Carlos Baute: «No vuelvo a Venezuela porque podrían meterme droga en la maleta»
«Mi mujer, con respecto a Marta Sánchez, incluso me dice: 'Coquetéale, que tenéis una química especial'»
Locuaz, simpatiquísimo y adicto al buen rollo, a Baute solo le borra la sonrisa el «innombrable» Maduro y «la tragedia que está viviendo Venezuela», su ... país natal. A sus 44 años, el cantante ha estrenado 2019 a ritmo del 'Te sigo pensando' y con un proyecto de nuevo disco para febrero. Sobre su sonado reencuentro con Marta Sánchez bromea: «La adoro, pero no como para casarme con ella».
–¿Tenía ganas de que acabara 2018?
–Al contrario, le estoy muy agradecido. Lo mejor han sido mis hijos. Pero también he tenido mucho trabajo. 'Tu cara me suena' ha sido una de las mejores experiencias de mi vida profesional. Tras más de seis horas de caracterización, me convertí en Celia Cruz y la pasé tan bien que me enganché.
–¿Qué ha aprendido en la piel de una mujer?
–Que ser mujer es muy difícil. Ya yo lo presentía, ahora lo sé. Es incomodísimo. Los tacones, el pelo largo, las uñas postizas... Con los tacones de aguja no pude. Me los tuvieron que cambiar por otros más gruesos.
–¿No sintió un poderío especial?
–Aquello era un cachondeo. Yo me decía: «Aquí tengo que botar pluma como sea, tengo que intentar ser femenina aunque parezca un drag queen»... Otra cosa muy buena que me trajo el 2018 fue el reencuentro con Marta Sánchez gracias a la canción 'Te sigo pensando'.
–¿La suya ha sido una reconciliación por interés?
–No ha habido reconciliación porque nunca hubo problemas entre nosotros. Ella incluso pidió disculpas porque se expresó mal cuando dijo que yo había cobrado no sé cuántos miles de euros por 'Colgando en tus manos'. Un compositor, sea yo o Alejandro Sanz, cobra unos beneficios. Y esa canción era mía. Ella se expresó mal. Además firmó un contrato fatal, pero ahí yo no tengo nada que ver. En esta ocasión no hay problema porque vamos a partes iguales en todo.
–¿Cuál es la clave de la química entre ustedes dos?
–No tengo ni idea, pero la gente dice que existe. Es una química profesional. Las voces empastan de una manera muy bella. Y eso no siempre pasa. No sé si decir una locura... No descarto un disco a medias con Marta.
–¿Son igual de compatibles fuera del escenario?
–Lo nuestro es más química profesional que personal, sin duda. Yo soy más 'light'. Con los años Marta, igual que yo, vamos perdiendo el filtro. Y dices lo que no te gusta. Pero yo soy un tipo fácil, no tengo mal carácter.
–¿Marta sí?
–No es que tenga mal carácter, es exigente y cada vez tiene más manías. Pero es tremendamente profesional. Y yo se lo agradezco porque esa actitud hace que todo quede perfecto. Yo soy más relajado. Y no me ha ido mal. Ella es diferente, pero me llevo bien, la entiendo. Como amiga la adoro, la respeto...
–Pero no se casaría con ella.
–La química con Marta en el escenario es brutal, pero ya de casarme con ella, pues no, ja, ja, ja... Ella tiene su pareja y yo estoy felizmente casado.
–¿Es Astrid Klissans la mujer menos celosa del mundo?
–No, no. Aquí un poco celosos somos todos. Pero es que yo no le doy motivos. Astrid, con respecto a Marta, incluso me dice: «Coquetéale, que tenéis una química especial». Ella tiene muy claro que mi carrera es una cosa y mi vida personal es otra.
–¿Acata bien las órdenes de una mujer?
–Por supuesto. A mí me da igual quién me dé órdenes, siempre que sean coherentes. Pero tampoco soy un muñeco. Ya no tengo la edad de ser un títere. Yo ahora digo sí o no.
