Las negociaciones para implantar el teletrabajo post-Covid apenas avanzan en Euskadi
Las empresas se muestran remisas a establecer esta opción de forma estructural, según la nueva regulación aprobada en septiembre por el Gobierno
'El teletrabajo ha llegado para quedarse' es uno de los mantras más repetidos desde que el Covid obligó a implantar de forma generalizada esta ... modalidad que hasta entonces era marginal. Lo que no está nada claro es cómo va a quedarse, porque las negociaciones entre empresas y trabajadores para incorporarlo de manera estructural en Euskadi apenas avanzan. Es un debate complejo que incluye cuestiones como la compensación de gastos por parte de la compañía o el análisis de los puestos en los que se va a permitir esa opción. «El tema está muy parado», coinciden patronal y sindicatos.
Hay que recordar, además, que el teletrabajo forzado por el Covid, que es el que todavía está vigente, quedó libre de la regulación aprobada por el Gobierno central en septiembre, solo aplicable a la etapa post-pandemia. Para el momento actual lo único que se estableció, y de una forma muy ambigua, es que las empresas están obligadas a dotar a los trabajadores de los medios necesarios. Se dejaba una eventual compensación de gastos en manos de la negociación colectiva y en eso tampoco ha habido resultados. «No ha habido discusión alguna porque las empresas no se han sentido obligadas», señala Pello Igeregi, responsable de Negociación Colectiva de ELA. «Ha habido pocas negociaciones y dificultades para llegar a acuerdos porque no se tienen en cuenta las inversiones realizadas por las empresas para facilitar el teletrabajo», apunta Mikel Anderez, responsable del área jurídico laboral de la patronal Cebek.
En cuanto a la etapa post-Covid, la normativa establece que se considerará teletrabajo aquel que se desarrolle durante más del 30% de la jornada, que equivale a dos días a la semana. En ese caso se deberá detallar un inventario de los medios y equipos que se necesitan, incluidos los consumibles y elementos muebles, de los que se deberá hacer cargo la empresa. Se establece, además, que deberá ser «voluntario (para ambas partes) y reversible». También que deberá contar con «registro horario y desconexión digital».
Es en este marco en el que se deben desarrollar las negociaciones. Los movimientos son escasos. «Las empresas aún no han tomado decisiones. Tienen que estudiarlo bien porque, si generalizan la opción del teletrabajo, tendrían que redimensionar las oficinas. También hay incertidumbres en la cuantificación de los gastos a compensar y su tratamiento fiscal. Por otro lado, existe una resistencia cultural», apunta Anderez. Según explica, las compañías todavía están inmersas en la gestión del teletrabajo-Covid, con esquemas muy variados de combinación presencial y remota.
Los sindicatos constatan el interés de los trabajadores en disponer de la opción del teletrabajo por las ventajas que supone en la conciliación y el ahorro en desplazamientos, pero ven a las empresas remisas a negociar. «No quieren poner números a los gastos que deben compensar», señala Susana García, responsable de Acción Sindical de la Federación de Servicios de Comisiones Obreras de Euskadi.
Dentro de las excepciones, cabe destacar el sector financiero, pionero en regular el teletrabajo en convenio. Las antiguas cajas de ahorros, englobadas en CECA, fueron las primeras en romper el hielo con un acuerdo que contemplaba una compensación de gastos de 55 euros mensuales, además de un pago de 130 para la pantalla y el ratón. La entidad, además, tiente que aportar ordenador, móvil y silla ergonómica.
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Inspirado en este convenio sectorial, Kutxabank alcanzó en marzo un preacuerdo para el suyo. Es el primero y único negociado en Euskadi hasta el momento que incluye el teletrabajo. Eleva la compensación mensual hasta 90 euros y pone un tope del 80% en el tiempo de teletrabajo para garantizar un día presencial. Sin embargo, la propia entidad financiera explica que aún queda lo más difícil, el desarrollo de cómo se va a implantar en la organización; es decir, en qué puestos se va a permitir y cuántas horas o días.
Este punto, más que la compensación de gastos, se perfila cómo el más conflictivo porque supone una reorganización importante en las empresas. En Iberdrola, por ejemplo, también se ha incorporado el teletrabajo en el convenio para dos días, pero se reserva «discrecionalidad» en su aplicación.
Si en las grandes es difícil la negociación, en las pequeñas aún más. Por eso CC OO ha propuesto abordar la incorporación del teletrabajo en el convenio sectorial de oficinas y despachos de Bizkaia. Se trata de un ámbito que abarca a 23.000 personas de actividades muy propicias para el trabajo en remoto como la informática o la ingeniería. «En muchas empresas no hay representación sindical. El objetivo es acordar unas líneas generales para el teletrabajo, la compensación de gastos en el Covid, la desconexión digital y el registro horario», señala Javier Rodríguez, delegado del sindicato en Informática de Euskadi.
Pero no hay gran confianza en que haya avances. «Ese convenio está decaído desde 2012. Las empresas no quieren negociar nada mientras siga el teletrabajo Covid», sentencia Igeregi.
Como es habitual, en el sector público ya se ha avanzado más para implantar esta opción. En la Administración General del Estado se va a permitir teletrabajar tres días.
87.800 personas aún trabajan desde sus casas en Euskadi
El teletrabajo se disparó hasta cotas históricas con el confinamiento. En Euskadi alcanzó las 145.800 personas en el segundo trimestre, casi un 20% de los asalariados, según un estudio de Adecco, que incluye a los que trabajan en remoto ocasionalmente. A partir de ahí la cifra ha ido cayendo y al cierre del año se situaba en 87.800 personas.
«El aumento en relación al año anterior es del 21%, unas 15.100 trabajadores más que en la etapa prepandemia», señalan en el informe. Este incremento, apostillan, es uno de los más modestos de España. Apuntan también que la tasa de teletrabajo sigue muy por debajo de la europea. «Las empresas están promoviendo la vuelta al modelo presencial anterior», concluye Eloy García, de CC OO.
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