Puede ser que para describir el mal haya más palabras que para lo bueno. Maldad tiene más sinónimos. Quizá el mal fascine porque se explica ... mejor. A esa seducción se rinden Calixto Bieito y Adrià Reixach en 'La verdadera historia de Ricardo III', otra visita al Shakespeare de los villanos, de los malvados, que el propio Bieito hizo tres años atrás en 'Erresuma/Kingdom/Reino', y más. En 2012 en un parking de Leicester, en una parcela con una 'R' marcada, aparecieron los restos del rey Ricardo III (1452-1485). El insólito hallazgo animó a los autores (quizá el más motivado fuera Bieito), a una disección del sanguinario Ricardo que nos recuerde que el mal es parte de nuestras vidas.
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Espacio y personajes, ropas y objetos, el coche en el parking y un casco guerrero, funden pasado y presente. Escenario oscuro forrado en negro donde hay que elegir acciones simultáneas que son lugares, estados de ánimo con luz en los rostros, y acciones. En 'Ricardo III' han intervenido el teatro San Martín y el ente Complejo Teatral, ambos de Buenos Aires. Es una cultura de intérpretes intensos en lo gestual y en el habla. Y más intenso aún es Joaquín Furriel, rey Ricardo, en una travesía que empieza circense y continúa por una gama del disimulo a la crueldad. Es un 'actor físico', de ademán y mueca, que por cierto pide buena forma (tumbado, se yergue sin apoyo; se pone un grueso abrigo de un golpe, resiste brazos en cruz…).
Bieito subraya los clímax que son flases aunque en Shakespeare sean proceso dramático. Crea polos de atención en estampas a veces motivadas, a veces caprichosas. Sus enlaces de causa y efecto ¿emocionan o solo sobresaltan? Los fragmentos reducen la emoción, distancian,..
Moralizadora por contraste. Hermosa plástica, otro modo de actuar y otra técnica. De indudable interés.
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