Urgente Importantes retrasos en el metro por la caída de una persona a las vías en la estación de Algorta
David Garay, en una imagen del documental.

Así se vivió la alarma social en Bizkaia por el asesinato de tres jóvenes: «Hay que tener en la memoria al que mató a mi hermana»

David, hermano de Aintzane Garay, recuerda cómo las madres de Laura Orue y Virginia Acebes, entre otras, sirvieron de apoyo a la suya: «Solo ellas podían entender por lo que estaba pasando»

Lunes, 22 de septiembre 2025, 00:14

Los casos de Laura Orue y Virginia Acebes, ambos de 1999, y el de Aintzane Garay, de 2005, desencadenaron una gran alarma social en Bizkaia y dejaron una profunda huella en la memoria colectiva. En realidad, cada uno tenía características diferentes: el de Laura, que fue asfixiada, quedó sin resolver pese a los esfuerzos de investigadores y abogados; Virginia volvía a casa de madrugada cuando la raptó un desconocido, que la violó y la asesinó a cuchilladas, y a Aintzane la mató un exnovio, Mikel, al que ella creía inofensivo. 'Así se escribe un crimen', la serie documental de ETB y EL CORREO, analiza en su entrega de esta semana estos tres sucesos, que también tienen un vínculo posterior, algo así como el reverso humano de tanta brutalidad: «A mi madre la ayudaron mucho la madre de Virginia, la de Laura, la de Leticia Temiño y la de Néstor Gándara. Sabían perfectamente por lo que estaba pasando, era algo que solo ellas podían entender», explica David Garay, hermano de Aintzane, que participa en un emocionante pasaje del capítulo que se emitirá el miércoles.

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-Cuando desapareció su hermana, ¿pensó desde el principio que le había ocurrido algo malo?

-Yo lo tuve claro, porque la conocía muy bien. Eso de que la esperanza es lo último que se pierde..., en mi caso no fue así. Algo malo tenía que haberle pasado para que no se pusiese en contacto con mi madre ni con nadie. Y eso que yo vivía en Castro y no era tan consciente de todo lo que pasaba con Mikel: sabía cuatro cosillas.

-¿Qué momento de aquellos días se le suele venir más a la cabeza?

-Es curioso... Cuando Gaizka, el jefe de Protección Civil, llegó allí con todo el operativo, me dijo: 'David, esto pinta muy mal'. Y yo le contesté: 'Ya lo sé, ya sé que pinta mal, pero no se lo puedo decir a toda esta gente'. Estaba allí toda mi familia, mis hermanos, mis tíos... Por algún motivo, ese momento lo recuerdo especialmente. Y también cuando la encontramos, claro.

-¿Este hombre había dado alguna muestra de que podía hacer daño a Aintzane?

-Después de Mikel, mi hermana tuvo una relación con otro chico que nos ayudó mucho. Y Mikel solía molestarla bastante. Este chico insistía a mi hermana para que lo denunciara, pero ella decía que no merecía la pena, que Mikel era un bobalicón, que iba a quedarse ahí y no iba a hacer nada. Desde entonces, cada vez que tengo oportunidad, insisto en que las mujeres tienen que denunciar. Es lo poco que podemos sacar de aquello.

-¿Usted sospechó de él desde el principio?

-La primera que sospechó fue mi madre, que lo tenía clarísimo, y todo se planteó a partir de esa creencia: fuimos para Bakio, el coche lo encontramos enseguida...

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-¿Qué efecto tiene en una familia un drama así?

-Podría contar mil detalles, como lo de soñar con ella durante años. Hay cosas de las que hoy se me hace más difícil hablar que al principio: durante mucho tiempo tuve un sentimiento de culpabilidad tremendo, porque aquella noche yo tenía que haber llevado a mi hija, que tenía 3 años, a pasar el fin de semana con mis padres y con mi hermana, pero llegué de trabajar muy cansado. No me apetecía ir desde Castro hasta Barrika. Durante años pensé que, si hubiese llevado a mi hija, a lo mejor Aintzane se habría quedado con ella y no habría salido.

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-Pero sabe que no tienen sentido esas cábalas.

-Al final te das cuenta de que solo hay un culpable. Nadie más tiene la culpa. Pero lo pasé muy mal.

-En casa de su familia, habrán tenido siempre presente a su hermana...

-Hay fotos de ella por todos los lados, la recordamos siempre. Yo dejé de ir al cementerio hace años, porque nunca he creído mucho en esas cosas, pero no me hace falta para pensar en ella. Y, por desgracia, la sociedad te da con demasiada frecuencia motivos para acordarte de lo que pasó.

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-¿Cómo vive cada nuevo caso de desaparición de una chica o cada crimen machista?

-Se te revuelve todo. Sientes frustración: no se ponen medios eficientes para que estas cosas no ocurran, se podría hacer mucho más y mucho mejor para proteger a las víctimas, a las mujeres que denuncian. Hay recursos que se gastan en otras cosas y podrían invertirse en seguimiento, en medios, en proporcionar a estas mujeres otra vivienda en otro sitio... Y, por supuesto, habría que endurecer las condenas.

-¿Qué sabe del asesino de su hermana?

-Creo que está en la calle ya, con libertad condicional o el tercer grado. Lo único que espero, por el bien de los dos, es no cruzarme con él.

-¿Se imagina a menudo ese posible encuentro?

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-La verdad es que sí. Lo bueno es que creo que no le reconocería: la foto que se publicó entonces la tengo en la cabeza como impresa, pero creo que en estos años ha cambiado mucho.

Un padre más estricto

-En el documental usted cuenta cómo acudieron a casa de su familia las madres de Virginia Acebes, de Laura Orue...

-A mi madre la ayudaron mucho la madre de Virginia, la de Laura, la de Leticia Temiño y la de Néstor Gándara. Sabían perfectamente lo que estaba pasando mi madre, era algo que solo ellas podían entender, porque el punto de vista que puedo tener yo es distinto. Yo eso se lo agradeceré eternamente, porque estuvieron muy pendientes, tuvieron relación durante años: quedaban, se iban a comer, venían a mi casa...

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-¿A usted le cambió el carácter el asesinato de su hermana?

-Yo creo que sí. Me volví más desconfiado, más estricto con mi hija... Tiene ahora 23 años y alguna vez que hemos hablado de ello sí me lo ha explicado: llegó un punto en el que fui, no duro, pero sí muy estricto. Además, empecé a trabajar de vigilante, veía cosas por las noches y no quería que mi hija pasase por aquello. ¡Qué padre sería si no intentara evitárselo! Pero al final te das cuenta de que lo que tienes que hacer es estar ahí para apoyarla y para ayudarla cuando se equivoque.

-¿Es importante que se recuerden casos como los de su hermana?

-Sí, pero no tanto por el hecho de mantenerlo en la memoria y tal: a quien hay que tener en la memoria es al que la mató, que está vivo y puede hacer daño otra vez.

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-¿Acabamos con un recuerdo bonito de Aintzane? ¿Alguna escena de su vida compartida?

-Mi recuerdo es llegar a casa de mis padres y encontrármela cosiendo con mi madre. Hacían 'patchwork', era algo que compartían: mi hermana no era de salir mucho y solía pasarse las horas cosiendo. Mi madre tiene como la mayor reliquia del mundo una manta que le hizo Aintzane, con una dedicatoria bordada. ¡Hay tantas cosas que se ha perdido! Tengo ahora una sobrina preciosa, tampoco vio crecer a mi hija...

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