Rodaje de la película «Noviembre» de Achero Mañas FERNANDO GÓMEZ

Un escenario de película: estaciones y accesos se han convertido en platós de rodaje

ESCAPARATE | SILENCIO, SE RUEDA ·

Como si formara parte ya de nuestro paisaje cotidiano. Así es Metro Bilbao, escenario de numerosos rodajes de películas,documentales y anuncios. Convertido en plataforma de proyección locale internacional, el tren subterráneo espera la producción definitiva que lo encumbre como un escenario de cine

Martes, 10 de noviembre 2020

Las superficies sobrias e inmaculadas del suburbano bilbaíno proporcionan un escenario ideal para todo tipo de relatos, y el cine y la publicidad han utilizado ese decorado casi minimalista para emplazar historias de todo tipo. Desde su puesta en marcha, varias firmas comerciales lo han utilizado como un plató. Coca Cola inspiró en el metro un breve flechazo entre dos pasajeros, relato que se desarrolla a través de dos vagones que se cruzan en la estación de Basauri y que concluye depositando una botella en el cubo de reciclaje. La fantasía romántica exige mucha complicidad entre los usuarios e imaginación en el espectador. Ni la máquina de vending ni el fugaz amor en dos sentidos resultan posibles en esta austera entidad, pero el spot tuvo enorme difusión internacional.

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Cervezas San Miguel fue aún más lejos y, en su anuncio, lo pobló con patos, cerdos y demás fauna doméstica que reemplazaba al pasaje habitual. Las similitudes pueden resultar dolorosas. Por su parte, Micralax descubría un insólito equipo de emergencias ante un apretón en hora punta y unos lavabos inexistentes. Las zapatillas Nike o las prendas textiles de Jack Wolfskin, uno de los últimos proyectos, también asociaban sus productos con la modernidad impoluta del metro.

Estas campañas, en cualquier caso, han contribuido a divulgar la excelencia del metro. No obstante, en nuestra opinión, nadie ha retratado su espíritu vanguardista como Lucrecia. La solista cubana, tan amiga de Los Lunnis, rodó el videoclip de 'Mi gente', una canción de ritmo infeccioso que proclamaba que aquellos que la seguían sólo querían bailar, gozar y «que nadie les comiera la cabeza», literalmente.

Más allá de su nihilismo tropical, la producción destaca por la sabia utilización de los flujos del transporte. En el montaje, los trenes se entrecruzan como metáfora de la rutina cotidiana, pero también circulan rápidos como imbuidos por el frenético ritmo caribeño. La cantante se desplaza veloz a través de imaginarios ascensores panorámicos y su convoy atraviesa largos puentes de metálicas nervaduras mientras la invitación a danzar prende entre los viajeros. Es una apología del metro como vehículo de las vanguardias, el medio de circulación dentro de una ciudad futurista, la Metrópolis a la vasca. Hay algo retro, cierta deuda de Fritz Lang, pero también un curioso sentido contemporáneo en su puesta en escena.

El ferrocarril también ha llegado a la gran pantalla. Allí se han situado localizaciones de 'La boda', de Ramón Barea; 'Entre todas las mujeres', de Juanjo Ortuoste; 'Agujeros en el cielo', de Pedro Mari Santos; y Juan José Ballesta, el eterno 'Bola', tuvo un amargo final en 'Ladrones', dirigida por Jaime Marqués y que concluye en el metro. No obstante, la localización más curiosa fue la de Achero Mañas, director de 'Noviembre', que utilizó la localización bilbaína simulando rodar en el metro madrileño ya que no consiguió que aquel le concediera el permiso pertinente.

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Ballesta en el rodaje de la película Ladrones IGNACIO PÉREZ

Pero, posiblemente, el caso más extraño es el de 'Alma sin dueño', la que iba a ser la opera prima del director alavés Tinieblas González. La película se llegó a estrenar, pero, aparentemente, sólo por iniciativa de la productora y sin el consentimiento de su responsable, que se desquitó despotricando contra el sistema de subvenciones y, en general, contra todo el cine español. La película, que pretendía ser una incursión en el inframundo, alcanzó, de alguna manera, su objetivo, al demostrar las cloacas del séptimo arte. No hay que olvidar que cualquier persecución cinematográfica ambientada en un metro suele desembocar en túneles oscuros y peligrosos donde siempre se corre el riesgo de ser arrollado.

Rodaje de la película Noviembre FERNANDO GÓMEZ

Las líneas depuradas del suburbano también son referencia inevitable cuando se habla de la transformación urbanística de Bilbao o del dinamismo social y económico del País Vasco. Frente a la singularidad del paisaje y las tradiciones vernáculas, representa la identificación universal con la vanguardia. Documentales de origen japonés o alemán e, inevitablemente, el portal de movilidad Moveuskadi, recogen alusiones a su modernidad y eficacia.

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Rodaje de la película «tinieblas» MAITE BARTOLOMÉ

Hay un potencial en el tren subterráneo vasco que, posiblemente, aún no han descubierto los grandes estudios, Netflix y demás plataformas. Falta esa gran producción, un delirio de ciencia ficción, thriller o fantasía apocalíptica, que descubra ese monstruo o los fantasmas que, alguna vez, hemos percibido tras la ventanilla, cuando nos movemos entre San Ignacio y Cruces, en ese lugar sin nombre entre Bilbao y Barakaldo. Tal vez, tengamos que esperar al 'remake' de 'Pelham 123' o una nueva entrega de 'La Jungla de Cristal', que ya utilizó el suburbano moscovita. Sin duda, el metro es de cine y necesita una película a su altura.

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