Carthy entra en la pelea por la Vuelta en el Angliru y Roglic sale vivo
El británico midió a la perfección la dura subida y remató a Mas y Carapaz, nuevo líder pero sólo con 10 segundos sobre el esloveno
Esta montaña es distinta. Es ella, bautizada como el Angliru, la que ataca a los ciclistas. Todos suben a solas, encorvados, con la mirada arrastrada ... por el suelo, que no avanza. Sobre curvas que gruñen, que muerden y les retienen como un perro de presa. Solos, uno a uno ante el Angliru. Ni siquiera estaba el público. Ni ruido. Así se escuchaba bien claro cómo suena la agonía, el latido loco del corazón, el jadeo desbocado..., hasta se oía cómo crujen las tripas. «Ha sido increíble», resumió Carapaz, nuevo líder, pero con sólo 10 segundos sobre el resistente Roglic, que ya piensa en la contrarreloj del martes para recuperar el maillot rojo. «No he tenido mi mejor día», reconoció el esloveno. El Angliru le estrujó, dejó ver una grieta, pero mínima. En su peor día cedió apenas unos segundos. Sigue siendo el favorito, aunque parece más asequible.
Y por delante de ellos, Hugh Carthy, un británico de Preston, tan alto como flaco, repetía que el Angliru es «mítico». Como ya había dicho en 1999 el 'Chaba' Jiménez, el primero que allí ganó. Carthy se suma a esa lista de dueños del Angliru y se coloca tercero en la general, a 32 segundos de Carapaz. Es un corredor hecho para el Angliru. Solitario. En su casa, el listo era su hermano, que acabó en la Universidad de Oxford. A él, la genética le dio como compensación un buen motor para la resistencia. Con 19 años lo dejó todo por el ciclismo. Viajó solo a Pamplona, a un piso de alquiler para correr en el Caja Rural. Sin hablar ni una palabra de español. A solas con su sueño. Y por eso estaba en su sitio a 3 kilómetros de la cima del Angliru. A solas con la montaña mítica.
Delante, a la vista, se retorcía Enric Mas, el primero de los favoritos en moverse. Carapaz fue el segundo. Carthy esperó a rueda de Kuss, Roglic, Vlasov y Martin. Ya no quedaban más. Su director, Juanma Garate, le había aconsejado calma. El Angliru castiga los cambios de ritmo. Hay que domarlo con paciencia, con respeto. Carthy obedeció. En la cuesta de las Cabras, la despiadada recta por encima del 20 por ciento de pendiente, todos parecían clavados al piso con chinchetas. Cuando Mas y Carapaz se atrevieron con semejante desnivel, a Roglic se le vino la montaña encima. Llevaba kilómetros pendiente de Carapaz, pegado a él. Pero no pudo más. Tiene límites. Kuss, su fiel Kuss, quiso cargar con él. El Angliru es diferente. Es tan duro que no permite a los gregarios salvar a sus líderes. Todos suben solos.
Carthy esperó junto a Roglic. Y cuando sintió que estaba llegando al ático de esta montaña canosa, elevó sus 193 desordenados centímetros de altura y, lengua fuera, dio todas las pedaladas acumuladas en tantos sueños infantiles. Alcanzó a Mas y Carapaz. Un poco más. Los dejó atrás, pisándose las sombras, y enfiló hacia la cima. Entró con 16 segundos sobre Vlasov, Mas y Carapaz , y con 26 sobre Kuss, Martin y Roglic, derrotado pero aún de pie. El esloveno enseguida hizo cálculos. Tiene el equipo más fuerte y el martes piensa recuperar el liderato y alejar a Carapaz, Carthy y Martin. Además de la 'crono' gallega, hay algo más a favor de Roglic: no quedan más 'Anglirus' en esta Vuelta a la que le resta aún una semana. Perdió el maillot rojo, pero sale muy vivo de Asturias.
Que es tierra de minas. Campo minado para el ciclismo con tantas cuestas como kilómetros. Así fue la etapa. Ya habían subido el Padrún y Santo Emiliano. Había fuga. Y convenía repasar sus dorsales. Iban gregarios del Movistar y el Ineos; de Enric Mas y de Carapaz. Algo se cocía. Y también rodaban en la escapada corredores del Mitchelton de Chaves y del UAE de David de la Cruz. Con esas pinturas de guerra en el rostro, la etapa llegó al puerto de la Mozqueta. De la Cruz y Chaves cumplieron. Atacaron en busca de los fugados. Detrás, el Movistar se puso a endurecer una etapa ya muy dura. Subía la temperatura a 50 kilómetros del Angliru.
Movistar agita la etapa
Y se bajaba por las curvas de la Mosqueta. Por la radio interna de la Vuelta corrió un aviso con el filo de un cuchillo: los tres kilómetros finales del descenso esperaban con agua, húmedos, con hojas muertas, peligrosas como peladuras de plátano. Era el momento del riesgo y la habilidad. El Movistar mandó parar a Erviti, que iba en la fuga. El navarro esperó y en cuanto vio llegar al pelotón se lanzó en el descenso de la Mozqueta, estrecho, resbaladizo. Erviti es un peso pesado. Maneja bien con las rodillas el timón de la curvas. Se ciñó a los giros como un esquiador a las banderas. Empezaron las caídas, la de Formolo, la de Amador... Pero ningún favorito se había rajado.
La subida al Cordal no varió el curso de la jornada. Todo quedaba en manos del Angliru. El puerto para los solitarios. Al Movistar pronto se le fundió Soler y también Valverde. Su baza, Enric Mas, le echó valor a cinco kilómetros del final. Rompió el ritmo que el Jumbo imponía para proteger a Roglic. Ahí, en el infierno del Angliru, la montaña asturiana puso a cada uno frente al espejo. A solas. Como en un confesionario. Mas y Carapaz vieron que Roglic no es perfecto, aunque casi. Y Carthy, el inglés que no quiso correr en el Sky para no ser gregario de nadie, se encontró en esta cuesta despiadada con su paraíso. Una montaña como él, solitaria, indómita y que elige su propio destino. Carthy llegó el primero. Fue el único al que el Angliru permitió pasar al otro lado del espejo. Carapaz y Roglic ya tienen otro rival. Así lo decidió esta montaña única.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión