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Sigue el revisionismo

Sin rodeos ·

El Ayuntamiento de Barcelona retira a los Reyes Católicos del callejero de Barcelona

Domingo, 12 de septiembre 2021, 01:08

A vueltas con el revisionismo histórico. Esta semana le ha tocado la china a los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, retirados del callejero de Barcelona ... no sabe bien si por un impulso miope de feminización galopante o por un revisionismo histérico y contemporáneo sobre su papel en la unificación de España. Habrá sido un poco por todo, puesto que el cambio está incluido en el plan para la feminización del callejero, es decir, en las cuotas de igualdad exigidas a una llamada Ponencia del Nomenclator; además de que no son ajenos los prejuicios de ciertos políticos con respecto a todo lo que suene a España. Los Reyes Católicos han sido sustituidos en su calle del barrio de Vallvidrera por la eximia pedagoga Elisa Moragas i Badía, una notable impulsora de la educación libre. La razón feminizante es un poco inconsistente, eso sí, dado que el descuelgue urbano de los monarcas también margina a una mujer, Isabel I de Castilla. Tampoco es menos pasmosa la razón política, ya que la plataforma vecinal erigida en demanda del cambio afirmaba que el nombre de los Reyes Católicos había sido impuesto durante la dictadura de Primo de Rivera, con lo cual el ayuntamiento tuvo que buscar a todo correr dos alternativas para el cambio, imponiéndose a los puntos la pedagoga al no menos eximio Manolo Vázquez Montalbán, candidato frustrado que fue vecino del barrio. En fin, el episodio es tan chusco y delirante como para sonrojar a cualquiera. El revisionismo tiene su sentido cuando se reexaminan con rigor y objetividad las fuentes sobre un registro o periodo histórico, ya sea con una perspectiva diferente o con nuevos datos que pudieran alterar nuestra visión de la historia. El problema es cuando no se trata de un revisionismo histórico sino de una decisión cateta e ideológica, cuya finalidad es la de imponer una forma partidista de dimensionar unos hechos históricos. No estamos, pues, ante una corriente historiográfica que intenta saber más y entender mejor la historia, sino ante una lectura subjetiva con una evidente afiliación política e ideológica. De risa, sí.

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