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Dina Bilbao, ataviada con la equipación del Orbea. Además de dejar escritas sus hazañas, guardaba todos sus dorsales.

Dina Bilbao: la triatleta aventurera que desapareció en El Caribe

Atravesó el Nilo en piragua, esquió en Groenlandia, fue a Cabo Norte en bicicleta, tomó parte en una expedición del Ártico al Trópico y estuvo a punto de morir congelada en Alaska. La vida de esta mítica deportista que lo mismo nadaba, corría que iba en bici y que murió con 36 años fue del todo inusual

Jueves, 24 de octubre 2019, 00:09

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Dina Bilbao Barruetabeña desapareció en junio de 1997 en mitad de una tormenta en el Caribe cuando realizaba una travesía en catamarán junto a su pareja, el deportista Iñigo Ross Iztueta. Tenía 36 años. Desde entonces, en su memoria, se celebra la Dinamartxa, una marcha en bicicleta y otra en monte que transcurre entre Tolosa, donde ella residió, y Ondarroa, su localidad natal. Existe también un Memorial Dina Bilbao de esquí de fondo, porque este era otro de los deportes que practicaba.

Me topé con su nombre en una revista antigua, ella escribía un artículo sobre la práctica del deporte entre las mujeres, y quise conocer su historia. En el proceso descubrí que la profesora Nagore Salaberria Sorondo había escrito hace unos años una biografía en euskera ('Dina, bizitza eta kirol-ibilbidea') sobre esta mítica atleta vizcaína nacida en Ondarroa en 1961. «Además de ser una buena persona y amiga, era una mujer tranquila, alegre, que hablaba de forma suave, que se llevaba bien con todo el mundo, de pelo rubio, ojos azules y siempre una sonrisa en su rostro», explica Salaberria. «Era auténtica, guerrera y llegaba al corazón de todo el mundo. Pronto encontró el sentido a su existencia y convirtió el deporte, la naturaleza y la aventura en su forma de vida«, relata.

Dina Bilbao fue ciclista y luego triatleta. Practicó el triatlón de invierno (esquí, ciclismo y marcha) y de verano (natación, ciclismo y marcha), así como el duatlón. En el I campeonato navarro de duatlón organizado por el Club Triatlon Tafalla resultó vencedora absoluta en categoría femenina. Participó en un centenar de triatlones, entre ellos seis iron-man (3.800 metros a nado, 180 kilómetros en bicicleta y una carrera completa de maratón). Ganó el Triatlón de Donostia-San Sebastián de 1987, 1990, 1991 y 1992, una prueba pensada para especialistas, como lo era ella, de metrajes largos. Aventurera y fuerte, realizó travesías deportivas en Laponia (1984), Groenlandia (esquí), el Nilo (1987) en piragua, del Ártico al Caribe.... También fue campeona de Euskadi.

Dina, en una prueba.

La huella que dejó es profunda. Dina tuvo una juventud normal, sin destacar en las actividades que luego la harían conocida. Las circunstancias de la vida la trajeron en 1983 a Tolosa y fue aquí donde comenzó a practicar y destacar en deportes, logrando marcas que ninguna mujer había conseguido antes. Fue abriendo, de forma natural, un camino nuevo para las mujeres en el mundo del deporte. Coincidió con el esquiador y promotor de la Nairobitarra Ángel Ortiz y con el aventurero Josu Iztueta, de quien fue pareja, y se apuntó a sus aventuras. «Tenía condiciones físicas, ganas de probar y muchas inquietudes. Y todo de forma amateur, sin pensar en la competición. Aunque en alguno de sus escritos menciona que con el deporte profesional le salió lo peor que llevaba dentro, porque le entraron las ganas de ganar. Vio un pequeño filón en ese aspecto, vislumbró la posibilidad de vivir del deporte, no por los patrocinadores, pero sí por los premios que podía ganar en las competiciones. Así es como orientó su vida«, explica su biógrafa.

Como toda historia, esta tuvo un comienzo. La trayectoria deportiva de Dina Bilbao arrancó con el equipo Orbea de ciclismo. Los directores quisieron montar una escuadra ciclista femenina y buscaron deportistas. Dina era una de las mejores y la ficharon. Después probó con el triatlón y le enganchó por completo. Creó junto a otros amigos el grupo Tolosaldeako Triatloi Taldea, se federaron y en cuanto se formó la primera selección española ella estuvo en el grupo. Dedicó diez años al triatlón, desde el 86 al 96. Dina utilizaba sus aventuras, que ella misma documentó con numerosos detalles, como un entrenamiento para el triatlón. Su primera salida fue a Laponia en el año 84. «Fue uno de sus viajes más especiales. Todo felicidad», recuerda Nagore Salaberria. «De hecho les llevaron a la cárcel por cruzar fronteras por lugares prohibidos e incluso en ese trance decía que les cuidaban muy bien. También aprendió allí que era capaz de hacer expediciones duras y complejas. Otro viaje que le dejó huella fue el que hizo a Alaska«. Después de estas expediciones comenzó a cambiar su discurso y empezó a verse más independiente. Tras volver, dejó Tolosa y se fue al Caribe, también por amor.

«A Tolosa vino por Josu y al Caribe se fue por el primo de este». Iñigo Ross Iztueta, de madre vasca, era natural de la isla caribeña de Antigua, uno de los trece países que forman la América Insular, Antillas o Islas del mar Caribe. Hacia 1994, Dina empezó su relación con Iñigo y dos años más tarde ya se instaló allí. ¿Qué pasó en Antigua? Dina e Iñigo estaban en la isla de Granada, donde compraron un viejo catamarán con el que ganaron una carrera. En el momento de regresar a casa, a Antigua, decidieron volver en el barco. Les advirtieron que el viaje era peligroso por las corrientes, que era mejor remolcarlo. Pero Iñigo tenía mucha experiencia en navegación, las medidas de seguridad que llevaban a bordo eran buenas y decidieron hacer el viaje. Nada más partir el timón les falló y volcaron. Tras recibir ayuda, siguieron adelante. Después el tiempo empeoró. El timón volvió a fallar, se rompió el mástil y se quedaron a la deriva. Iñigo pidió ayuda repetidas veces, dio datos de la dirección que llevaban y a dónde pensaba que les llevaba la corriente. Se hizo de noche y el equipo de rescate no pudo encontrarlos. La última llamada de socorro fue el 24 de junio. Creyeron que quizá habían podido recalar en alguna isla cercana, aprovechando su excelentes condiciones físicas, pero no fue así. Cinco días después se dejó de buscarles. Encontraron restos del catamarán, pero no sus cuerpos. Dina llevaba dos años y medio retirada de la competición.

Aprovechaba los inviernos, cuando no había pruebas de triatlón, para hacer travesías y expediciones. Aquí, en Finlandia.

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