Abordar la pornografía, un tema tabú
El consumo de porno se acentúa a partir de los 12 años y la sexóloga María Rodríguez aconseja «hablar del tema desde el principio de una forma natural, adaptando nuestras conversaciones al nivel de desarrollo de las criaturas»
Leire Larrazabal
Miércoles, 27 de agosto 2025
No nos gusta adentrarnos en el tema o nos escudamos en cualquier excusa para no abordarlo. Pero llega un momento en el que hay que hacer, ya que postergarlo tampoco nos lleva a ninguna parte. El libro de la sexóloga María Rodríguez es una herramienta muy útil. En su publicación, 'Porno educar. Una guía para abordar la pornografía desde la educación sexual', es un gran apoyo para aproximarse a la compleja relación entre la pornografía, la adolescencia y la educación sexual.
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- La educación sexual todavía es una tarea pendiente...
- Sí, desde luego. Es un derecho de la infancia y la adolescencia que se está vulnerando. Las familias no terminan de abordar el tema por miedo, vergüenza, desconocimiento o porque, al final, no cuentan con las herramientas adecuadas. Por otro lado, en los centros educativos se aborda de forma muy deficitaria y, muchas veces, desde una perspectiva centrada en los miedos y los peligros. Como resultado, las personas jóvenes acuden a internet para buscar la información que necesitan o para saciar su curiosidad, lo que a menudo distorsiona la percepción de la sexualidad en general y de las relaciones sexuales en particular.
- ¿Qué diferencia hay entre educación sexual y pornografía?
- Son dos cosas totalmente distintas, tanto en sus objetivos como en sus contenidos y efectos. Por un lado, la educación sexual es un proceso de enseñanza-aprendizaje que incluye la transmisión de conocimientos, habilidades y valores que permiten a las personas disfrutar de su sexualidad y tomar decisiones informadas y responsables sobre sus propias vidas sexuales, promoviendo relaciones basadas en los buenos tratos. Su principal objetivo es que las personas aprendan a conocerse, aceptarse, cuidarse, expresarse y compartirse de forma que les haga sentir bien. Se basa en la evidencia científica e incluye información sobre los cuerpos, las identidades, las orientaciones, las relaciones, la comunicación, el consentimiento, la igualdad de género, la diversidad sexual, los derechos sexuales o las emociones, entre otras cuestiones.
Por otro lado, la pornografía es un producto audiovisual que muestra actos sexuales explícitos y cuyo principal objetivo es excitar a la audiencia que la consume. No tiene un propósito educativo, sino de entretenimiento erótico: su objetivo es mostrar fantasías sexuales y, sobre todo, rentabilizarlas (ya que también es una industria). La pornografía suele mostrar una visión distorsionada y simplificada de la sexualidad, centrada en el placer físico, con roles de género estereotipados, límites del consentimiento difusos y relaciones poco realistas.
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- Como padres, ¿cómo y cuándo nos debemos sentar con nuestro hijo/a para abordar el tema del porno?
- Antes de abordar el tema del porno, deberíamos hablar de sexualidad en general, siempre con un enfoque positivo. Esto deberíamos hacerlo desde que son muy peques, incluyendo el tema de forma natural y adaptado a cada edad. Digo esto porque, si la primera vez que hablamos sobre sexualidad lo hacemos para abordar la pornografía, podríamos estar enviando un mensaje equivocado, ya que se podría interpretar que este tipo de representaciones tienen más importancia de la que realmente tienen o que son más relevantes de lo que en verdad son. Sabemos que la edad media de inicio en el consumo es de 12-13 años, por lo que sería conveniente adelantarnos, con el objetivo de que puedan desarrollar una mirada crítica al respecto.
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Respecto al cómo… un consejo que suelo dar es evitar frases del tipo «tenemos que hablar», porque resultan totalmente contraproducentes. Este tipo de expresiones están asociadas a conversaciones problemáticas y generan malestar y rechazo. Nuestro objetivo no debe ser incomodar ni intimidar, sino crear un ambiente de confianza y apertura, donde las personas adolescentes se sientan cómodas para expresarse sin sentirse juzgadas. Las preguntas directas, como «oye, ¿tú ves porno?», sin tener en cuenta el contexto, tampoco suelen funcionar. La clave está en conseguir que no parezca un interrogatorio ni hacerles sentir que están haciendo algo incorrecto, porque así solo conseguiremos que nos mientan o se pongan a la defensiva. En el libro se dan varias pautas para abordar el tema.
- ¿El consumo de porno se puede decir que se acentúa a los 12-15 años, pero antes hay que abordar con ellos el tema en casa?
- Efectivamente. Si nacemos con sexualidad y la vivimos a lo largo de toda la vida, como decíamos antes, deberíamos hablar del tema desde el principio de una forma natural, adaptando nuestras conversaciones al nivel de desarrollo de las criaturas.
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Es importante comenzar a hablar sobre anatomía, los cambios que ocurren en el cuerpo, la autonomía corporal, las identidades y orientaciones sexuales, el consentimiento y las relaciones basadas en el respeto, la igualdad y la diversidad. Si la infancia va interiorizando diferentes conocimientos, habilidades y valores desde el principio, les resultará mucho más sencillo comprender cuestiones más complejas que se presentan durante la adolescencia.
