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Cristian Martín junto al equipo que Landatu Solar que trabaja en el vivero de la Escuela de Ingeniería de Bilbao. Yvonne Iturgaiz
B-Venture

La energía solar se hace a la mar

La 'startup' Landatu ha desarrollado un soporte que facilita la instalación de placas fotovoltaicas 'offshore'

Iratxe Bernal

Miércoles, 27 de septiembre 2023, 00:17

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Ha corrido mucho aire desde la inauguración, en 1991, del primer parque eólico 'offshore'. Aunque las eléctricas aún tardaron años en beber los vientos por estas instalaciones, aquellas once turbinas en la costa de la isla danesa de Lolland demostraron que la colocación de aerogeneradores mar adentro tenía, además de mucho potencial, claras ventajas sobre su hermana terrestre. Ni competía por el suelo con los cultivos ni causaba un gran impacto visual o acústico pese a emplear molinos más potentes. Hoy, casi tres décadas después, la energía fotovoltaica quiere explotar esas mismas ventajas, y una de las firmas que innova para hacerlo posible es Landatu, una 'startup' que en su cuartel general en el vivero de empresas de la Escuela de Ingeniería de Bilbao desarrolla soportes para la instalación de placas solares flotantes en nuestros embalses, pantanos o litoral.

«Es una aplicación de la fotovoltaica que aún está dando sus primeros pasos, pero estamos firmemente convencidos de que tiene un gran futuro», explica Cristian Martín, ingeniero industrial que llevaba cinco años en el departamento de I+D de una empresa dedicada a la fabricación de utillaje para palas de aerogeneradores cuando empezó a dedicar sus ratos libres al diseño de los soportes que ahora comercializa su empresa. «Todos queremos energías renovables, pero lejos de nuestras casas, así que los macroproyectos eólicos han acabado yendo al mar. Yo veía ese salto y me preguntaba por qué no ocurría lo mismo con la energía solar», recuerda.

Unir dos tecnologías

«En tierra ya se ha intentado colocar placas en los espacios entre aerogeneradores para aprovechar la conexión eléctrica de éstos y tratar de conseguir una producción más constante a partir de dos tecnologías que, al depender de las condiciones climáticas, por separado son irregulares. El problema es que los molinos necesitan un paisaje con desniveles y las placas, uno plano. En el mar no hay ese problema. Lo que hay son dificultades técnicas porque hay olas y salitre, pero la ingeniería ha superado complicaciones mucho mayores», señala.

Landatu Solar

Landatu Solar
  • Ingeniería especializada en el desarrollo de soluciones para la energía solar, tanto marina como de autoconsumo.

Cuando empezó a curiosear un poco vio que ya había empresas, «sobre todo en Asia», que trataban de comercializar sistemas que permitían colocar placas solares sobre láminas de agua. «La mayoría son flotadores modulares que encajan unos con otros como piezas de Lego sobre los que se anclan los paneles. Pero enredando un poco más me di cuenta de que uno de los problemas que tenía la energía solar marina para despegar era que resultaba más caro trasladar esos soportes que fabricarlos, así que empecé a buscar una alternativa más manejable a lo que estaba haciéndose ya», recuerda.

Así, frente a un diseño en una única pieza similar al de los enfriadores de las neveras portátiles, optó por crear flotadores que tuvieran dos partes, base y cubierta. «Es como cuando guardas los 'tupper'. Si los cierras y los colocas uno encima de otro necesitas mucho más espacio que si pones todas las tapas por un lado y vas encajando los recipientes abiertos unos dentro de otros. En el mismo palé en el que entran ocho flotadores convencionales caben cien de los nuestros. Lo que implica abaratar costes y ser menos contaminantes en el transporte. Una vez en el destino se llenan de agua, se cierran herméticamente y listo», explica. A eso se suma el propio proceso de fabricación elegido por Landatu, en el que el moldeo del polietileno es por inyección en vez de por soplado, lo que permite hacer flotadores «más a medida».

Sin embargo, los 300.000 euros que la firma ha facturado desde que lanzó los flotadores en abril y los 200.000 más con los que espera cerrar el año no vienen allende los mares, sino de una segunda línea de negocio en principio inesperada. Resulta que con unas ligeras modificaciones los flotadores pueden rellenarse de agua, arena o grava y emplearse como sistema de lastre para fijar a una cubierta plana las placas solares. Vamos, que se pueden colocar en las azoteas de los edificios haciendo que también las instalaciones de autoconsumo resulten más sencillas.

Cuestión de Espacio... Y Costes

«En el mismo palé que se transportan ocho flotadores convencionales entran cien nuestros»

Landatu ha abierto una ronda de financiación de 300.000 euros para empezar a desarrollar nuevos productos -algunos basados en modificaciones de tamaño que ya les han solicitado- y en contratar un equipo de ventas. Para conseguirlos acudirá los días 17 y 18 de octubre a B-Venture, el evento de 'startups' organizado por EL CORREO que este año celebra su octava edición con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, así como con la colaboración de BStartup de Banco Sabadell, BBVA Spark, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.

Agua para sustituir el hormigón

Cuando Cristian Martín desarrolló su modelo de flotador para placas solares marinas descubrió que la idea también venía a solucionar un problema común en las instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo. «En muchos casos no se pueden realizar perforaciones ni cimentaciones en las cubiertas donde se quieren colocar los paneles, así que la fijación se logra anclándolos a bloques de hormigón que pueden pesar 70 kilos para que hagan de lastre y que hay que subir hasta la azotea con cuidado de que no se rompan», explica el fundador de Landatu.

En cambio, sus flotadores en vacío apenas pesan tres kilos. Eso sí, una vez rellenos con grava, arena o agua pueden alcanzar los 100 y, por tanto, soportar vientos de hasta 162 kilómetros por hora. Además, el cierre es hermético, por lo que si optamos por el agua no hay riesgo de que ésta se evapore. «Los operarios encargados de la instalación agradecen el cambio en el alma», ríe Martín. La empresa presentó este uso alternativo de sus flotadores en febrero en la última edición de la feria Genera, especializada en energía y medioambiente. «La acogida fue buenísima y llamamos la atención de una de las revistas referente en el sector, así que de ahí ha salido una nueva línea de negocio que ya nos ha procurado contratos en Alemania, Marruecos o Brasil», explica.

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