Encuentro con Miguel Delibes en su casa
Museo en Valladolid ·
Recrean su salón, su despacho y su dormitorio en un espacio para el recuerdoCarlos Aganzo
Sábado, 18 de octubre 2025, 00:02
Recibía en una mecedora, en un rincón del salón junto a la ventana. Un salón que presidía el retrato gigante de John Ulbricht, con un ... joven Delibes de mirada larga de cazador que escribe, y que guardaba la serie casi completa de la colección de Áncora & Delfín. Escribía en una mesa tan recia como vetusta, cuyas grietas la hacían parecer un árbol doméstico. Con la fotografía, en el despacho, de su esposa, Ángeles de Castro, que le dejó viudo a perpetuidad cuando murió, a los cincuenta años, y su famoso retrato de 'Señora de rojo sobre fondo gris', de Eduardo García Benito. Y los libros que se regalaban y se dedicaban mutuamente en los años de juventud. Dormía en una cama austera, casi frailuna, con una mesilla de mimbre… y una estantería repleta de libros, por si acaso.
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Estos son algunos, los principales objetos del mobiliario de la casa de Miguel Delibes en Valladolid, en la calle Dos de Mayo, donde vivió desde los años cincuenta hasta el día en que se marchó, el 12 de marzo de 2010. Así estaba prácticamente la casa en febrero de 1989, cuando le visité por primera vez para hacerle una entrevista, y tuve que volver al día siguiente, porque mi embelesamiento me había hecho olvidar que había que pulsar dos teclas, y no una, para que la grabadora hiciera su función. Así estaba en noviembre de 2009, cuando me recibió con alegría tras mi nombramiento como director de su 'El Norte de Castilla'. Y así la volvimos a encontrar, acompañando a su hija Elisa, cinco años después de su muerte, cuando, con un estremecimiento, comprobamos que todavía permanecía en la mesita, junto a su mecedora de recibir, el libro mío de poemas que le regalé para celebrar el encuentro.
Y así la podemos encontrar desde ayer -salón, despacho y dormitorio- exactamente igual de como estuvo tantos años, en la nueva Casa de Delibes, en el palacio del Licenciado Butrón de Valladolid. Cerrando el círculo en la ciudad de las otras dos extraordinarias casas de escritores, la de José Zorrilla y la de Miguel de Cervantes. Una casa que ha abierto sus puertas precisamente el 17 de octubre, día del nacimiento (1920) del autor de 'El camino'. «Un espacio para su legado humano e intelectual abierto al público y a los estudiosos», en palabras del consejero de Cultura de la Junta de Castilla y León, Gonzalo Santonja.
Sus aparejos de caza y pesca
La Junta, al lado de la Fundación Miguel Delibes, que actualmente preside su hijo Germán Delibes, ha sido la encargada de llevar a cabo un proyecto que dio muchas vueltas y buscó infructuosamente otras ubicaciones, y que finalmente ha encontrado acomodo en este palacio, que comparte con el Archivo General de Castilla y León. La visita a la Casa de Delibes, en la planta baja, se articula a través de dos ambientes. En el primero se encuentran, además de la zona de acogida, el amplio espacio dedicado a la recreación de las tres salas de la casa de Dos de Mayo y un «espacio de tránsito», destinado a recrear la relación vital del escritor con la naturaleza, el medio rural y los campos de Castilla, y en el que, entre otras cosas, se muestran su bicicleta o sus aparejos de caza y pesca. Al otro lado del patio del palacio se abre una sala de exposiciones o refectorio, que habla de 'El escritor y sus criaturas', y recorre la obra de Delibes, sus adaptaciones al cine o al teatro, sus reconocimientos públicos o su relación con otros autores e intelectuales. Libros, documentos, originales y una selección de las innumerables ediciones de su obra en español y en otras lenguas.
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Un museo Delibes permanente, pero sobre todo la posibilidad única y maravillosa de acceder a ese mundo íntimo donde el escritor escribió buena parte de su obra y donde vivió los años centrales de su vida. Y ese último retiro cuando, por su enfermedad, ya ni siquiera podía salir a su paseo diario por el Campo Grande, a cuyas puertas nació, o, en los últimos años, apenas alrededor del edificio donde estaba su casa. Libros y más libros, y la lupa de aumento en la mesa, para poder seguir leyendo hasta el último instante 'El Norte de Castilla'. O la televisión, para no perderse los partidos del Real Valladolid. Y los retratos y fotografías de Ángeles, su ángel particular y la mujer que le convenció, por encima de sí mismo, de que podría ser un gran escritor, tan grande como cualquiera de los grandes de la literatura en español de todos los tiempos. No se equivocó en absoluto. Memoria también, pues, de ambos, así como de esa extraordinaria familia que crearon entre los dos. Más allá de la otra gran familia de Delibes, que fueron los hijos de su literatura de ficción.
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