Una estrella de la vieja escuela
Tiago Splitter
Entrenador asistente de los Brooklyn Nets
Lunes, 27 de enero 2020
Es muy duro ver marchar de esta forma a alguien como Kobe. Como jugador ha sido uno de los mejores competidores que ha habido. Es ... el Michael Jordan que hemos visto jugar nuestra generación. Ganó cinco anillos de la NBA, dos oros olímpicos después de hacer de todo sobre una cancha de baloncesto. Volvió tras una terrible lesión, metió 60 puntos en su último partido... Todo lo que se ha dicho de él es real, que se ejercitaba horas y horas, que podía llegar a entrenar a las cinco y media de la mañana, las peleas que podía tener con sus compañeros para intentar siempre ser mejor equipo, alguien que era capaz de tirar de las orejas a Shaquille O'Neal si entrenaba poco... Todas esas cosas retratan a un ganador nato. Es una de las últimas estrellas de la vieja escuela; alguien que nunca se tomó un partido para descansar y que no se guardó nada nunca. Tenía la capacidad mental y física para ir a tope en cada entrenamiento y cada partido. Hoy, las estrellas de la NBA son un poco distintas.
Enfrentarse a Kobe Bryant te generaba muchas sensaciones, algunas de ellas raras. Al principio, interiorizabas que estabas jugando contra un ídolo tuyo, el mismo que estaba en los pósters de mi habitación. Luego, estaba el sentimiento de orgullo si lograbas hacer alguna buena jugada contra él. Era extraño; jugar contra un ídolo al que intentabas imitar desde pequeño. Era un jugador que hablaba mucho en la cancha. Te felicitaba si hacías algo bien, pero también te retaba continuamente cuando las cosas se ponían serias. Era un ganador nato; si tenía que comerte vivo, lo hacía. Tuve la 'suerte' de enfrentarme a él en la parte final de su carrera, cuando ya no tenía tanta explosividad. Aún así, era impresionante.
Antes del partido contra los Knicks, me encontraba en el vestuario de los entrenadores cuando vi en Twitter que Kobe Bryant había muerto. Cuando lo leí en alto, nadie me creyó. Más adelante, la noticia se extendió por todas partes y fue desolador. No había clima para jugar un partido de baloncesto.
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