El Atlético, ante su gran oportunidad

Qué aficionado atlético no sueña con purgar el dolor de aquella final de hace seis años el próximo domingo 23 de agosto en el mismo Estadio da Luz, pero partido a partido, como le gusta a Simeone, el primer escollo es el RB Leipzig en el José Alvalade. El equipo alemán, que nada tiene que ver con aquel Lokomotive Leipzig de la Alemania Oriental, un habitual de las competiciones europeas en los ochenta y subcampeón de la Recopa de Europa, es novato en esta lides. Con sólo once años de historia, disputa la Champions por segunda vez en su historia y debuta en la fase eliminatoria, aunque ya dio aviso de su potencial eliminando en octavos al Tottenham de José Mourinho.

Pese a finalizar tercero en la Bundesliga, su tercer podio en cuatro temporadas en la máxima categoría del fútbol alemán, el equipo de Julian Nagelsmann llega muy condicionado al duelo por la baja de su delantero de referencia, Timo Werner, que firmó con el Chelsea tras el final de la competición en Alemania e inexplicablemente no será de la partida en Lisboa al ser ya futbolista 'blue'. En la parcela ofensiva reside el punto fuerte de un equipo capaz de alcanzar los 81 goles en el campeonato alemán.

El Atlético tiene por su parte el reto de alcanzar las que serían sus séptimas semifinales en la historia de la máxima competición continental y los precedentes invitan al optimismo, pues disputó en nueve ocasiones los cuartos de final, con seis eliminatorias superadas y sólo tres eliminaciones. Pese a la inquietud que supusieron los positivos por covid-19 de Ángel Correa y Sime Vrsaljko y la trascendencia de la baja del primero, la ausencia de nuevos casos y la normalidad en el viaje y la llegada a Lisboa han dotado a la expedición atlética de la tranquilidad necesaria para afrontar un duelo de tamaña importancia.

Siete victorias y cuatro empates en once partidos de Liga como invicto tras el parón y la más que solvente clasificación para la próxima edición de la Champions respaldan la candidatura a todo del Atlético, que a la seguridad de tener un seguro bajo palos con Oblak, una defensa que funciona como una máquina bien engrasada y pesos pesados en el centro del campo como Saúl y Koke une ahora un arma ofensiva inesperada en la figura de Marcos Llorente.