Única e imborrable
Sin rodeos ·
'Patria' es una dramatización realista del dolor y la inhumanidad, y por eso no gusta nada a los que disculpaban los asesinatos de ETA'Patria' es ficción , pero también realidad. Una realidad que no gusta a la izquierda abertzale. Porque 'Patria' es narrativa literaria y ahora también cinematográfica, ... pero sobre todo una dramatización realista del dolor y la inhumanidad. La serie de HBO es la trasposición de una novela, pero también la trasposición emotiva de una verdad dolorosa. Gustará o no su forma de reflejar el fondo argumental de la novela, su ambiente, su estructura temporal, la de los personajes y los diálogos. Pero, sea en la novela o en su versión para el cine, 'Patria' no deja de contener una verdad con la que algunos no pueden enfrentarse. Porque molesta que su narración evidencie una realidad imborrable, que reviva lo que muchos han vivido o que se convierta en testimonio implacable e histórico de una cobarde sinrazón. Incomoda, también, porque la reacción emotiva y cognitiva que suscita su fondo argumental y descriptivo empuja y obliga al recuerdo y a la autocrítica del que ahora ve en la ficción su propio pasado o su propia cesantía moral.
Naturalmente, 'Patria' no gusta nada a los que disculpaban los asesinatos esgrimiendo una ficción delirante que ahora quieren convertir en la historia imposible de una guerra justa o en la fábula romántica de una violencia injustificable. Pero decir que la novela o la serie es inexacta o parcial no borra la realidad de los crímenes que cometieron o justificaron, del dolor que causaron, del miedo que propagaron o de la insolidaridad y el absentismo ético que todo ello produjo en una parte de la sociedad vasca, desde la política a la cultura, desde los despachos a las fábricas, desde las iglesias a las cocinas. Por esto último 'Patria' también incomoda mucho a otros, en novela o en cine, ya que su amplia difusión editorial y televisiva posterga o impide la desmemoria y el cierre de un capítulo vergonzante. Narrar y hacer ficción de ETA siempre plantea muchos dilemas, muchas disquisiciones morales y de estilo. Pero contar el dolor y la verdad de su crueldad, ninguna. Simplemente, porque la realidad es única e imborrable.
Ópera
Venta de activos
Sigue el goteo en la venta patrimonial de las instituciones culturales en el mundo anglosajón, para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia. En este sinvivir financiero, la ópera y sus altos costes de producción son especialmente vulnerables. Véase lo que está sucediendo con la prestigiosa Royal Opera House de Londres, obligada a vender un cuadro de David Hockney por el que espera ingresar 18 millones de libras que se destinarán por igual a mantener su presupuesto y el empleo. El cuadro de Hockney es un retrato de Sir David Webster, el director de la institución operística del Covent Garden durante 25 años. La obra será subastada en Christie's como parte de un plan para generar ingresos que también incluye un esfuerzo especial de mecenazgo y un esperado préstamo del Tesoro británico. Aunque Hockney nunca mostró interés por las artes escénicas, no solo aceptó el encargo de este retrato para la ópera londinense, sino que también realizó algunos trabajos para producciones de esta institución, del festival de Glyndebounre y de la Met neoyorquina.
Aforos
Se mantiene el dislate
En el inicio de la temporada operística y sinfónica va a seguir vigente la norma del 60% en los aforos y el tope máximo de 600 personas. Un dislate que el consejero de Cultura dijo no hace mucho que podría remediarse, aunque de momento no hay nada. La norma homogeneiza los teatros y no aumenta la prevención ante el riesgo sanitario. Veamos esto. El Teatro Arriaga tiene un aforo de 1.200 butacas y el Kursaal de 1.800. Con la norma vigente el Arriaga podría vender 600 entradas -el 50% de su aforo- y el Kursaal también 600 -el 33% de su aforo-. Siendo esto así, ¿acaso alguien piensa que los 600 espectadores del Arriaga van a tener mayor garantía sanitaria en un espacio más reducido que los 600 del Kursaal en un espacio bastante mayor? ¿No sería mejor reducir el aforo para todos al 40% o al 50%, eso sí, eliminando el tope de los 600 espectadores? ¿No es esto más racional? Piénselo, consejero.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión