Innovar siquiera un poco en Viena, en un concierto cuya esencia debe mantenerse
Hubo polémica a propósito del Concierto de Año Nuevo en Viena porque su responsable dijo que quizá no es aún el momento para que lo dirija una mujer. Puede que no resulte tan sorprendente si se piensa que la Filarmónica de Viena, la orquesta que ofrece ese concierto y cuyos músicos eligen de manera democrática quién se subirá al podio cada año el 1 de enero, ha sido una de las últimas de Europa en incorporar mujeres a sus filas y aún hoy tiene muy pocas.
Al margen de lo discutible de la observación sobre si no es aún el momento, los criterios con los que se manejan los músicos para elegir director no resultan fáciles de entender ni son demasiado coherentes. Solo así se explica que a veces escojan a muy buenos directores pero que están notablemente alejados del repertorio obligado en ese concierto. Y luego, el margen de maniobra de los elegidos es mínimo: el concierto está pautado de principio a fin. Se sabe, por ejemplo, cuáles serán las dos últimas obras de los conciertos de año nuevo de los próximos treinta años. O más.
Por eso, la sorpresa de Franz Welser-Möst -que dirigía por tercera vez ese espectáculo- fue elegir valses de Ziehrer, Von Suppé, Hellmesberger, Eduard Strauss y, por encima de todos ellos, Josef Strauss que no habían sonado nunca en esa sala y ese día. Catorce de las quince obras del programa oficial eran inéditas. Ahí radicó el interés del concierto y del disco que ahora se publica. Luego, el vals 'Acuarela' -con el que terminó el programa oficial-, el 'Galop de los bandidos' y los eternos 'El bello Danubio azul' y 'Marcha Radetzky' sirvieron para ajustar el ritual. A Welser-Möst no se le puede elogiar la pasión sobre el podio, pero sí que pretendiera cambiar algo para que todo siga igual.
Orquesta Filarmónica de Viena y Coros de Niñas y Niños Cantores. Sello: Sony Classical
Franz Welser-Möst