El metro unió a Unai y a Mai, amigos del alma en la línea 2
ENCUENTROS | AMISTAD Y AMOR EN EL METRO ·
Hay que reconocer lo apasionado y glamuroso de dos miradas que se cruzan entre la multitud que viaja en el suburbano y conectan. No solo sucede en el cine. El metro también es un lugar maravilloso para relacionarsePublicidad
Los viajes en metro son un libro por escribir en la vida de cada persona. Y los asientos de los vagones del de Bilbao también son un lugar maravilloso donde conocer gente, vivir anécdotas emocionantes e inolvidables y, por qué no, para enamorarse o para hacer amistades de por vida. Pero, ¿realmente sucede así o esto solo le pasa a Jennifer Aniston en sus películas? Para nada; si las amistades verdaderas y el amor pueden estar en cualquier parte, en un bar, en el trabajo, en una librería, en la cola del paro y hasta en la sección de congelados del supermercado, quién sabe cuántos amigos y cuántas parejas habrán surgido de un encuentro casual en el suburbano que atraviesa parte de Bizkaia. Y aunque al lector le pueda parecer que su historial amoroso no tiene tantas dosis de fantasía y sus parejas responden a encuentros más prosaicos, hay que reconocer lo apasionado y glamuroso de dos miradas que se cruzan entre la multitud que camina por los andenes o viaja en los vagones e inmediatamente se conectan a través del deseo paralizando el mundo, el reloj y, si se pudiera, hasta el mismísimo metro.
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Maialen Rubio y Unai Martínez, 20 años, amigos del alma, son un buen ejemplo. ¿Quién les iba a decir a estos jóvenes que en el metro iban a forjar una amistad que, están convencidos, va a durar para siempre? «Cuando nos ven tan unidos y nos preguntan si de pequeños íbamos a clase juntos, si nuestras familias tuvieron algo que ver o si nos conocemos del barrio, decimos a todo el mundo lo mismo, aunque no se lo creen: '¡Qué va, nos conocimos en el metro porque nos teníamos que conocer y no nos hemos separado desde entonces!'». Creen que encontrarse el uno al otro tenía un fin, un propósito que no pueden explicarse, y le están eternamente agradecidos a Metro Bilbao. Como si lo que parecía un mero accidente hubiera emergido de la fuente más profunda del destino. Esta amistad dura ya siete años.
«Fue en los carnavales de 2013. Cada uno por su parte, íbamos disfrazados de frikis», comienza Mai. «Yo iba en el metro con un grupo de gente y él con otro. Nos encontramos, yo conocía a una chica que estaba en la cuadrilla de Unai, fui adonde ella y me lo presentó. Enseguida nos caímos bien. Estuvimos hablando lo que duró el trayecto de cinco paradas. Días después nos encontramos en una discoteca y yo le llamé a gritos. Nos volvimos a despedir y, de nuevo, volvimos a vernos al de poco... hasta hoy».
«Nuestra vida –apunta Unai– no sería la misma si no nos hubiésemos cruzado. Hemos salido juntos cientos de veces y tenemos mucha afinidad. No seremos nunca novios, somos como hermanos. Es como si en aquel momento necesitáramos encontrarnos y el metro fue el que nos unió. Y cómo nos queremos es una forma de quererse que no se puede explicar». Resulta que Unai y Mai viven los dos en Cruces. Hablan de su primera foto juntos, en las campas de Gorostiza. Se miran con ternura, se adoran. Ella, tranquila. Él, un poco terremoto. Juntos por la Línea 2.
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«Encontré al amor de mi vida y nunca le he olvidado»
Ana, nombre ficticio, trabajaba como vigilante del metro en la época en que conoció al hombre de su vida, como ella le considera aún, 19 años después. «Nos tocó hacer turnos juntos. Por entonces había muchas peleas, asistimos dos infartos, paramos una violación en el Casco Viejo... Eran noches muy intensas y eso nos unió mucho. Terminó, pero nunca le he olvidado».
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