«Si ves los cadáveres como familiares o amigos, algo cambia dentro de ti»
«El trauma durará años, sobre todo en quienes no somos militares y nos vemos obligados a actuar como tal», explica un joven ucraniano
Los hombres de entre 18 y 60 años no pueden abandonar Ucrania. Deben luchar por el país, ya sea en el Ejército regular, en las ... Fuerzas de Defensa Territorial o como voluntarios en otras labores esenciales. Por eso, no es extraño encontrarse a jóvenes con profesiones muy dispares uniformados y con un AK-47 colgado del hombro. Incluso, a investigadores reconocidos internacionalmente, como un profesor y analista matemático a quien hace unos días le notificaron en el frente haber recibido el principal premio de la mayor institución académica de ciencias de Hungría.
Todos ellos han recibido un curso rápido de combate y ahora están apostados en controles, participan en el reparto de ayuda y, en los casos más desafortunados, luchan en las ciudades asediadas al este del país: desde Járkov hasta Mariúpol, donde se vaticina la mayor matanza de esta guerra.
Destinado en Bucha
Serhii Selivanov ha tenido más suerte y está destinado en Bucha, escenario de otra masacre pero ahora una localidad en calma. Se nota que no es un soldado: con varios piercings en diferentes partes del cuerpo y un aro de dilatación en la oreja, está alejado de la estética de quienes visten regularmente ropa de camuflaje. «Antes de la invasión yo me dedicaba a los efectos especiales de series y películas», comenta con una sonrisa difícil de descifrar.
«Nunca pensé que llegaría a ver cadáveres tan de cerca. Ahora me doy cuenta de que los reales no tienen mucho que ver con los que yo preparaba, aunque el cerebro me lleva a pensar que son los de de mi trabajo. Lo prefiero, porque si los ves como amigos o familiares, algo cambia dentro de ti», señala Selivanov, que también trabaja en la gestión de corredores humanitarios y en la acogida de los desplazados internos que proceden de las zonas más castigadas. «Cuando todo esto acabe, el trauma seguirá durando años. Sobre todo, en gente como nosotros, que no somos militares pero nos vemos obligados a actuar como tales», avanza el joven.
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