Valverde se despide de Induráin con su tercer triunfo en Estella
El murciano, que no ganaba desde 2019, maneja como quiere la clásica navarra y vence a lo grande con casi 41 años
Hace ya tiempo que a Alejandro Valverde le preguntan por su edad. Claro, va a cumplir 41 años, muchos para un ciclista profesional que inauguró la lista de sus más de 120 victorias cuando nacían algunos de sus hoy rivales. Es cierto, Valverde tiene bastantes años. Pero tiene muchas cosas más. Le sobran aún ganas de ganar. En el G. P. Induráin, en Estella, en la Navarra donde brotó el germen del equipo Movistar, Valverde quería vencer delante de su afición y así darle a su escuadra el primer triunfo del año y ofrecerle a Gary Baños, el auxiliar fallecido en febrero, un homenaje. Y tenía, tiene, algo más. Sigue siendo un fuera de clase. Un elegido. Rompió tres veces la carrera, cerró los huecos y remató al dúo del Astana, Lutsenko y Luis León Sánchez. Al entrar solo en Estella, saludó. Como si fuera una despedida adelantada. Miguel Induráin le esperaba en el podio.
Aunque aún no lo ha anunciado oficialmente, sí parece que esta es la temporada del adiós de Valverde. Cada carrera por la que pase le verá por última vez. Y el G. P. Induráin es especial para él y para su equipo, el antiguo Reynolds, el actual Movistar. Es la carrera de casa. Eso se sabía en la salida. Valverde, que tras más de 500 días sin victoria había recuperado la pólvora y la confianza con el cuarto puesto en la pasada Volta, iba a salir a cobrarse su tercer triunfo en esta clásica. E igualar así el récord que comparten Hortensio Vidaurreta, Miguel Mari Lasa, Juan Fernández y Ángel Vicioso.
Caída de Enric Mas
El Astana de Ion Izagirre, Aranburu, Luisle, Fraile y Lutsenko era el muro a derribar. El conjunto kazajo tenía varias opciones, desde el sprint con Araburu a la guerra de guerrillas con los demás. El duelo entre el Astana y el Movistar se percibía desde el inicio. La fuga de un grupo formado, entre otros, por Aristi, Irisarri y Madrazo, sirvió para entretener el tránsito hasta la zona decisiva de la prueba. El Movistar aceleró en la subida a Guiguillano, pese a que había perdido a Enric Mas por caída.
Pero en las curvas cuesta arriba de Lezaun atacó Luis León. Bomba. Se fue con Swift, Hermans y Cepeda. A los tres los asfixió mientras detrás el Movistar gastaba a Verona, el último gregario de Valverde. Quedaba la subida a Eraul y los repechos finales. Mucho. Valverde cargó con todo en el hombro, con su edad y con tanta tarea. Agarró a Luisle. Tiró de él. Y cuando vio que por detrás se les pegaba el peligroso Lutsenko, ejecutó al fornido kazajo con otra arrancada. La bala del veterano. Lutsenko se rehízo cuesta abajo y hasta cogió unos metros de ventaja. De nada le sirvieron.
Antes de bajar hacia la meta de Estella hay que escalar un muro. Valverde, viejo francotirador, midió. Tenía a dos rivales y del mismo equipo jadeando a su lado. Cerca venía el grupo de Pello Bilbao, Omar Fraile, Mollema, Gesbert y Herrada. Calculó. Ahogó la parte baja del manillar con sus puños y en la rampa del 15% trituró al dúo del Astana. Bajó a Estella para saludar a su público, que siempre, como el ciclismo español, le echará de menos. Induráin, que es de su especie, aplaudía.