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Sabrina Ionescu Samuel Marshall | GoDucks.com

La venganza de Sabrina Ionescu

La chica a la que no dejaron seguir jugando al baloncesto en un equipo de chicos, revienta la liga universitaria a base de triples dobles: lleva 18, un récord que entre los hombres está en 12

Jueves, 28 de marzo 2019

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La venganza de Ionescu. No es mal título para una obra de teatro. Pero no. No hablamos de Eugene Ionesco, el rey del teatro del absurdo. Esto es un artículo sobre Sabrina Ionescu, que también ha tenido que lidiar lo suyo con situaciones absurdas, por cierto. Si nos fijamos bien tienen apellidos diferentes. Un detalle para no confundirles. Aunque los dos compartan orígenes rumanos y un talento que les hace sobresalir entre el resto de mortales no tienen nada que ver entre ellos. Salvo la admiración por ambos, claro está.

Sabrina es una chica de 21 años que ha destrozado el récord de triples dobles conseguidos en la NCAA, sea en competición masculina o femenina. Estos días copa los titulares de las noticias que cuelgan por las últimas terrazas de los diarios digitales. Todo porque en pleno 'March Madness', los play off por el título de la liga universitaria en Estados Unidos, firmó un impresionante partido de 29 puntos, 12 asistencias y 10 rebotes. Triple doble. A ella se la ve reír al capturar el décimo rechace, pero tampoco lo celebraron demasiado. Era un premio menor dentro del obsequio que la base de metro ochenta acababa a regalar a sus compañeras de la univerdad de Oregón, a las que ha liderado con mano firme hasta el 'sweet sixteen', los dieciseisavos de final que se disputan este próximo fin de semana.

Enfrentarse al machismo

Pero la historia de Sabrina no es de color de rosa. Valga el tópico para pintar el machismo al que se ha enfrentado desde pequeña. Ella nació en el Norte de California, a donde su padre había emigrado huyendo de la violencia de la revolución rumana, en 1989. Su madre y su hermano mayor debían haberlo seguido en pocos meses. No fue hasta 1995 que lograron salir de la ex república soviética. Ese año nació ella.

En Estados Unidos llevó una infancia normal, hasta que otros decidieron que no lo era. Ella jugaba con otros niños. Con los amigos de su gemelo, con el que aún hoy en día comparte habitación en el campus. Como le gustaba el baloncesto y tenían una canasta y una pelota, ese era el pasatiempo con sus amigos. Muchos eran chicos. Ella tenía facilidad para anotar, lo único innato según ha reconocido en varias entrevistas, y podía disfrutar del juego con jugadores de más talla y envergadura que la suya.

«Como me veían pequeña, no me pasaban la pelota y tuve que buscar la forma de conseguirla por mis propios medios. Aprendí a rebotear». A ganar la posición, a intuir donde iría rebotado un tiro fallado. Saltando no iba a ganarles. Se lo curró, vamos.

«Aprendí a rebotear porque no me pasaban la pelota. A pasarla para que no me mandaran al banquillo»

«Fuimos creciendo y pensé que si buscaba una forma de hacerme importante en el juego tendría más oportunidades de seguir en el equipo». Ella era parte de una plantilla masculina. «Aprendí a pasar la bola. A hacer que los otros recibieran en posiciones que pudieran anotar». Pura necesidad que la convirtió en una máquina de hacer triples dobles. Su récord actual en la NCAA, que lo batió en realidad en febrero, estaba en 12 triples dobles. Lo tenía un chico, Kyle Collinsworth , que hoy está en la liga de desarrollo. Ionescu tiene todas las papeletas para ser la número 1 del próximo draft y pasar a la WNBA. Y eso que le queda una año de universidad. Le ha sobrado toda una temporada para reventar el registro histórico.

Una escudera llamada Maite Cazorla

Pero entonces, cuando estaba feliz en el colegio, aparecieron los ofendiditos. Le prohibieron seguir disputando la liga en el equipo masculino. «Literalmente me dijeron que me fuera a jugar a las muñecas». En su cole no había equipo femenino. «Recluté a las niñas necesarias y volví donde ellos. Ahora sí hay equipo».

Esa misma institución es la que ahora presume de una de las jugadoras más determinantes de la liga. Las Ducks son una fenómeno. En ellas está también la escolta canaria Maite Cazorla. Es la escudera de Ionescu y entre las dos forman una de las líneas exteriores que mejor tira de tres de todo el país. Si completan la gesta y ganan el campeonato, seguro que se hacen muy famosas también por estos lares. En EE UU, Ionescu tiene tal carisma que incluso sacó los colores de las televisiones nacionales a las que acusó, con razón, de ocultar los logros del deporte femenino. ¿Imaginan lo que sería un universitario capaz de promediar a lo largo de una temporada 20 puntos, 7 rebotes, 8 asistencias, con un acierto del 44% desde el arco? Absurdo.

Así juega Sabrina

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