Una prórroga feliz en la madurez
Baloncesto ·
Participantes en las ligas vizcaínas de veteranos de aplauden una idea que les devuelve al deporte y el compañerismo años despuésJosé Félix Cachorro
Bilbao
Domingo, 4 de mayo 2025, 00:09
¿Es posible sentir la competición décadas después de colgar las zapatillas? Sí, como demuestran las ligas y copas de veteranos de baloncesto. En Bizkaia compiten siete equipos masculinos –los bilbaínos de Berrio Otxoa, Escolapios y Artxandape, más Arturbi (Basauri), Askartza (Leioa), Oribeltza (Portugalete) y Zaldua (Zaldibar)– y cuatro femeninos –Erandio, Askartza, Escolapios y Berrio Otxoa–. Hay dos grupos masculinos y uno femenino más que el curso anterior, pero sería conveniente que creciera aún más la liga de mujeres.
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La normativa de la Federación Vizcaína permite participar a nacidos en 1985 y años anteriores, e incluir por equipo a tres nacidos entre 1986 y 1989. Se autorizan 18 licencias por conjunto y alinear a 15 jugadores por choque. Los duelos, dirigidos por árbitros oficiales, deben comenzar siempre los domingos de 9.30 a 10.30 horas.
«Algunas no habían jugado jamás y la mitad lo hizo en el cole. La media es de 40 y tantos años. La mitad jugamos en federado», detalla Natalia Villota, entrenadora y jugadora de Escolapios, cuya Asociación Deportiva celebra sus 50 años. La iniciativa arrancó en 2018, cuando una madre de alumnos dijo a la preparadora: «Si quedamos los viernes un ratillo y nos enseñas... Vino la pandemia, paramos y se retomó, y apareció un montón de gente. Una leyó que había equipo de veteranas, una de Tabirako, otra de Maristas...», recuerda Villota.
Profesionales de varios ramos componen una plantilla con mayoría de madres, cuyos hijos acuden a ver los partidos. Natalia admira la voluntad de sus pupilas porque cumplen «aunque les haya retrasado el trabajo o tengan una cría enferma. No hemos ganado un partido, pero no falta nadie. Si fuese un equipo cadete y no gana en dos años, se quedaría sola la entrenadora. Una jugadora dice que 'el baloncesto me da felicidad y tengo amigas y agujetas'».
Las escolapias han forjado un grupo fuerte. Alquilaron una casa rural y «lo pasamos pipa, como si tuvieses 18 años. Todas sin marido y sin hijos. Es como volver atrás». En el duelo contra el Erandio, celebraron «a lo grande» la primera canasta de una compañera. Entrenan un día a la semana para afrontar un partido al mes, lo que «da tiempo a recuperarse porque yo necesito una semana mínimo. Notas el cansancio», admite Natalia.
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Al Berrio Otxoa masculino le va mejor que a las chicas del centro de Bilbao, ya que ha ganado todo en dos años. 25 victorias, ninguna derrota. Tal superioridad se debe a que quizás «nuestra gente ha jugado en categorías altas: tres que han jugado en EBA, cuatro o cinco en Primera División, uno en la ACB, Adolfo Ramírez, en el Caja Bilbao, ahora lesionado. No jugamos con mucha intensidad, pero no hay otro equipo con la capacidad de meter tanto de fuera. Metes tres o cuatro triples seguidos...», apunta David Ruiz de Lazcano, jugador del conjunto de Santutxu.
También entrenan un día a la semana y disputan un partido cada dos, una frecuencia razonable porque «necesitas tener un descanso de dos semanas para recuperarte físicamente, de los dolores y de todo», admite Ruiz de Lazcano, de 45 años, una institución en el CB Santutxu y con pasado en categoría nacional y regional.
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El rojillo ensalza las competiciones de veteranos porque «la gente de 40 años tiene derecho a hacer deporte de forma tranquila y no jugar contra chavales de 20 que están mejor que tú, y te sientes hasta mal de no poder seguirles. En ejercicios de explosividad te rompes muscularmente. Hay que asumir cuál es el nivel físico, ver hasta dónde puedes llegar y qué no debes hacer». David va más allá al entender que estos torneos «nos vienen muy bien a nivel psicológico. La gente necesita, no todo el mundo, recuperar un poco la dinámica de cuando éramos más jóvenes, de volver a relacionarse».
El quinto cuarto
Ese valor social del baloncesto se ha extendido en la liga. «Este año, el equipo de Portugalete decidió invitar a los contrarios a cervezas y un par de tortillas tras el partido. Existe el tercer tiempo del rugby y nosotros el quinto cuarto. Esa idea es muy buena y nosotros la hemos repetido en los partidos de casa. Si hay un mosqueo, en el bar se pasa». Los viejos jugadores hablan entonces de batallas pasadas, de amigos comunes. «Creo que el quinto cuarto será casi obligado el año que viene». La camaradería se cultiva en los txokos o de tardeo en Santutxu, donde han creado un equipo femenino.
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La experiencia es un grado. En la madurez se interpreta el baloncesto con más conocimiento. Natalia sostiene que «el físico acompaña menos, pero sé mucho más que cuando jugaba». David coincide en que «notas que ahora eres mejor que nunca, entiendo el juego mejor, pero el cuerpo no responde». Los veteranos rebosan entusiasmo aunque a veces falten las fuerzas.
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