«No soy correa de transmisión de ningún partido político»
Sus referencias a los indultos concedidos por el Gobierno a los líderes del 'procés' desataron las críticas de la derecha. Un ataque en tromba. Una ... derecha tradicionalmente aliada con la CEOE, que en este caso colocaba al presidente de la organización en el centro de la diana. Y eso que el que opinó fue uno de Neguri de toda la vida.
- En esto de los indultos, ¿rompió usted esa máxima de las organizaciones empresariales de que no deben expresarse sobre temas políticos?
- No, en absoluto. Lo he explicado muchas veces. De media hora de conversación en una entrevista radiofónica se sacó una frase de contexto. No dije lo que dicen que dije y cada uno utilizó la entrevista como mejor le pareció para llevarla a su terreno. Hablé de los valores de la Constitución. Algunos aprovecharon para atacarme.
- Creo intuir que no le han quedado más ganas de hablar de indultos.
- Lo que pido ahora es que me indulten a mí. O que me amnistíen.
- ¿Ha hablado con Pablo Casado sobre este tema?
- Hablo habitualmente con él y con todo el mundo, con todos.
- Y Casado, ¿ha sido tan crítico con usted como algunos de los portavoces del PP?
- Me va a permitir que no le desvele el contenido de conversaciones privadas.
- ¿Cree que ha defraudado al PP? ¿Le preocupa?
- Es que no soy la correa de transmisión de ningún partido. Lo nuestro es la empresa y la economía, y ya sé que ser moderado en estos momentos no es fácil. Somos independientes, actuamos con lealtad institucional y defendemos la idea de que con grandes acuerdos se llega más lejos que con acuerdos por la mínima. Y en cuanto a preocupaciones... lo que de verdad me preocupa es la crispación política que se ha instalado en este país. Eso sí que es realmente malo.
El bálsamo de la asamblea
- Hace algunas semanas, en plena asamblea general de la CEOE, a usted se le saltaron las lágrimas con el aplauso cerrado de sus compañeros. ¿Esperaba aquella reacción?
- No, no la esperaba. Habían sido días muy duros y creo que viví una situación realmente injusta. Y ver a tantos representantes empresariales ponerse en pie y aplaudir en señal de apoyo, fue.... impagable.
- En pleno aplauso se oyó una voz en la sala. Alguien que gritó: «¡Garibaldi, que los vascos no lloran!».
- Llorar, llorar, no lloré. Pero sí me emocioné. Y los vascos nos emocionamos y mucho. Yo, muchas veces.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
