El doble filo de la tecnología
Muchos empleados critican que el teletrabajo los ha convertido en esclavos y que les impide desconectar. Las empresas, por su parte, señalan la dificultad para ... controlar que la plantilla en remoto no se pase el día en el bar. En ambos casos, la tecnología puede ser un elemento vital para una gestión correcta de este nuevo modelo. «La implantación repentina del teletrabajo ha hecho que sea bastante caótico, pero las nuevas herramientas informáticas facilitan multitud de procesos: desde fichar cuando se teletrabaja hasta firmar contratos o asignar vacaciones», explica Carlos Edo, de Sesame HR, una empresa española que desarrolla sistemas que facilitan la gestión de los recursos humanos a distancia.
En su opinión, estas nuevas herramientas son clave para establecer objetivos claros que faciliten la implementación de métricas que sirvan para valorar la productividad de los empleados. «Las empresas que no adoptan programas de teletrabajo sufren más estrés», afirma, señalando también la necesidad de que las compañías formen a los trabajadores y se preocupen de que cuenten con lo necesario para teletrabajar. «No es caro, sobre todo si tenemos en cuenta que vamos hacia oficinas más pequeñas en las que los espacios serán reorganizados. El presentismo evolucionará hacia una remuneración por objetivos».
Ángel Elías, exdecano de la Facultad de Relaciones Laborales y Trabajo Social de la UPV, puntualiza que «se debe garantizar que los beneficios económicos de la tecnología se distribuyan entre la población y no ensanchen la brecha digital existente», ya que la tecnología puede ser un arma de doble filo. «Avanzamos en tecnología, pero en lo social seguimos con modelos de organización de siglos pasados».
Además, la tecnología también puede servir para que las empresas invadan la privacidad de sus empleados. «Todo se puede usar bien o mal. Puede ser un elemento que mejore nuestra salud mental, porque ahorra tiempo, proporciona flexibilidad, y facilita tareas repetitivas. Pero se debe huir de medidas invasivas de control como grabar la pantalla del empleado, algo que no vemos en España», apostilla Edo.
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