Aleix Espargaró, en el Circuito de Getxo: «Poder correr en Euskadi, la cuna del ciclismo, me hace mucha ilusión»

La puesta en escena estuvo repleta de seguidores que aportaron color, con el naranja del Euskaltel Euskadi a la cabeza, y también de curiosos turistas que no daban crédito a lo que veían. Todo ello bajo un sol de justicia en el primer día veraniego de las últimas semanas, lejos eso sí del calor infernal que protagonizó la carrera hace un año. Aquella ola de calor hizo que se alcanzaran hasta 42 grados. Se impuso Jon Barrenetxea, del Movistar y también presente esta edición.

El autobús del Trek fue uno de los primeros en llegar a la explanada del Museo Guggenheim. Frente a las toneladas de titanio apareció Espargaró, al que ya le esperaban multitud de jóvenes aficionados en busca de un 'selfie' y autógrafos. «Era uno de mis sueños estar aquí. Ahora tengo que intentar templar los nervios y disfrutar», confesó a este periódico antes de tomar la salida. Tiene ficha del equipo de desarrollo, pero ha logrado hacerse un hueco entre tanta figura y colar su nombre en citas tan exigentes como el Circuito de Getxo-Memorial Hermanos Otxoa, que celebró su 80ª edición con el triunfo del mexicano Isaac del Toro.

«Tengo un equipo con mucha experiencia, voy a intentar seguirles», lanzó el de 36 años, ya ciclista con todas las de la ley. Desde luego, el Trek se tomó muy en serio la clásica vizcaína. Junto a Espargaró acudieron Juanpe López, décimo en el Giro 2022; Carlos Verona, vigesimocuarto en el Tour 2024; y sobre todo Quinn Simmons, nacido en Durango (Colorado) y que lució orgulloso el maillot decorado con las barras y las estrellas en condición de campeón de ruta de Estados Unidos. El americano lideró la prueba pero en la última subida a Pike Bidea de desfondó.

La inexperiencia en estos lares hace que Espargaró, el segundo piloto con más grandes premios disputados en la historia de MotoGP 258, solo por detrás de Valentino Rossi, 372), tenga «un poquito de respeto porque es un mundo totalmente distinto. Pero la ilusión nunca hay que perderla, es lo más importante en esta vida». Sobre todo después de conocer el amargo sabor de las caídas. Se fue al suelo en la tercera etapa de la Vuelta de Austria, tras la que abandonó al romperse el pulgar de la mano derecha. «Ha quedado un poco dañado (lo sigue teniendo hinchado) pero he seguido en los entrenamientos y aquí estoy. Aprendí muchísimo de la carrera, la caída fue mala suerte», explicó.

En 2020 el Circuito de Getxo incorporó la subida a Pike Bidea, el muro infernal de dos kilómetros y rampas al 20% que hizo las delicias en la etapa inaugural del Tour en 2023 y que volverá a ser protagonista el próximo 3 de septiembre en la Vuelta. «Me han hablado de ello, he visto muchos vídeos. Será muy duro», vaticinó el catalán, que vistió el dorsal '41', el que siempre le acompañó en MotoGP. «Que me lo den aquí... Es otra liga», lanzó con una sonrisa de oreja a oreja. Los números en los equipos ciclistas van de decenas en decenas y normalmente el '1' suele ser para el corredor más potente. En este caso, y pese a que siente un poco el síndrome del impostor, le han concedido ese honor.

Espargaró se estrenó con el Trek en marzo en 'The Traka', una prueba sobre gravel en Girona, cerca de casa, aunque se fue al suelo. Sin embargo, en mayo cosechó un genial séptimo puesto en la '114 Gravel Race' de Badajoz, parte del circuito mundial. El resultado le dio el billete para el Mundial que se celebrará en octubre, aunque todavía no ha confirmado su presencia. «Es una de las opciones, sí. El calendario sigue abierto, veremos que hay después», esquivó al ser preguntado acerca de sus próximas citas sobre la bicicleta.