Rahm deja su sello pero lejos de la cabeza

El de Barrika sacó a relucir un golf de muchos quilates, pero fue insuficiente para acercarse a lo más alto de la clasificación, dominada por un Joaquín Niemann intratable y animada por un estelar Bubba Watson, que llegó a meter el miedo en el cuerpo al chileno en los hoyos finales con una tarjeta sideral. Rahm acabó la tercera vuelta con un menos seis en su pasaporte, para un total de menos diez en el cómputo global del torneo. Estos números le auparon a la quinta posición, a siete impactos del vencedor. Rocester alumbra un Niemann aún más líder de la liga saudí y mucho deberá cambiar el panorama en las próximas citas si Rahm, segundo, quiere darle la vuelta a la situación.

No pudieron empezar mejor las cosas para el ganador del US Open y de la chaqueta verde en Augusta. Con DeChambeau y Cameron Smith como compañeros de partido -casi nada-, inició el recorrido en el hoyo 4. El segundo tiro quedó a apenas un metro del green y desde allí la embocó con maestría. Abrir la jornada con un birdie despeja el escenario y permite encarar el día con otro ánimo. La siguiente bandera, un par 3 con el green muy bien protegido, apostó por el golf académico y lo negoció sin problemas. Disparo certero a green y dos putts.

Lo que despertó a los aficionados fue lo que Rahm hizo en el hoyo 6. Nada por aquí, nada por allá, y el vizcaíno le robó un golpe al campo de la manera más inesperada. Salió muy mal y envió la bola a una zona de maleza seca. Sacarla de allí con posibilidades de aproximarse al green eran casi nulas. Pero el de Barrika no suele amilanarse y lo intentó. Y se metió en otro lío. La esfera cayó en una pequeña ladera y había que golpearla por debajo de los pies. La sutileza con la que lo hizo convirtió la bola en un proyectil que se elevó con dulzura, cayó casi sin peso en el green y se deslizó con suavidad por la hierba hacia el agujero como si estuviese gobernada con un mando a distancia. Delirio en Rocester y sonrisa de oreja a oreja del jugador de Barrika, que chocó los cinco con su cadie con un menos seis bajo el brazo.

Pero ya se sabe que este deporte no deja heridos y que la distancia entre lo mejor y lo peor, entre el acierto y el fallo, es mínima. Y tras gestionar sin dificultades la bandera 7, el 8 se convirtió en una tortura. Todo lo que podía salir mal salió peor y el campo castigó a Rahm con un bogey inesperado que frenó su lenta pero segura escalada en la tabla. Se sobrepuso enseguida con birdies en los hoyos 11, 13 y 16 -este último con un putt magnífico-. Se le atragantó la isla del 17 y resurgió en el tramo final con tres birdies consecutivos que lustraron su tarjeta.