Mercenarios en Ucrania

En la guerra de 2014 también lucharon y murieron reclutas, pero las muertes en combate eran sistemáticamente atribuidas a errores en maniobras, accidentes de carretera o a cualquier otra causa. En la presente guerra, el porcentaje total de reclutas involucrados puede oscilar entre un cuarto y un tercio de los casi 200.000 soldados empleados en la invasión. Putin lo ha negado en varios discursos (el día 7 prometió que solo combatirían tropas profesionales), pero también negaba que planease invadir Ucrania.

Lo cierto es que tras la fachada monolítica de una dictadura implacable, sostenida por una represión inmisericorde y legitimada por la demagogia ultranacionalista gran-rusa, se esconde el miedo cerval a un derrumbamiento brusco de todo el tinglado. De ahí la implacable censura, el uso masivo de neolenguaje orwelliano, la delirante desinformación y la feroz represión de cualquier disidencia. Sin embargo, Putin teme que si los reclutas empiezan a regresar a casa con los pies por delante, sus madres enardecidas se echen a la calle, arrastrando consigo a sus familias y al resto del país. Un poder arbitrario como el ruso, que no está encuadrado en instituciones y se basa únicamente en la coacción mafiosa, puede derrumbarse de la noche a la mañana bajo el estímulo adecuado.

Por desgracia para Putin, es muy difícil dejar a los reclutas fuera de la guerra porque están mezclados en las mismas unidades con los profesionales. Eso limita drásticamente las posibilidades de movilización del Ejército de Tierra ruso, que tiene ya a más del 60% de sus tropas profesionales en Ucrania. De ahí la necesidad de conseguir carne de cañón. Y, al fin y al cabo, los ucranianos ya estaban reclutando abiertamente voluntarios extranjeros.

Los mercenarios chechenos ya han peleado para Rusia en la guerra de Siria y la guerra ucraniana de 2014. Ahora bien, la población total de Chechenia es de 1,3 millones, de manera que los chechenos nunca van a ser más que unos pocos miles. Poseen experiencia en combate urbano y les precede una intimidante reputación de ferocidad y crueldad. Sin embargo, invadir Kiev, defendida por un Ejército regular con armas pesadas, y respaldado por el grueso de la población, no es lo mismo que defender Grozny con el respaldo unánime de tu propia gente, o roer poco a poco los barrios de Alepo.

En cuanto a los sirios, por ahora se trata mucho más de propaganda que de realidad importante. La guerra no ha terminado en Siria, de manera que la dinastía Asad no va a enviar buenas tropas, de las que anda muy escaso. De hecho, el Ejército sirio y las milicias favorables a los Asad demostraron ser combatientes mediocres o pésimos. La guerra civil la inclinaron a su favor la aviación rusa y, por tierra, mercenarios chechenos, milicianos de Hezbolah y tropas iraníes. Si de verdad llegan 'sirios' a Ucrania, serán casi todos iraníes o libaneses chiitas de Hezbolah, y su número no será grande.

La guerra de Ucrania empieza a recordar a Yugoslavia, donde la incompetencia militar de los serbios y su falta de infantería los llevó a interminables asedios de las ciudades, machacándolas sin cesar con artillería. Pero los ucranianos disponen de muchos más medios de defensa que los croatas o los bosnios. Por lo tanto, los rusos podrían acabar atascándose en un conflicto interminable o incluso perdiendo la guerra, un escenario inconcebible hace un par de semanas.