Sólo Roglic aparta a Aranburu del primer liderato de la Vuelta
El esloveno gana el prólogo de Burgos con 6 segundos sobre el guipuzcoano, mientras Enric Mas cede sólo 18 y Landa pierde 39
Alex Aranburu lleva dos horas sentado en la silla caliente. El patíbulo donde espera el que va primero provisionalmente en la contrarreloj inicial de la ... Vuelta. De apenas 7 kilómetros. «Pero tenía de todo. Subida, riesgo en la bajada. La he trazado bien. Y lo dado todo en el tramo final», cuenta mientras espera el goteo de rivales que llega. Gota a gota. Tortura. Un esloveno, Tratnik, casi le bate. Ufff. Suda el guipuzcoano en Burgos, ciudad sofocada por la ola de calor. Ya sólo falta uno, Roglic. El peor. El mejor. Aranburu ni pestañea, atento a la pantalla. A la puerta de Santa María de la catedral la llaman también 'la del perdón'. Pero no. Roglic no le perdona. Acabó la Vuelta 2020 como líder y así empieza ahora. «Ya sabía que me iba a ganar. Es un especialista», repetía el ciclista de Ezkio, a sólo 6 segundos el primer líder de esta edición.
El Papamoscas de la Catedral de Burgos se prepara para abrir la boca y anunciar las nueve de una noche que empieza a caer. Es puntual. Como Primoz Roglic. La construcción de algo tan inmenso y laborioso como una catedral es siempre fruto de una profunda convicción. Manos y fe. Cuerpo y alma. Piernas y determinación. De eso tiene de sobra el corredor esloveno, habituado a responder con un triunfo tras sus más dolorosas derrotas. De ahí viene, de ser campeón olímpico después de caerse y abandonar el Tour. Roglic es una roca. Cuando se cumplen 800 años de la colocación de la primer piedra de la basílica castellana, Roglic da el primer paso, la primera piedra, en la misión que le ha traído a la Vuelta: ganarla por tercera vez.
De hecho, nunca la ha perdido. Ha disputado en dos ocasiones la ronda española y las cuenta como triunfos. La primera, la de 2019, empezó a construirla en la contrarreloj de Pau. Y la segunda, el año pasado, en la 'crono' del Mirador de Ezaro. Luego, como siempre, le tocó sufrir. Nunca es fácil levantar una catedral. La suya tiene su propio estilo. Como esquiador de saltos memorizó al detalle la ley de la gravedad; como ciclista se ha adaptado como un guante a las normas de la aerodinámica. Armonioso como la Catedral de Burgos, sabe recogerse sobre la bicicleta de 'crono'. Evita levantarse en repechos como el que subía hacia el Alto del Castilla y nunca se expone al viento.
Desde lejos la silueta de la catedral donde descansan los restos de el Cid Campeador parece perfecta. Ocho siglos de asombro. Desde la cuneta, Roglic es así, impecable. Hecho para la lucha contra el tiempo. «Estoy muy contento», dice el vencedor. «Ha sido corta pero dura, no me quedaba nada en la meta», reconoce. «Ya soy líder, aunque lo importante es disfrutar en esta Vuelta», apunta. La etapa inicial le coloca en ventaja sobre el resto: Vlasov cede 14 segundos, Bardet se va a 17, uno más que Enric Mas, que empieza bien la carrera. A 20 se aleja Adam Yates y a 21, 'Supermán' López. Carapaz pierde 25 y Bernal, 27. Por encima del medio minuto quedan los más perjudicados, Carthy, a 33 segundos y Landa, a 39. Víctimas de la primera pedrada del líder esloveno.
Landa casi llega tarde
Landa eligió salir temprano, pese al calor, a los 38 grados que metían la tarde de Burgos en un microondas. Aunque madrugó casi llega tarde a la rampa de salida junto a la Puerta de Santa María. Sus seguidores se hacían cruces. Por lo pelos partió a la hora. Susto. A la trompicada biografía deportiva del alavés sólo le faltaba un despiste como el de 'Perico' Delgado en el prólogo del Tour de 1989, cuando llegó dos minutos y medio tarde. «¡Que salgas ya, Perico!», le gritaron. Landa sí salió a la hora. Y llegó a 39 segundos de Roglic. «He ido con cuidado, no quería recordar lo que me ha pasado otras veces», dice en referencia a caídas como la que le sacó del pasado Giro. «Sé que voy a ir mejor con el paso de los días», se anima. Quiere alejarse de su infortunio. «Ojalá llegue al final de la Vuelta con la sensación de que lo he dado todo». Que la suerte le deje subir hasta donde pueden llevarle sus piernas.
La breve contrarreloj que partió desde la Catedral y a la Catedral regresó tras apenas 7 kilómetros sienta a Roglic en el banco donde descansa la Estatua del Peregrino, con el templo al fondo. Burgos es estación de paso en el Camino jacobeo. Y esta Vuelta que acaba de empezar también concluirá en Santiago de Compostela, en su catedral. Roglic ha cogido unos segundos de adelanto. El viaje, bien lo saben los peregrinos, es siempre largo, pero al esloveno le gusta dar primero por si puede dar dos veces. Y en Santiago le espera otra 'crono', de 33 kilómetros. Hecha para él.
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