–Con Venezuela lo ha dejado muy claro.
–Es que si pudiera borraría toda esa política corrupta, ese régimen totalitario. Más de 14.200 personas han muerto por falta de medicinas en mi país. Ya llevamos más de 39 toneladas de medicamentos enviadas para allá a través de una asociación venezolana que está en España. Y luego el señor este, innombrable, tiene cerrado el canal humanitario porque no puede aceptar que la gente se está muriendo de hambre y por falta de medicamentos.
–Pablo Iglesias ha rectificado y admite que «la situación política y económica en Venezuela es nefasta». ¿Le alegra?
–Me alegro de que se haya arrepentido. Pero lamentablemente él habló maravillas de ese gobierno. Y si de verdad está arrepentido la única forma de que le creamos es que devuelva a los venezolanos el dineral que se dice que cobró del gobierno chavista. Porque allí lo están pasando fatal. El salario mínimo es como de unos cuatro euros al cambio, la inflación supera el siete mil por ciento, y el éxodo es masivo, histórico... Se está yendo el pueblo, la gente humilde, porque sus hijos no tienen qué comer. Es una dictadura que ha reventado Venezuela.
–¿Queda alguien de su familia allí?
–Sí, unos tíos y unos primos. Y están desesperados. En algún momento algunos de ellos fueron chavistas, pero luego se han echado las manos a la cabeza y lo consideran una equivocación total. Chávez era en persona muy carismático. Unos amigos míos antichavistas viscerales fueron a verlo a un teatro decididos a insultarlo y me dijeron que se quedaron mudos, que nunca habían visto a nadie con esa energía tan especial. Tenía un carisma enorme, pero solo ha servido para llevar a la ruina a todo un país, un país que además era muy rico.
–Pero tenía una gran desigualdad social.
–Sí, como tantos otros. Sin embargo, en Venezuela hace muchos años la clase media existió, pero se fue reduciendo. Eso lo hace una mala gestión política. Antes de Chávez hubo también muy malos presidentes. Hoy día la única salida que veo a esta enorme tragedia es que haya una intervención internacional en mi país.
–¿Recibiría con los brazos abiertos a Trump?
–Es un tío muy radical y eso no me gusta porque los extremos se tocan, los extremistas no negocian y yo me siento de centro. Además, Trump tiene medidas complicadas para los emigrantes latinos y yo soy emigrante y latino. Pero ha puesto a Venezuela entre sus prioridades, y eso sí se lo agradezco.
–¿Cuánto hace que no va a su país?
–Ocho años. Puedo entrar pero no sé si voy a salir. El propio embajador de España me lo advirtió. En ese país no hay ley. Me lo dijo también mi suegro, que era mi abogado y ya es como mi padre. No me aconseja que vaya a Venezuela porque allí me pueden poner droga en la maleta. ¿Y quién me saca? Acaban con mi carrera, con mi vida personal...
–¿Es Carlos Baute un hombre que llora con facilidad?
–No soy llorón. Me es difícil llorar. Pero luego voy en un avión viendo una película solo y de repente se me escapan cuatro lágrimas. No sé si será porque me estoy alejando de la familia... Sin embargo, me han pasado cosas fuertes y me cuesta llorar. Quizás es que lloré mucho por la muerte de mi padre y de mi abuela, y por amores que tuve de pequeño que me rompieron el corazón.
–¿No era usted el rompecorazones?
–Yo era muy enamoradizo y tuve muchas novias de adolescente. Y me rompieron muchas veces el corazón.
–¿Detrás de su sonrisa perfecta se oculta un artista atormentado?
–Para nada. Yo soy tal cual. Soy el 'anti-artista', muchas veces me lo dicen. Tengo de artista el ser despistado, el apuntarme a un bombardeo, a una fiesta, la buena onda... Pero el misterio y tal, el tener que estar solo o necesitar beber para componer... Qué va. Yo puedo componer con un 'colacao' y en la mañana.
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