Además, abordar la sexualidad de manera temprana y progresiva ayuda a que desarrollen una actitud crítica ante los contenidos que puedan encontrar en internet, incluida la pornografía. Así, podrán identificar mejor los mitos, estereotipos y falsas creencias que suelen transmitir estos contenidos, y podrán diferenciar entre la realidad y la ficción. También es importante crear un ambiente de confianza y diálogo abierto en casa, para que, si en algún momento se encuentran con este tipo de material, puedan preguntar y expresar sus dudas sin miedo ni vergüenza.
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- ¿Está la labor de los padres, pero también nos deberían echar un cable los centros escolares?
- La educación sexual debería ser una tarea comunitaria y, por tanto, un trabajo compartido y coordinado entre todos los agentes sociales implicados en el acompañamiento de las sexualidades de la infancia y la adolescencia para que sea efectiva.
Por un lado, las familias desempeñan un papel crucial, ya que actúan como el primer entorno en el que se transmiten valores, ideas y modelos de sexualidad: sobre los cuidados, la intimidad, la autonomía y la libertad de elección, las relaciones igualitarias, la resolución de conflictos o el respeto de los límites. El profesorado también funciona como un referente en el que mirarse, por lo que comparte con las familias esta responsabilidad a la hora de crear entornos seguros donde el alumnado pueda observar e imitar comportamientos y valores positivos, y donde pueda exponer sus dudas, intereses y curiosidades para que estas sean atendidas.
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Por su parte, los centros educativos tienen un papel fundamental a la hora de ofrecer programas estructurados de educación sexual, asegurándose de que el alumnado reciba información precisa y completa, basada en la evidencia científica y adaptando los contenidos a la edad y madurez de cada etapa educativa.
«Pornografía convencional, accesible y gratuita en internet»
- ¿Pornografía es fuente de desinformación?
- ¡Claro! Porque no está hecha para educar ni para transmitir ninguna verdad sobre la sexualidad humana, sino para producir fantasías y entretenimiento. El problema surge cuando las personas no tienen acceso a una educación sexual adecuada y recurren a la pornografía como única fuente de información sobre sexualidad.
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Si no existen otros discursos e imaginarios que contrarresten el modelo que ofrece la pornografía, se puede asumir incorrectamente que el sexo se centra únicamente en coitos y orgasmos, generando expectativas irreales sobre los cuerpos, el rendimiento sexual y las propias relaciones. Además, la pornografía suele mostrar roles de género estereotipados y relaciones desprovistas de afecto, intimidad o consentimiento, lo que puede distorsionar la percepción de cómo deben comportarse los hombres y las mujeres, y de cómo son realmente las relaciones sexuales y afectivas.
Esta desinformación puede tener consecuencias negativas, como la normalización de prácticas poco realistas o incluso peligrosas, la trivialización del consentimiento, la invisibilización de la diversidad sexual y de género o la perpetuación de mitos y prejuicios sobre la sexualidad. Por eso, es fundamental que la educación sexual proporcione información veraz, científica y adaptada a cada edad, para que las personas desarrollen una visión crítica y saludable sobre la sexualidad, y puedan aprender a diferenciar entre la ficción y la realidad.
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- ¿Qué tipo de pornografía consumen nuestros jóvenes?
- Principalmente consume pornografía convencional, accesible y gratuita en internet, sobre todo a través de sus teléfonos móviles. Este tipo de contenidos suele centrarse en escenas explícitas y poco realistas, con roles de género muy marcados y escasa presencia de valores como la seguridad y la responsabilidad (casi nunca se muestra el uso de protección), el consentimiento, la igualdad y la diversidad. Además, rara vez se representan relaciones afectivas o comunicación entre las personas que salen en escena, lo que puede transmitir una visión distorsionada y limitada de la sexualidad y las relaciones.
- ¿La pornografía online es la que mayor miedo produce?
- Creo que sí, la pornografía online es la que mayor preocupación y miedo genera actualmente, sobre todo por su impacto en menores y jóvenes. Por un lado, el fácil acceso a estos contenidos -de forma rápida, anónima y sin apenas restricciones- hace que la exposición a material explícito ocurra a edades cada vez más tempranas, muchas veces incluso de manera accidental.
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Además, en ausencia de una educación sexual adecuada, la pornografía online se convierte en la principal fuente de información sobre sexualidad para muchas personas adolescentes, lo que contribuye a la desinformación y la creación de expectativas poco realistas sobre el sexo, los cuerpos y las relaciones. También preocupa la posibilidad de que se expongan a contenidos violentos, degradantes o que perpetúan estereotipos y desigualdades de género, lo que puede influir negativamente en su desarrollo afectivo y sexual.
Por todo ello, es fundamental que tanto las familias como los centros educativos aborden este tema de forma abierta, ofreciendo información veraz y herramientas para que puedan desarrollar una actitud crítica frente a los contenidos mediáticos que consumen.
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