El PNV arrasa y logra su séptimo diputado

El partido de Andoni Ortuzar arrasó y confirmó una tendencia que empezó a tomar forma el 28-A y que ha terminado por consolidarse: los militantes y simpatizantes del PNV son más fieles que nunca y, a diferencia de lo que ocurría en el pasado -como en 2016, cuando Elkarrekin Podemos fue la primera fuerza en la comunidad autónoma-, son muy pocos los alderdikides que se quedan en casa cuando se trata de elegir a los representantes al Congreso y al Senado. Tampoco se produce ya un trasvase de apoyos desde sus filas a formaciones de ámbito nacional con el ánimo de castigar a otras. Los jeltzales no sólo han desterrado este escenario sino que incluso le han dado la vuelta, hasta el punto de aglutinar buena parte de lo que se denomina el voto útil.

El territorio vizcaíno fue de nuevo determinante en el golpe en la mesa del PNV, que mantuvo una dura pugna con el Partido Popular por uno de los ocho escaños que se repartían en las urnas en esta provincia. Sólo 163 papeletas sobre los populares les han abierto la puerta de un séptimo escaño en la bancada jeltzale de la Cámara baja. Lo ocupará el parlamentario vasco Jon Aiarza, 'presentado' por el propio Ortuzar durante la campaña en un mitin en el que el partido nacionalista acuñó ya uno de los mantras de la última semana: había que movilizar el electorado para tener una fuerte presencia en Madrid y servir como muro de contención a los tambores de «recentralización» que amenazan derechos consolidados, como el autogobierno.

Sólo los rifirrafes con Vox han alterado en los últimos días la hoja de ruta trazada por el Euzkadi buru batzar (EBB), cuyos dirigentes estaban convencidos de que se podía batallar por el séptimo asiento con mensajes constructivos y alejados del ruido general. Resulta muy complicado aventurar si la decisión de Aitor Esteban de negarle el saludo al portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, tras un debate televisivo ha podido influir en el ánimo de una parte de los electores, pero lo que sí es evidente es que la acción-reacción en los días posteriores no ha perjudicado a los jeltzales.

El PNV, de hecho, ha recaudado 377.423 votos, con Bizkaia como un caladero inquebrantable. Son 18.461 menos que en primavera, pero el índice de participación ha sido menor y, sin embargo, ha crecido en más de un 1% su porcentaje de respaldo. Lo ha logrado con un comportamiento extraordinario en territorio vizcaíno, con una victoria incontestable en Gipuzkoa por delante de EH Bildu y con un triunfo algo más ajustado en Álava, donde la diferencia con los socialistas apenas llegó a las 3.000 papeletas. En el cómputo global, sin embargo, los peneuvistas han quedado casi trece puntos porcentuales por encima del PSE (el 32,07% frente al 19,19%).

Ortuzar compareció anoche en Sabin Etxea al filo de las 23.30 horas. Mostrando el número siete con sus dedos para resaltar los diputados conseguidos, recordó que los ciudadanos han cumplido con creces al acudir a las urnas cuatro veces en los últimos cuatro años. «Ha pasado el tiempo de las elecciones, hay que abrir el tiempo de las soluciones», subrayó el líder del PNV antes de admitir que el «panorama del Estado es muy complejo» y que las realidades sociales surgidas del 10-N son «muy diferentes en Euskadi, Cataluña y el Estado». El dirigente jeltzale, muy comedido, mostró su «honda preocupación» por el ascenso de Vox y animó a los partidos a alcanzar un acuerdo de mínimos para evitar que la extrema derecha «socave» el sistema democrático. Ofreció además la mano tendida del PNV para «avanzar en positivo».