Uno de los más grandes
Hasta para organizar su despedida ha sido un artista marcando los tiempos el gran campeón de Goizueta
Es muy difícil llegar a la élite de cualquier deporte, pero todavía lo es más irse de ella en el momento justo, ni antes ni después, dejando en el aire la sensación ambigua de que tal vez pueda ser demasiado pronto, pero también la sospecha de que podría faltar muy poco para ser demasiado tarde. Que Aimar Olaizola haya acertado con su decisión tiene toda la lógica del mundo. Y es que muy pocos pelotaris han manejado tan bien los tiempos como el delantero de Goizueta, una mezcla de artista y relojero suizo durante sus 23 años como profesional.
Su palmarés está ahí, abrumador. Sin querer, le hacen a uno pensar en su madre buscando huecos en las paredes para colocar las txapelas y agobiada para sacar brillo a la plata de tantos trofeos. Desde 2002 hasta 2020, 14 victorias y 26 finales disputadas entre el Manomanista, el Cuatro y Medio y el Parejas. Hablamos, sin duda, de uno de los más grandes pelotaris de todos los tiempos y, junto a Juan Martínez de Irujo, su gran rival durante tantos años, la estrella de la pelota en el siglo XXI. Ambos marcaron una época y se hicieron más grandes precisamente a partir de la enorme exigencia que marcó su rivalidad, como ha ocurrido en el tenis con el 'Big Three'.
«Ha sido uno de los mejores de la historia. Superdotado desde el punto de vista técnico, y físicamente un portento»
Rubén Beloki
Expelotari
Se enfrentaron hasta en trece finales de los tres principales campeonatos (7-6 a favor de Olaizola en el cómputo global) y llenaron durante años los frontones con su carisma y su talento. «Irujo, Aimar, Irujo, Aimar», todavía resuena el eco de esos cánticos en los frontones abarrotados. Cuando el campeón de Ibero anunció su prematura retirada en 2016 fue inevitable pensar que la pelota quedaba coja, como si hubiera perdido una de las dos patas del banco. Y que Aimar sufriría esa extraña sensación de vacío, casi un tipo de orfandad, que provoca la pérdida de tu antagonista más fiel. Al fin y al cabo, no sólo habían protagonizado duelos históricos sino que, siguiendo la estela de Titín III, uno de esos genios que provocan un afán de emulación inevitable, lideraron la gran revolución en el juego que, sobre todo en las batallas individuales, ha vivido la pelota a mano en las dos últimas décadas. Del bote al aire, podríamos decir, como un historiador habla del paso de la Edad Media al Renacimiento.
«Es uno de los mayores campeones que ha habido, basta con mirar su palmarés, y siempre dispuesto a ayudar»
Mikel Urrutikoetxea
Pelotari
Un talento natural
Aimar Olaizola fue un talento natural que despegó gracias a una afición desmedida por su deporte. Su hermano mayor también era pelotari y él se pasaba el día en el frontón, algo que en Goizueta tampoco es de extrañar teniendo en cuenta que en ese pueblo navarro perdido entre montañas hay tres para menos de mil habitantes. Sus condiciones saltaban a la vista. Tenía una zurda que parecía caída del cielo como una bendición, la misma que recibieron al nacer Julián Retegui o Ladis Galarza, y él la trabajó día a día hasta convertirla en un arma mortífera.
Esta zurda antológica ha sido una de las razones fundamentales para que Aimar haya podido prolongar su carrera hasta los 42 años -se retirará el 13 de noviembre, el día que los cumple- siendo perfectamente competitivo. De hecho se dispone a jugar la final del Masters CaixaBank y hace bien poco aseguró que, acompañado de Zabaleta, podría seguir tres o cuatro años más. Nadie lo duda. Basta con imaginar las buenas pelotas que tendría a su disposición gracias al poderío de un zaguero muy dominador y en los efectos letales de su gancho, un golpe deslumbrante, un prodigio de potencia y geometría.
«Como pelotari es uno de los mejores que he visto, y destacaría el nivel que ha dado siempre por las virtudes que atesora»
Danel Elezkano
Pelotari
Sensibilidad
Aimar va a pasar a la historia como un pelotari muy técnico y cerebral. Hay razones objetivas para considerarlo de ese modo. Además, siempre ha sido muy tentador hacerlo para contraponer esa imagen con la de Irujo, mucho más pasional y desatado. Una rivalidad como la suya había que alimentarla también con una tesis y una antítesis. La frialdad de Olaizola II, sin embargo, habría que relativizarla un poco. Que no se le haya visto retirarse a los vestuarios pegando una patada a la puerta y echando humo por las orejas no significa que haya sido un hombre de hielo. Aimar ha sido más sensible en la cancha de lo que ha podido parecer y esa debilidad la mostró en varias finales en las que su condición de favorito era indiscutible. Por ejemplo, las que perdió en el Manomanista con Xala yendo 18-14 a favor o en 2015 con Urrutikoetxea, su amigo y entonces discípulo aventajado. Por no hablar de alguna que otra en el Parejas. En realidad, Aimar sólo se ha manejado como un dictador implacable en el Cuatro y Medio, dentro de la 'jaula', que durante sus mejores años fue como la sala de estar de su casa.
«En su trayectoria sobresale su gran regularidad durante todos los años. Siempre ha firmado partidos de nota»
Jokin Altuna
Campeón manomanista
El 'becadero de Goizueta', como le bautizó mi compañero Tino Rey, comenzará a partir de ahora una especie de gira de despedida por todos los grandes frontones, como hicieron en su día Retegui II y Titín III -no así Juan Martínez de Irujo- hasta acabar jugando su último partido en Goizueta, donde todo empezó. Hasta para organizar este viaje a la semilla en su despedida ha sido certero Olaizola II, que ya se prepara para ser un buen padre de familia numerosa -tiene cuatro hijos, las últimas dos niñas gemelas- y seguir vinculado a la pelota, seguramente como director técnico de Baiko, aunque ayer nadie quisiera confirmarlo.