La perversión llega al Arriaga de la mano de Ricardo III y Calixto Bieito
La adaptación del clásico de Shakespeare toma como punto de partida el hallazgo de los restos del rey inglés, con un reparto argentino que lidera Joaquín Furriel
La verdadera historia de Ricardo III' es una producción del Teatro San Martín de Buenos Aires que supone el reencuentro de Calixto Bieito y el ... actor bonaerense Joaquín Furriel. Se conocieron hace 15 años con motivo de un montaje de 'La vida es sueño', con un Segismundo animalizado y bestial, y ahora vuelven a la carga con un personaje que encarna el resentimiento, el ansia de poder, el sadismo y la manipulación. El coliseo bilbaíno acogerá cuatro funciones, del jueves al domingo, de un espectáculo que dialoga sin complejos con la tragedia de William Shakespeare.
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«¿En quién nos hemos inspirado? ¿Qué tirano de la actualidad podría acercarse más a ese perfil? No tenemos respuesta porque lo nuestro no es un panfleto. Joaquín saca de sí mismo al personaje. Lo extrae de su cuerpo y de su voz», subrayaba ayer en rueda de prensa el director de escena mirandés y responsable artístico del Teatro Arriaga. No hace falta más que un coche suspendido en lo alto y una escenografía simbólica y fragmentada para alternar la trama de Shakespeare con un contexto contemporáneo de investigación forense. Los responsables de la adaptación, Calixto Bieito y Adrià Reixach, toman como punto de partida el hallazgo en 2012 de los presuntos restos óseos de Ricardo III bajo un aparcamiento de la localidad inglesa de Leicester.
Aquel descubrimiento echó por tierra la leyenda de la deformidad del monarca. A la luz de sus despojos resulta que Ricardo III no era jorobado, sino que sufría de escoliosis. «Shakespeare escribió Ricardo III basado en los rumores sobre su maldad y malformación. Hizo una obra propagandística para los Tudor, pero no pasa nada. La Historia ha sido manipulada muchísimas veces por los vencedores. La tragedia de Shakespeare trasciende la anécdota. Va más allá», reflexiona Bieito, muy ilusionado por presentar en Bilbao un trabajo que le ha permitido ahondar por enésima vez en la naturaleza de la perversión humana.
«Espacio de comunidad»
El montaje se estrenó el pasado 26 de junio en Buenos Aires, donde permaneció en cartel hasta el 14 de septiembre, para luego aterrizar y quedarse diez días en los Teatros del Canal de Madrid. La actuación de Joaquín Furriel ha sido aclamada unánimemente por crítica y público. Es uno de los actores más reputados del teatro, cine y televisión argentinos, pero nunca pierde la oportunidad de trabajar fuera de su país. Ahora se encuentra de plena actualidad por su participación en la serie española más vista de Netflix, 'El refugio atómico', y se le ve satisfecho aunque no pletórico. Eso únicamente se alcanza con la experiencia en vivo y en directo.
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«No puedo vivir sin los escenarios. Es un espacio de comunidad en el que se vive el presente con el público», advierte con una amplia sonrisa y un brillo acerado en los ojos verdes. Fogueado en las tablas, le gusta tener delante a los espectadores y romper la cuarta pared. «En 'La verdadera historia de Ricardo III' hay momentos de interacción con la gente, como también los había en los tiempos de Shakespeare». En su interpretación concilia la vileza y la depravación con una capacidad de seducción que pone los pelos de punta. Es un tirano que debilita a sus enemigos y testigos con el poder de la palabra y los sentimientos. «No se puede negar que se trata de un patrón de conducta que está grabado en nuestro ADN. No era nada nuevo en el siglo XV, que es cuando se ambienta el argumento histórico de Ricardo III, y en la actualidad está claro que se mantiene».
La adaptación de Calixto Bieito y Adrià Reixach no se ajusta a la estructura de cinco actos pero respeta la esencia de los diálogos fundamentales del texto original, traducido «al porteño» por Lautaro Vilo, y los completa con textos de nuevo cuño que reflexionan sobre la ambición y el crimen. El acento y el espíritu argentinos impregnan todo el montaje, con un reparto que llega directamente de Buenos Aires, con figuras de la talla de Luis Ziembrowsky, Ingrid Pelicori, Belén Blanco, María Figueras, Marcos Montes, Luciano Suardi...
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«Todo fluye de manera orgánica, sin fisuras. No hay contradicciones, yo lo veo muy natural», recalca Bieito, cuando se le pregunta por las dos dimensiones que sostienen el montaje: hay una que corresponde al siglo XXI, con forenses, arqueólogos y genetistas analizando los despojos de Ricardo III, y otro que sigue la trama con Lady Ana, la reina Isabel, Buckingham y otros miembros de la corte. «Se entiende perfectamente. Hay personajes de Shakespeare que se colocan una bata blanca y viceversa. Esa flexibilidad y dinamismo también existían en el teatro del siglo XVI».
La escenografía, con una estética de collage y guiños a la pintura tenebrista de Francis Bacon, tiene la impronta de Barbora Horáková Joly. Es polivalente y lo mismo enmarca las intrigas palaciegas y batallas que la investigación de un equipo de médicos, con elementos audiovisuales concebidos por Adrià Reixach que enriquecen la propuesta escénica. De esa manera, se ofrece una experiencia performativa, arropada por el universo sonoro de Janiv Oron y la iluminación de Omar San Cristóbal y del propio Calixto Bieito.
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Todos los estímulos de la producción del Teatro San Martín van destinados a desvelar las raíces del mal que anidan en el interior de un ser tan arrollador y letal como Ricardo III. «No es una obra con la que demos respuestas, que cada uno saque sus conclusiones», coinciden el director de escena y su actor fetiche.
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