Sigue el revisionismo
Sin rodeos ·
El Ayuntamiento de Barcelona retira a los Reyes Católicos del callejero de BarcelonaA vueltas con el revisionismo histórico. Esta semana le ha tocado la china a los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, retirados del callejero de Barcelona ... no sabe bien si por un impulso miope de feminización galopante o por un revisionismo histérico y contemporáneo sobre su papel en la unificación de España. Habrá sido un poco por todo, puesto que el cambio está incluido en el plan para la feminización del callejero, es decir, en las cuotas de igualdad exigidas a una llamada Ponencia del Nomenclator; además de que no son ajenos los prejuicios de ciertos políticos con respecto a todo lo que suene a España. Los Reyes Católicos han sido sustituidos en su calle del barrio de Vallvidrera por la eximia pedagoga Elisa Moragas i Badía, una notable impulsora de la educación libre. La razón feminizante es un poco inconsistente, eso sí, dado que el descuelgue urbano de los monarcas también margina a una mujer, Isabel I de Castilla. Tampoco es menos pasmosa la razón política, ya que la plataforma vecinal erigida en demanda del cambio afirmaba que el nombre de los Reyes Católicos había sido impuesto durante la dictadura de Primo de Rivera, con lo cual el ayuntamiento tuvo que buscar a todo correr dos alternativas para el cambio, imponiéndose a los puntos la pedagoga al no menos eximio Manolo Vázquez Montalbán, candidato frustrado que fue vecino del barrio. En fin, el episodio es tan chusco y delirante como para sonrojar a cualquiera. El revisionismo tiene su sentido cuando se reexaminan con rigor y objetividad las fuentes sobre un registro o periodo histórico, ya sea con una perspectiva diferente o con nuevos datos que pudieran alterar nuestra visión de la historia. El problema es cuando no se trata de un revisionismo histórico sino de una decisión cateta e ideológica, cuya finalidad es la de imponer una forma partidista de dimensionar unos hechos históricos. No estamos, pues, ante una corriente historiográfica que intenta saber más y entender mejor la historia, sino ante una lectura subjetiva con una evidente afiliación política e ideológica. De risa, sí.
Criptoarte
Otra iniciativa
Sin duda ha sorprendido y generado una enorme expectación la subasta de NFTs realizada por el Hermitage de San Petersburgo con cinco de sus obras maestras, copias virtuales de Leonardo ('Madonna y el niño', en la foto), Giorgione, Van Gogh, Kandinsky y Monet, algunas de ellas con precios de salida cercanos a los 8.500 euros. Verdaderamente las criptocopias de estas obras maestras tienen su singularidad coleccionista, ya que el museo ruso solo producirá dos copias por obra, ambas firmadas por su director, una para el comprador y otra que se quedará en la pinacoteca. Aun así está por ver la evolución en el mercado de este segmento del arte en los formatos digitales, ya que no es lo mismo coleccionar una obra digital creada originariamente con esa tecnología, que convertir obras maestras de la pintura antigua en copias digitales. En todo caso, y dado que algunos museos como el Hermitage siempre buscan nuevas fuentes de ingresos o que las casas de subastas han encontrado otro segmento de negocio en el etéreo mundo del blockchain, es de esperar que la cosa prospere.
Aforos
¿Cambio inminente?
Los aforos siguen en el eje del debate. Sí, los mejores datos en la extensión de la pandemia y las peticiones y presiones del mundo de las artes escénicas presagian un cambio sustancial en la materia. Por ejemplo, la Asociación de Empresas Productoras de Teatro de Cataluña ya reclama aforos del 100% para «poder pasar de la resistencia a la recuperación». Y en Madrid también parece inminente el cambio, ya que los rectores de la Comunidad estudian retirar cuanto antes las restricciones y que los cines y teatros abran al 100% de su capacidad, algo que ya se permite desde hace meses en Nueva York, Londres y París.
Por supuesto, esa cautela del Gobierno vasco que no se ha traducido en mejores datos sobre la pandemia que los de Madrid o Barcelona con menores restricciones sigue produciendo efectos muy negativos, y lo que es peor, una incertidumbre pesarosa a la hora de programar. ¿Hasta cuándo?
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