Gaudu caza el oso de Somiedo antes que Soler
El francés bate en La Farrapona al catalán en una Vuelta que llega al Angliru con empate entre Roglic, bien protegido, y Carapaz, con un equipo frágil
A Marc Soler, alto y algo torpe con los pies, lo pusieron de portero en el equipo de fútbol de Vilanova i la Geltrú. « ... Pero yo lo que quería es jugar, disfrutar», recuerda. Marcar goles.
A 400 metros de la meta clavada en La Farrapona, tierra de osos, Soler salió de la portería. A por el triunfo. Llevaba todo el día en fuga y sólo tenía a su lado al francés David Gaudu. Se conocen. El catalán ganó el Tour del Porvenir en 2015 y el francés, el siguiente. Dos chicos con futuro. Soler, ansioso, no midió bien. El viento de Somiedo pegaba en contra. Atacó demasiado pronto. El aire le frenó. Gaudu asistió al error. El portero se había movido hacia un lado y le había dejado libre el resto de la meta. El menudo bretón marcó a placer su mejor victoria. «Me he precipitado, me he precipitado», maldecía Soler. Tenía una tirita para esa herida. Había subido a la sexta plaza de la general y había hecho trabajar al Jumbo de Roglic. El equipo de Soler, el Movistar, confía en que eso se note en la etapa que viene, la del Angliru. «En esa cuesta pueden pasar mil cosas», anuncia Enric Mas, la primera baza del conjunto español.
En La Farrapona, en cambio, apenas sucedió nada. A un minuto de Gaudu y Soler, el Jumbo tuvo manos y piernas para maniatar a todos los rivales de Roglic. El esloveno descuenta días. Tachó sin problemas esta etapa. Si salva el Angliru, tendrá prácticamente la Vuelta en su bolsillo a falta de una semana para alcanzar Madrid. Su gran rival, Carapaz, vio cómo su escuadra, el Ineos, se desmoronaba en pedazos en cada kilómetro de la Farrapona. De hecho, se quedó solo. A rueda de Roglic. Siguen empatados a tiempo en la general. Con los dos primeros de la clasificación estuvo al fin Enric Mas. Al sol, el mallorquín coge tono. «Me he sentido bien. Hasta ahora no había podido esprintar con ellos. Buena señal», se animó. «La diferencia se marcará en el Angliru», insistió. A esperar unas horas, pues.
En Asturias, al menos hasta esta pandemia, se bebe en grupo. Que corra la sidra. Un culín. El escanciador adopta su pose y el chorro cae sobre el vaso de cristal fino. La sidra se oxigena y lo llena todo con su aroma a manzana. El Movistar quería una etapa coral. En la salida de Villaviciosa era el perdedor de la Vuelta pese a ser la escuadra más fuerte. Soler y Valverde estaban a casi cuatro minutos de Roglic. Y Enric más, a dos. Eso obligaba al conjunto español a soltar un órdago. La mesa de juego se prestaba a ese juego a todo o nada con las subidas anudadas a cuatro puertos de primera, la Colladona, la Cobertoria, San Lorenzo y La Farrapona, donde estaba la meta. Arriba, más que sidra, iba a hacer falta una buena ración de arroz con leche para reponer fuerzas.
Los ciclistas las derrocharon. Salieron con sed y hambre, con ganas de componer un gran día, a juego con Asturias al sol de otoño. Entre Wellens y Guillaume Martin, que pugnan por el maillot de la montaña, encendieron la trepidante subida a la Colladona. El pelotón se troceó. E incluso Marc Soler perdió pie. Verona le rescató. La fraternidad laboral del Movistar. Asturias es tierra minera. Hay que ayudarse para salir del pozo. Por la cima, otro del Movistar, Oliveira, guiaba una fuga en la que iban Martin, Wellens, Donovar, Stoner y Gaudu.
Soler enlaza con la fuga
El segundo acto del concierto del Movistar comenzó a sonar en la Cobertoria. Prados salpicados de aldeas que trepan hasta las rocas. Soler, recuperado del sofocón anterior, mostró su cualidad de fondista. En apenas cuatro kilómetros le comió dos minutos a la fuga. Se unió a los escapados. Oliveira se puso de inmediato a su servicio. Había que desgastar a los que tiraban por detrás, el Ineos de Carapaz y el Jumbo de Roglic.
La etapa entraba en su punto de ebullición. Soler, que rodaba con tres minutos de ventaja, estaba a menos de cuatro de Roglic y Carapaz en la general. El duro puerto de San Lorenzo, penúltimo anfiteatro del día, asistió al pulso entre el Movistar, con Oliveira y Soler por delante, y el Jumbo, que fijaba el son bajo la batuta tranquila de Roglic, líder inmutable y convencido. Eran dos orquestas empeñadas cada una en sonar más alto. El eco rebotaba en las paredes de Somiedo.
Entre brañas donde pasta el ganado y paredes donde crecen los escuernacabras que alimentan a los osos, el Jumbo le puso el collar a todos. Con Vingegaard, Bennett y Kuss a su mando, Roglic no permitió movimientos. Sabe que tiene que defenderse en Asturias para rematar el martes en la contrarreloj gallega. Consiguió su objetivo. En cambio, el Movistar se quedó a medias. Soler sólo recortó un minuto y aún está a casi tres del líder. Enric Mas no se movió; tampoco Valverde a la espera del Angliru. Y encima Soler, el corredor que ha logrado las dos victorias del equipo este año, no midió bien la distancia en el sprint y dejó vacía la portería. Gaudu, el único de la fuga que había podido seguirle, subió el gol al marcador de Somiedo. Y en eso, el fútbol y el ciclismo se parecen mucho. Lo que cuentan son los goles. Queda un legado: la paliza de la primera sesión asturiana de la Vuelta se notará en la segunda, la del Angliru, donde Roglic y Carapaz tendrán que desempatar y el Movistar necesita saltar la banca.
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