La agonía de la matricería vasca
Declive. Esta última crisis amenaza con dejar al borde de la desaparición una industria de larga tradición
La matricería vasca nació allá por los años 60, de la mano de los Erhardt, dueños de Mecaner, y de un encargo de Seat. A ... partir de ahí se desarrolló en Euskadi una potente industria que vivió su máximo esplendor en los 70, con el 'boom' del automóvil en España. El maestro matricero que sabía pulir hasta la perfección los moldes con los que luego dar forma a la chapa de los coches se convirtió casi en una figura mítica. Pero la leyenda se apaga. La actividad matricera lleva años en decadencia, azotada por la dura competencia de China y el Este de Europa. Ha ido menguando en sucesivas crisis y esta última amenaza con dejarla al borde la desaparición.
Gestamp ha anunciado el cierre de la emblemática Matricería Deusto y la ingeniería de troqueles GTS, con 230 trabajadores, lo que supone recortar casi un tercio de su capacidad matricera en Euskadi hasta dejarla en 570 profesionales. Batz ha puesto fin a Araluce, con 141 empleados, mientras que Matrici, la otra gran referencia de la Corporación Mondragón en este área, atraviesa graves dificultades. «En nuestro caso la actividad de troquelería ha pasado de emplear 1.000 personas a 500 en solo año y medio», reconocen en el grupo cooperativo.
Gestamp, Batz y Matrici son las tres grandes firmas matriceras que aguantan en el País Vasco después de que hayan ido cayendo progresivamente buena parte de las empresas con más solera del sector. «Desde hace muchos años no se gana dinero en la troquelería. Es un negocio ruinoso de precios bajos y costes altos porque es intensiva en mano de obra. Solo se sobrevivía si estabas bajo el paraguas de un grupo grande», dice un buen conocedor del sector. La troquelería ya entró muy tocada en la anterior crisis financiera. De hecho, a principios de 2006 hubo una debacle. Suspendió pagos Matrinor (ubicada en Erandio y hoy integrada en Gestamp), la mayor matricería de España. Después quebraron Troquelería Irurak, Matricería Nervión, Toquevi, Troquenor, Ayala, Balsate, Larrondo, Matricería Vizcaína...
Bajos precios, salarios altos
Ya entonces se achacó el hundimiento a la competencia de China y los países del Este de Europa, con unos costes de mano de obra muy inferiores. «En Euskadi los salarios se habían disparado y los fabricantes necesitaban ajustar. Se llevó mucha producción fuera, a pesar de que la calidad era mala y luego había que rehacer el producto aquí. Solo aguantaron las empresas con costes más contenidos», relatan en la Federación de Industria de Comisiones Obreras.
En esos años Gestamp, multinacional especializada en estampación con sede en Abadiño y propiedad de la familia Riberas, fue adquiriendo empresas matriceras, pieza clave en su producto. Empezó hacia el año 2000 con Matricería Deusto y Araluce y siguió comprando hasta hace poco, porque en 2017 adquirió SMA, la antigua Matrinor, con 146 trabajadores. Aunque también vendió Araluce en 2013, que finalmente compró Batz y que cerró a finales del año pasado. Pero solo en los últimos cinco años ha invertido 36 millones de euros en este área.
Gestamp, Batz y Matrici han reducido un 40% el empleo ante la caída de la demanda y competencia de los países de bajo coste
En esta apuesta por la matricería en Euskadi, Gestamp ha contado con el apoyo del Gobierno vasco, que siempre se ha esforzado en atraer inversiones del gigante con múltiples ayudas. A través del fondo Ekarpen, ambos crearon una sociedad conjunta denominada GGM con la que adquirieron en 2012 la sociedad de Gallarta ICT-ICM y establecieron plantas en China (Kunshan) y México (Puebla). Puede resultar paradójico que el Gobierno se involucre en esta implantación exterior, pero el viceconsejero de Industria, Javier Zarraonandia, lo explica: «El automóvil es una industria globalizada que te exige estar allí donde vaya el fabricante. Por eso la internacionalización era una forma de fortalecer la matricería vasca en Euskadi. En China se hace la puesta a punto final. Gestamp no ha deslocalizado sino que ha localizado empleo en el País Vasco». En concreto, cuenta en la comunidad con 2.300 personas, el grueso en su planta de Abadiño.
Pero han llegado tiempos duros y Gestamp ha metido la tijera en la matricería vasca. Se han juntado varios factores en esta crisis. Por un lado, como explicó la consejera Tapia al estallar la noticia, la troquelería lleva dos años parada por la falta de lanzamiento de nuevos modelos ante las dudas sobre los combustibles fósiles y la transición hacia el vehículo eléctrico. A ello se suma, según fuentes empresariales, que «la poca carga de trabajo que hay la asumen los fabricantes, que tienen sus propias troquelerías. A los externos nos imponen unos precios de derribo». Por otro lado, en China han aprendido a hacer troqueles en los últimos 15 años y mucha producción se desvía allí. De hecho, hay fabricantes como PSA que concentran toda la actividad en el gigante asiático.
A Gestamp le ha pillado esta situación de baja carga con un exceso de capacidad y ha optado por el cierre de Matricería Deusto y GTS. Se escuda en que ha aguantado lo máximo y que de esa forma puede mantener vivas sus otras plantas -Erandio, Muskiz, Derio y la de Gallarta que comparte con Ekarpen- y el conocimiento que se acumula en la comunidad.
Para los sindicatos ELA y LAB el cierre atiende a una clara estrategia de deslocalización. «No se entiende que compraran la antigua Matrinor en 2017 y ahora nos cierren a nosotros, cuando en 2016 hicimos concesiones para la viabilidad», dice Izaskun Olano, presidenta del comité de GTS. Gestamp ya les ha dicho que la decisión es irrevocable, lo que supone otro golpe más a una industria agonizante.
10 millones de pérdidas y unos costes por hora más altos
Con más de 50 años de historia, Gestamp ha decidido cerrar Matricería Deusto, con casi 180 trabajadores. La elección se justifica en su especialización en los moldes para carrocería exterior, un segmento más afectado, y en sus elevados costes laborales, con un precio por hora superior a la media. Las cuentas depositadas solo llegan a 2017 y ese año hubo beneficio de 777.000 euros, aunque el grupo estima unas pérdidas entre 2018 y 2020 de 10 millones entre esa planta y la firma GTS.
Los representantes de los trabajadores recuerdan que la empresa reparte la carga de trabajo como le conviene. De hecho, aseguran que ha desviado encargos desde marzo. Por otro lado, el presidente del comité de Matricerías Deusto, Moisés Muñoz, señala que en 2016 se hicieron concesiones para firmar el convenio colectivo de empresa. Entre ellas una recorte de la remuneración de las horas extra, muy numerosas, y de las dietas. La empresa no les ha ofrecido otra alternativa que el cierre.
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