorito para sustituir en la presidencia al liberal Ilie Bolojan, que ocupa el cargo de forma interina desde febrero, cuando la presión –precisamente de los ultras– forzó la renuncia del anterior mandatario, Klaus Iohannis, quien decidió suspender la segunda vuelta de los comicios después del triunfo inicial del aspirante prorruso.

Los sondeos en Rumanía, eso sí, hay que tomarlos con cierta prudencia después de que no vieran venir la victoria de Georgescu. Ni siquiera aparecía entre los tres favoritos. Con una campaña centrada en TikTok, donde sus vídeos se hicieron virales, dio la sorpresa. Su resultado, sin embargo, quedó en entredicho al detectarse hasta 25.000 cuentas en esa red, grupos de Telegram e influencers que multiplicaron su actividad dos semanas antes de las elecciones para disparar la popularidad del candidato. Tanto él como el Kremlin negaron injerencia alguna. La Comisión Europea, sin embargo, decidió que, como mínimo, había que abrir una investigación a la plataforma china al considerar que no combatió de manera suficiente la intervención extranjera en los comicios.

El líder de AUR, que quedó cuarto en esa cita, pretende el domingo aprovecharse del enfado de quienes votaron a Georgescu y sostienen que les robaron un resultado y también un candidato. Sus perfiles son diferentes aunque la polémica acompaña a ambos. Desde el gigante de las finanzas JP Morgan, de hecho, advierten del «riesgo» de una victoria de Simion, que generaría «incertidumbre». Como presidente de Rumanía –un cargo limitado a dos mandatos de cinco años– podría, por ejemplo, condicionar votaciones importantes de la UE, al estilo del húngaro Viktor Orbán, con quien sumaría fuerzas para cerrar el grifo a Kiev. «Haré público con cuánto contribuimos a Ucrania en detrimento de los subsidios para los niños rumanos y las pensiones de nuestros ancianos», promete.

Sus principales rivales están en el otro lado: alineados con Bruselas y la OTAN, y de parte de Ucrania. Uno de ellos es el exsenador liberal Crin Antonescu, de 65 años, que cuenta con el respaldo de los tres partidos que conforman la actual coalición de gobierno prooccidental. El independiente Nicusor Dan, de 55, también aspira a la presidencia y tiene gran tirón en Bucarest, donde ejerce como alcalde, y otras ciudades, pero en la zona rural pocos le conocen.

Menos opciones, según las encuestas, tiene la plataforma populista Rumanía Primero de Victor Ponta, de 52 años, quien fuera primer ministro entre 2012 y 2015, al arrastrar varios escándalos de su etapa en el poder, como el incendio de una discoteca que dejó 32 muertos y casi 200 heridos entre denuncias de irregularidades y sobornos o su permiso para que se inundaran cuatro pueblos rumanos durante una crecida del río Danubio para salvar Belgrado (Serbia). La liberal-conservadora Elena Lasconi, de 53, tampoco tira la toalla, pero hasta su propia formación le ha retirado la confianza para apoyar a Dan.