La hazaña del bilbaíno que ha reventado el récord de la Alta Ruta de los Perdidos en Pirineos

Para muchos, la Alta Ruta de los Perdidos es un trekking que requiere entre cinco y siete días. Para Macarro, sin embargo, tiene un valor más íntimo. «Yo empecé viviendo el momento desde niño como un senderista, un montañero, y acabé como corredor», explica.

La primera vez que pisó aquellos caminos tenía apenas 14 o 15 años, acompañado por un club de montaña. Aquella experiencia marcó el inicio de una relación especial con el Pirineo, que ahora, convertido en atleta consagrado, se ha transformado en récord. «No hubo una preparación específica. Yo estoy acostumbrado a estas rutas y eso me ha ayudado a estar preparado», confiesa.

El desafio no fue un camino de rosas. A pesar del ritmo constante, hubo momentos críticos: «Del km 55 al 65 me entró un bajón físico. Me obligué a mí mismo (y mi amigo también me obligó) a comer para coger fuerzas. Ahí fue cuando me olvidé del récord y solo quería acabarlo para poder descansar».

En sus palabras, el desenlace fue más un alivio que una celebración: Fue mejor llegar a la furgo y descansar que el propio récord en sí.» Incluso reconoce que dudó en varios tramos: «Yo al principio no creía que lo podría hacer… venía un rato pasando malas sensaciones. Pensaba que no lo conseguía«.

En una hazaña de tal magnitud, el factor humano se vuelve decisivo. Raúl no duda en reconocer la ayuda de su compañero Víctor: «En mi peor momento me ayudó él. Sin él, no lo sé, pero dudo que lo hubiera conseguido.»

Cuando en 2017 Iker Karrera dejó el cronómetro en 13h 42m 16s, nadie pensaba que alguien podría rebajar esa marca, más aún cuando él mismo había pulverizado en más de siete horas el registro previo de Dani Magallón (20h 50m). Ocho años más tarde, Macarro ha demostrado que incluso lo que parece inalcanzable puede volver a batirse.