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En este corral no había sitio para dos gallos. Elon Musk, el hombre más rico del mundo, había gastado cerca de 300 millones de dólares ... en ayudar a Donald Trump a conseguir la presidencia de Estados Unidos, lo que le facilitó un puesto en el gobierno como «empleado especial» al frente del llamado «Departamento de Eficiencia Gubernamental» (DOGE) creado específicamente para él. Sin embargo, al cumplirse el máximo de 134 días sin contrato que permite la ley, las diferencias entre ambos no ameritaban encontrarle otra posición, aunque sí suavizar la despedida con elogios y agradecimientos.
«Elon ha hecho un trabajo fantástico», dijo este viernes el presidente en una conferencia de prensa conjunta destinada a acallar los rumores sobre las desavenencias entre ambos. Trump ensalzó al empresario sudafricano como «un gran patriota», cuyo servicio al gobierno de EEUU «no tiene parangón en la historia moderna. Musk correspondió asegurando que su retirada del gobierno era parte del plan y no supondrá en absoluto el fin de DOGE, ni su presencia en la Casa Blanca. «Seguiré visitando y seré un amigo y asesor del presidente», prometió.
Era la primera rueda de prensa conjunta desde aquella improvisada en el Despacho Oval, en la que el fundador de Tesla contestó entusiasmado las preguntas de la prensa con su hijo de tres años a hombros. Trump repitió algunas de las acusaciones de fraude y despilfarro «woke» desacreditadas desde entonces, como los 8 millones de dólares que supuestamente se estaban destinando a ratones transexuales, que en realidad correspondían a un estudio sobre el sida. De los 2 billones de dólares que Musk dijo inicialmente que iba a reducir despidiendo funcionarios, eliminando programas y oficinas públicas, bajó a un billón y finalmente a 150.000 millones.
«La influencia de DOGE sólo va a crecer. Es como el budismo, una forma de vida. Está permeando a todo el gobierno y tengo confianza en que, con el tiempo, veremos un billón de dólares de ahorro en la reducción del despilfarro», prometió. Bajo su guillotina, 264.000 funcionarios han perdido su trabajo, permanentemente desaparecido, el equivalente al 12% de la fuerza laboral del Ejecutivo federal. La Oficina de Protección Financiera al Consumidor, la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Instituto de Paz son algunas de las agencias federales desaparecidas con sus recortes.
No es que al gobierno de Trump le importen los datos reales, que Musk y la cuadrilla de jóvenes tecnócratas con la que irrumpió en Washington al estilo Silicon Valley, tampoco han facilitado. Este viernes, todo eran halagos y consuelo. «El gobierno puede ser un poco desagradable, ¿verdad?», le dijo el presidente.
El romance entre Musk y Trump prendió a partir del atentado contra el candidato presidencial en Butler (Pensilvania) en julio del año pasado. Trump emergió de la trayectoria directa de una bala que le rozó la oreja con el rostro ensangrentado y el puño en alto a lo 'Braveheart'. El propietario de X (la antigua Twitter) que busca mejorar la raza con su propia descendencia, creada a golpe de millones con las mujeres más inteligentes que conoce, cayó rendido ante el nuevo líder. Con ello culminó el giro a la extrema derecha de un hombre que apoyó a Barack Obama. Su fortuna y su conocimiento tecnológico fueron claves para la victoria de Trump en estados como Pensilvania, donde llegó a sortear cheques de un millón de dólares entre los votantes.
La misma estrategia no le funcionó, sin embargo, el 1 de abril en Wisconsin, donde intentó influir las elecciones al Tribunal Supremo estatal. Fue ahí cuando Trump descubrió que Musk podía ser un lastre y este comprendió que las victorias políticas en el entorno de Make America Great Again (MAGA) dependen del presidente y no de su propia figura. Desde que se convirtió en el hombre de la motosierra e intervino las bases de datos de la seguridad social sin pasar controles, su popularidad ha caído en paralelo a sus negocios más emblemáticos.
Al mismo tiempo, las políticas económicas de Trump dejaron de estar alineadas con sus ideas. Musk, que no goza de grandes relaciones en el Ala Oeste, llamó «cretino» a Peter Navarro, asesor comercial del presidente, por su implementación de aranceles globales. Tampoco ha visto con buenos ojos la propuesta de ley presupuestaria omnibús que Trump impulsa en el Congreso para cumplir con sus promesas electorales, pero que según el consenso de los economistas y el propio Musk, elevará el déficit público en cuya reducción ha invertido su tiempo de gobierno.
Hace una semana el padre de Space X dijo en un foro de Dubai que planea invertir menos en política de cara al futuro porque «ya ha tenido suficiente». Sin embargo, su inversión en el gobierno de Trump le ha servido para que sus empresas obtengan lucrativos contratos sin proceso público de licitación con agencias de gobierno como la NASA y la Agencia Federal de Aviación (FAA). Musk, que ha prometido invertir 100 millones de dólares en los candidatos republicanos de las legislativas del año que viene, sigue siendo útil para Trump.
Investidura. Durante la toma de posesión de Donald Trump, Elon Musk levantó dos veces el brazo derecho en un gesto que evocó el saludo nazi. Días después se dirigió por videoconferencia a miles de simpatizantes del partido ultra alemán AfD dándoles su apoyo electoral.
La motosierra. Musk blandió esta herramienta, un regalo que le hizo el presidente argentino, Javier Milei, como símbolo de los recortes que iba a ejecutar en la Administración. Esas medidas le enfrentaron con Marco Rubio, secretario de Estado, y Sean Duffy (Transportes).
Primeras críticas. El dueño de X llamó «cretino» a Peter Navarro, asesor comercial de Trump y artífice de los aranceles anunciados por el mandatario norteamericano. Musk defendió una «zona de libre comercio» entre Europa y Estados Unidos y se posicionó en contra de las tasas.
El divorcio. Tras 130 días como mano derecha del presidente, Musk dijo estar «decepcionado» por el proyecto de ley presupuestaria impulsado por Trump, que contempla un aumento del gasto público. Horas después anunció que se iba del Gobierno.
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