Las Faría hacen historia en el balonmano

Un sueño cumplido. La premonición se produjo tras la conquista de la Copa de la Reina en abril de 2018, cuándo le preguntar que deseo le quedaba por hacer realidad. «Solo me queda compartir cancha algún día con mi hija». Marizza Faría (Asunción, 1983) experimentó el pasado viernes, en partido de liga, la sensación de jugar al lado de su hija Yeruti, que tiene 16 años y disputó ante Morvedre de Sagunto sus primeros minutos como jugadora de División de Honor en los que tuvo tiempo para celebrar un gol.

La coincidencia de ambas en cancha no es un hecho menor. Buena prueba de ello es que no se había producido nunca en la máxima categoría del balonmano español. Sí existen precedentes en categorías menores aunque no en la élite.

Lleva tres años Marizza Faría aguantando las bromas de sus compañeras sobre la posibilidad de jugar junto a su hija. «Ya me decían que algún día se haría realidad mi deseo», afirma la capitana del Unicaja antes del primer entrenamiento de la semana. No oculta el orgullo que le produce ver la evolución de su hija, que ya forma parte asiduamente de la selección asturiana que acude a los Campeonatos de España.

Entre ambas hay más de dos décadas de diferencia y la emoción las inundó en el encuentro entre asturianas y levantinas, que les permitió ser durante unas horas líderes de la Liga Iberdrola. Un día antes del partido, en la sesión preparatoria del jueves, la entrenadora Cristina Cabeza anunció a Yeruti Giménez y Lucía López, dos de las juveniles que se entrenan con el primer equipo de la entidad fabril, su convocatoria para el partido, lo que las motivó al máximo e ilusionó tremendamente al mismo tiempo a la familia Giménez Faría, que lleva casi veinte años en España y que se sienten como unos gijoneses más, con un negocio en la ciudad.

Marizza Faría asegura que en las venticuatro horas previas al inminente estreno de su 'heredera' «tenía nervios por ella». Sin embargo, una vez que la vio en la cancha «estuvo fenomenal» y reconoce que sentirla jugando a su lado «es una de las cosas más bonitas que te pueden ocurrir en la vida, pues es como un sueño que se ha hecho realidad». Las dos coincideronen el partido durante unos minutos en una acción de ataque y en una de defensa.

Yeruti, pese a su corta edad, saltó al Pabellón de La Arena con una gran tranquilidad y desparpajo para disputar un partido de una competición casi profesional. Forzó un siete metros, que convirtió, y dio un pase a la pivote María Palomo, en una acción ofensiva que acabó con el balón en el fondo de la red.

«Ha sido una sensación increíble jugar junto a mamá en una pista con un gran colorido y en un partido que además dieron por la televisión», apuntó la prometedora jugadora de solo 16 años.

Su madre cree que su hija actuó con una gran madurez, «porque entró muy serena, propició un penalti, que metió, y dio una asistencia a una compañera, no se puede pedir más». Sobre los consejos que le da cada día, la internacional paraguaya explica que lo que tiene que hacer Yeruti es trabajar, «porque las convocatorias se las tiene que ganar para seguir progresando».

En este sentido, la joven promesa lo tiene claro también tras comentar que «tengo que entrenar duro para que la entrenadora continúe contando conmigo y, sobre todo, seguir creciendo como jugadora junto a mis compañeras y mi madre» a la vez que añade todavía emocionada como refuerzo a su debut tras el partido que «las compañeras nos felicitaron y nos gastaron bromas después de que nos pidieran entrevistas para los medios».

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