La última función de Pabellón 6
Ramón Barea despide con '¡Ay, Carmela!' el teatro alternativo de Zorrozaurre, que se traslada temporalmente al nuevo edificio de la compañía joven
Nadie mejor que Mariví Bilbao para inaugurar hace 14 años Pabellón 6. La familia de la actriz regentó durante décadas la fábrica de toldos, velas ... y lonas para barcos Goyoaga, que compartía la bilbaína península (hoy isla) de Zorrozaurre con empresas que ya son arqueología industrial. Todavía las excavadoras no habían entrado en el nuevo Bilbao. «Cuando Ramón Barea me llamó para decirme que iba a montar aquí un teatro pensé que se había vuelto loco», recuerda Patxo Telleria. «Y resulta que fue un visionario, porque se ha demostrado que no importa que esté alejado del centro».
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Pabellón 6 representó este domingo su última función, '¡Ay, Carmela!'. La historia de dos cómicos pobres y cansados que en plena Guerra Civil se ven atrapados en la zona franquista y obligados a ofrecer un espectáculo de varietés a las tropas nacionales. Al final, Carmela y Paulino, Olatz Ganboa y Diego Pérez, saludaron al público puesto en pie mientras la bandera palestina ocupaba un escenario que pronto se demolerá.
Pero el espectáculo continúa. Pabellón 6 traslada su actividad en unas pocas semanas a Garabia, el edificio colindante, sede de la compañía joven, hasta que se construya un nuevo teatro que, como el actual, será de titularidad municipal y gestión privada. Ir al casi clandestino Pabellón 6 ya no será lo mismo. Adiós a adentrarse en Zorrozaurre, entre fábricas abandonadas y solares tomados por la maleza. Adiós al ambigú con frases de neón –«Cae al fondo de ti mismo»–, a las bobinas de cable que servían de mesas, a las mantas para combatir las matadoras corrientes de aire. Adiós a la goteras que caían del tejado de uralita.
Ramón Barea, alma máter del Off Broadway bilbaíno, recibirá las llaves de Garabia el 14 de octubre. Varios operarios se afanaban este domingo en un edificio con apariencia de granero de las llanuras estadounidenses, recubierto de madera clara en un guiño al pasado del local como serrería. «A finales de mes tenemos planeada la inauguración con una lectura dramatizada y los correspondientes protocolos», anuncia Barea. Dispondrán de 113 butacas, mientras el nuevo Pabellón 6 pasará de 180 a 230. Su idea es que haya representaciones durante más días, no solo el fin de semana.
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Hace 14 años, Adolfo Fernández echó a andar este sueño de un grupo de teatreros con una primera función en plena Aste Nagusia. 'Cantando bajo las balas' narraba el enfrentamiento entre Unamuno y Millán-Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, que después Amenábar llevó al cine en 'Mientras dure la guerra'. Ramón Barea, Ander Lipus, José Ibarrola, Blanca Arrieta y Patxo Tellería, entre otros, impulsaron un centro que toma su nombre de un relato de Chejov protagonizado por los orates de un desvencijado psiquátrico.
«Salió la noticia en EL CORREO y enseguida vino alguien del equipo de Azkuna para saber si solo íbamos a funcionar en la Semana Grande o teníamos intención de seguir», recuerda Barea. El día de la inauguración no tenían potencia de luz y hubo que recurrir a un generador. El actor y director, historia viva del teatro y cine vascos, señala a su alrededor y cuenta mil historias: «Esta tarima procede de la desaparecida Compañía de Ballet de Euskadi, este telón es del Getxo Antzokia, esas cortinas nos las dio el Arriaga...». Supo que aquello iba a ir bien cuando vio cómo una espectadora movía su silla sin inmutarse al caerle encima una gotera.
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Mikel Losada, socio fundador y actor de 'Esencia patria', el primer espectáculo de producción propia, fue de aquellos que se arremangaron para quitar la basura de la nave. «Se va a convertir en algo mejor, está claro, pero voy a echar de menos el aroma underground, la cercanía, la autogestión de gente que hemos dejado aquí mucha energía... Yo soy más nostálgico que Ramón y me sigue gustando pasar frío o calor», reconoce Losada, que destaca asimismo la labor de Pabellón 6 como escuela y cantera.
Zorrozaurre «ya no es la periferia de Bilbao», resalta Ramón Barea, que cita a Nieves Concostrina: «Cualquier tiempo pasado fue anterior». Barea confiesa que en los inicios de Pabellón 6 pensó en tirar la toalla. «Los compañeros preguntaban las condiciones... Yo no quería hacer el Centro Dramático Nacional ni una productora de teatro, sino un lugar de trabajo para una profesión que tiene un 80% de paro». Su carrera, consiente, sería distinta si estos 14 años no hubiera metido tantas horas en Zorrozaurre. «Lo he pensado, pero no me ha importado. He ganado para la profesión lo que a mí me hubiera gustado tener».
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