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El Euskaltel ensaya el regreso a la Itzulia
EL CORREO acompaña al equipo naranja en un entrenamiento por zonas de la segunda y tercera etapas de la ronda a disputar en abril (5-10)
En días así, grises, de los que amagan con llover, el color naranja parece aún más luminoso. Ocho ciclistas del Euskaltel abren la boca en ... la primera de las siete herraduras que suben hasta el Santuario de Santa María del Yermo (3 km. al 11%), en Llodio. Necesitan aire. La carretera que traza un zigzag en el pinar tiene tramos que superan el 20 por ciento de pendiente. Hay un kilómetro entero al 15 por ciento. Nudo en las gargantas. «La rueda de atrás patina si te levantas del sillín», coinciden los corredores. Demasiada inclinación. Los ocho forman parte de la respiración del bosque. Jadean. Y alcanzan la cima, que será meta el 6 de abril de la tercera etapa de la edición de la Itzulia que recuperará el color naranja. Tras siete años de ausencia, el conjunto vasco regresará a su origen, a la carrera en la que logró en 1994 (con Agustín Sagasti) su primer triunfo.
Cuatro horas antes de trepar hasta este muro de Llodio también conocido como Santa Lucía, Jorge Azanza, director del Euskaltel, explicó a sus ciclistas la tarea a realizar. Iban a repasar los tramos clave de la segunda etapa de la Itzulia (Zalla-Sestao) y de la tercera (Amurrio-S. M. del Yermo). Azanza vistió el maillot naranja. Por edad no estuvo en el primer triunfo del Euskaltel en la clasificación general de la ltzulia, el de Iban Mayo en 2003, pero sí en el segundo y último, el de Samuel Sánchez en 2012. Sabe que lograr el tercero está aún muy lejos, pero que ya se ha dado el paso inicial: volver a la carrera (5 al 10 de abril).
«La rueda de atrás patina si te levantas del sillín», comentan sobre las rampas de Santa Lucía
rampas del 20%
El técnico navarro dirige a sus corredores hacia la subida a Bezi, que sigue con su carretera estrecha y bacheada de siempre. Por allí escala la estela naranja que forman Gotzon Martín, Juaristi, Irizar, Aristi, Azurmendi, Cuadrado, Bizkarra e Iturria, que pincha. Un par de montañeros animan a los corredores. «¡Aúpa Euskaltel!». Con las restricciones por la pandemia, la marea naranja aún no volverá, pero ya se prepara. Quedan las brasas de aquel equipo popular que brilló en las grandes vueltas. Basta con soplarlas.
El grupo se dirige hacia la zona minera. Antes de alcanzar Muskiz, en Santelices, empieza en curva la subida a La Asturiana, la cuesta que termina en Peñas Negras y a la que dio nombre un bar. Será el inicio de la parte final de la segunda etapa. Los ciclistas se enfrentan a los Montes de Hierro.
Entre la cima de La Asturiana y La Arboleda hay un tramo de cemento en pleno descenso
zona peligrosa
A dar marcha atrás
«Ufff. Los tres primeros kilómetros son más duros de lo que pensaba», comenta Azanza, que tiene que frenar porque baja un camión maderero que ocupa toda la carretera. El director navarro tiene que dar marcha atrás hasta encontrar un pedazo de cuneta. Arriba, entre troncos apilados, la calzada está cubierta de barro. «Esto lo limpiarán», supone Bizkarra. Han parado para comer y beber algo. El descenso hacia La Arboleda, con un peligroso tramo de hormigón, no permite disfrutar de las vistas. Al fondo, El Abra y las dos márgenes de la ría.
Azanza quiere palpar la meta en cuesta de Sestao, en la calle Vía de Galindo. Repechón. Carga allí unos pinchos en un bar y el 'pelotón' tira de vuelta hacia Llodio para, tras haber visto el final de la segunda etapa, estudiar el de la tercera. «Tienes la cara manchada», le dicen a Unai Cuadrado. Cierto. Pecas de barro. «Tras bajar Malkuartu, la entrada a Llodio va a ser una gincana», prevé Azanza. Y, sin pausa, llega la violenta subida a Santa María del Yermo. «Parece un tramo del Zoncolan», compara. Allí respira el pinar vertical que recuperará en abril el color que le faltaba a la Itzulia, el naranja del Euskaltel.
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