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Momento de la caída de varios corredores en una curva.

El Astana se lame las heridas y ya está listo para la batalla de Arrate

Recuperados de la caída, Izagirre, Bilbao y Fraile salen a desbancar a Schachmann, con el que comparten hotel en Leioa

Viernes, 12 de abril 2019, 11:45

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El hotel NH Avanzada, en Leioa, se estrenó con la Itzulia de 2009. Los trabajadores recuerdan aquel inicio, los pequeños desajustes, el trajín de alojar a varios equipos y su flota de vehículos. Parecía una invasión de soldados uniformados de ciclistas. Y lo que comen. Esta vez hay tres conjunto alojados, el Ag2R francés, el Bora de Max Schachmann y el Astana, la escuadra, en teoría, más fuerte de la carrera, pero que ayer sufrió una caída casi en bloque. Ion Izagirre, Pello Bilbao, Lutsenko y Omar Fraile han pasado aquí la noche lamiéndose las heridas, casi puerta con puerta con el intratable líder, el sonriente Max Schachmann. «Estamos bien, listos para la batalla», anuncia Pello Bilbao, que ayer perdió por ese patinazo todas su opciones y que hoy se pondrá al servicio de Ion Izagirre y Fuglsang.

A la hora del desayuno se cruzan los corredores de los tres equipos. Saludos y alguna mirada de reojo. Schachmann sigue con hambre. Ya se ha comido tres etapas. Quiere el postre, la Itzulia. Y la busca tranquilo. «Con todo lo que ha ganado ya, pase lo que pase, me iré contento», dice. Como si ya no pudiera perder aunque no gane la carrera. Su figura ha crecido exponencialmente en esta carrera. El Astana se ha despertado magullado, pero dispuesto a encarecerle el triunfo en estas dos intensas etapas que faltan.

«Menos mal que me dio tiempo a frenar en la curva de la caída», relata Pello Bilbao. Se toca la espalda, justo encima de la cadera. «Me di contra la base de una farola. No fue mucho. Un golpe seco, pero estoy bien. He dormido sin problemas». Ion Izagirre, que acecha en la general a Schachmann, ha recuperado la sonrisa. Ayer en la meta de Arrigorriaga estaba serio, decepcionado. Hoy era otra cosa. «Bien, bien. Vamos a pelear por la Itzulia», avisa.

El desayuno se alarga. Un rato de calma. Es una etapa relativamente corta, 145 kilómetros, pero sin un metro plano. Siete puertos les esperan, incluidas las subidas a Ixua y Arrate, donde está la meta. Alrededor de una mesa del hall, los directores y técnicos del Astana planifican la táctica. Manejan los datos que corren por la pantalla del ordenador. Por la puerta del comedor, a paso lento, circulan los corredores, Bilbao, Izagirre, Fraile, Luis León... Suben a las habitaciones a ponerse el traje de luces. Toca faena en una plaza complicada. En el ascensor se encuentran con Schachmann y dos de sus gregarios. Saludo. Algo parecido al circo romano: los que van a morir se saludan.

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