Las chicas desempolvan los Herri Kirolak

Los datos respaldan una espontánea expresión de otra destacada aizkolari, la alavesa Oihana Fernández de Barrena, cuando se le pregunta si últimamente ha detectado la presencia de más compañeras en exhibiciones y campeonatos. «Por supuesto, es una pasada». En 2013, el número de licencias expedido por la Federación Vasca en Bizkaia, Álava, Gipuzkoa y Navarra se elevó a 1.289. De ellas, 192 correspondían a chicas, el 14,9%. Diez años más tarde, las cifras cambian. Sobre un total de 1.219 licencias, 311 son de mujeres, un 25,5%. Es decir, no sólo suben en número las que se deciden a dar el salto a la competición, sino que la proporción respecto a los varones crece. Es más, las licencias de hombres bajan de forma apreciable (de 1.097 a 908).

«Aún nos queda mucho recorrido, ¿eh?», puntualiza Karmele Gisasola, a la que la afición le viene de casta. Es hija de otro histórico levantador, José Antonio Gisasola, Zelai, y reconoce que las sagas familiares influyen a la hora de animar a las jóvenes a 'lanzarse al ruedo'. Pero no explica el fenómeno de forma completa. «Veo a muchas chicas que no tienen una tradición familiar detrás, pero compiten. Se está haciendo una buena labor en la base, en colegios e institutos».

Parte del encanto de las exhibiciones de herri kirolak reside en una imagen icónica: un fornido 'morrosko' manejando piedras, fardos o carros de cientos de kilos. Su estética no se aproxima, precisamente, al canon de belleza femenina. A Karmele se le pregunta por ello. «Bueno, yo veo chicas de todo tipo. Yo siempre he sido gordita, fuerte, pero me decidí a competir porque esto me gusta. Y llega un momento que te quitas complejos».

Sobre el aspecto físico también habla Garbiñe López de Uralde, componente del laureado Badaiotz de soka-tira y coordinadora de Eskola Kirola en Álava para impartir clases de herri kirolak en ikastolas e institutos alaveses, labor que también se realiza en el resto de territorios. «Muchas chicas comprenden que el hecho de tener un tipo atlético o fuerte no está reñido con estar guapa. Yo no diría que es algo fundamental. Para mí lo importante es llegar a los jóvenes, de enseñarles estas disciplinas. Y hemos notado que yendo a sus centros de estudio se va renovando la base».

Al presidente de la Federación Vasca, Igor Dudagoitia, la irrupción femenina en su amado deporte le parece «muy positivo, muy bien». Pero a él lo que le llevan los demonios son las cuentas; y una mirada al deporte rural no puede soslayar este aspecto. «En el número total de licencias nos mantenemos estables. Hay unas 2.000, contando Iparralde. Pero estamos superolvidados y abandonados por las instituciones. El presupuesto anual -que da para organizar 50 campeonatos en las 18 modalidades- es de 448.000 euros y sólo disponemos de una subvención, 150.000 euros del Gobierno vasco. El resto lo tenemos que cubrir pidiendo a los ayuntamientos. No hay patrocinadores. Es muy difícil cubrir gastos».

Y casi resulta gratuito afirmar que los deportistas se dedican a esto por amor al arte. Oihana Fernández de Barrena aporta unos números. «Una tonelada de leña cuesta 120 euros, que da para entrenar una semana a tres deportistas. Luego están las hachas, el material, desplazamientos... No sale a cuenta, justo para no perder dinero. Pero esto engancha».