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Descubre todos los secretos de las fracturas 'por estrés'

Se trata de grietas producidas en los huesos debido a pequeños traumatismo repetidos, o por excesiva carga, que afectan principalmente a futbolistas y corredores

lara pemán

Lunes, 2 de diciembre 2019, 23:16

A pesar de que el término fractura lo asociemos al instante a un traumatismo fuerte, existe lo que se conoce como fracturas por fatiga o sobrecarga, llamadas también por estrés, que consisten en grietas en el hueso producidas a raíz de micro traumatismos repetidos o por excesiva carga en dicha estructura ósea. Este tipo de fractura se puede producir en diversos huesos de nuestro cuerpo que estén sometidos a cargas repetidas. Sin embargo, la mayor parte de estas lesiones ocurren en los huesos del pie y la parte inferior de nuestra pierna, ya que llevan todo el peso de nuestro cuerpo.

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No siempre ocurre igual, y también depende de la localización y el grado de fractura, pero principalmente cursan con dolor fuerte que puede aparecer de manera repentina, sin necesidad de haber realizado alguna actividad de mayor impacto de lo habitual. Este dolor normalmente comienza con la actividad física hasta que cesa con el finalizado de la misma, ya que se reduce la carga sobre el hueso. También puede aparecer algo de hinchazón y/o enrojecimiento de la zona. Hay que tener en cuenta que si el problema no se trata el dolor suele aumentar y mantenerse en el tiempo, llegando a permanecer de forma continuada en la vida diaria.

Esta patología es difícil de diagnosticar, puesto que se confunde con facilidad con otras muchas. Para su correcto diagnóstico, por lo tanto, sería bueno acompañar la inspección física de pruebas complementarias como radiografías o TAC.

Si crees que puedes tener una fractura por estrés lo ideal es que acudas a tu podólogo de confianza y sigas las pautas que te marque. De todas maneras, el tratamiento de una fractura por estrés pasa, principalmente, por reposo durante al menos unas 6-8 semanas. También es conveniente reducir la carga de la zona afectada, para que así el hueso sea capaz de cicatrizar por sí solo, y generar callo óseo. Pero hay veces que el grado de la fractura es tal que incluso se produce desplazamiento óseo, por lo que en estos casos se necesitaría una buena inmovilización y cirugía.

Las fracturas por estrés, y sobre todo las del quinto metatarsiano, son más frecuentes en futbolistas. Esto se debe al efecto mecánico de los tacos de la bota sumado a las peculiaridades de dicho calzado, que favorecen la aparición de este tipo de lesión. Pero también constituyen alrededor de un 2% de las lesiones deportivas de los atletas. En este tipo de deportistas, las fracturas del quinto metatarsiano está íntimamente relacionada con la forma de pisar, y a su vez también están relacionadas con la morfología y la estructura muscular de cada persona y su técnica de carrera.

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Si hablamos de fracturas del quinto metatarsiano en corredores, se suelen deber a una fase de 'varo' en carrera más larga de lo necesario, es decir, el pie se mantiene en posición de “supinación” más tiempo del aconsejable. En estos casos, siempre se verá un desgaste bastante acusado de todo el borde externo de la zapatilla deportiva.

Sin embargo en corredores la fractura del segundo metatarsiano es la más habitual. El segundo dedo suele ser el hueso más largo y uno de los que más carga soporta, lo que influye directamente en la aparición de las fracturas por sobrecarga. Otro factor que suele influir en la aparición de estas fracturas es una bajada brusca de 'drop', o incluso comenzar a correr descalzos o con calzado minimalista sin una transición correcta. Al bajar de 'drop' siempre se observa mayor apoyo en la zona metatarsal contra el suelo, lo que produce una sobrecarga biomecánica de los huesos, dando lugar a una fractura.

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Otra fractura que también nos podemos encontrar en atletas, pero que no es muy habitual, es la fractura de calcáneo. Esta sobre todo se da en corredores que por una mala técnica de carrera, entre otros factores, impacta de forma brusca con el talón en el suelo. Este gesto repetido a cada paso provoca una sobrecarga exagerada que conlleva a las fracturas de las que estamos hablando.

Lo mejor para prevenir una fractura ósea de este estilo es la realización de un correcto estudio biomecánica de la marcha y la carrera. Es sencillo diagnosticar una forma de pisar que pueda favorecer estas lesiones, pero se debe enfocar en cierto modo desde un punto de vista multidisciplinar, que nos ayude a mejorar tanto la biomecánica del paciente como la disciplina del mismo. Mejorando su rutina de estiramientos, la técnica de carrera, e incluso el calzado deportivo en casos necesarios.

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