Querido Dani. No nos conocemos de verdad. Bueno, una vez, cuando empezabas, hiciste un monólogo en un evento de mi periódico y al terminar me ... acerqué a decirte que me había partido de risa. En otra ocasión acogiste en tu casa a mi amigo Juan, que tampoco lo conoces, pero compartías piso con un colega suyo de Málaga. Pero vamos, que no nos conocemos. Así que lo de querido, más que por cercanía, es por empatía. ¿Sabes, Dani? Hace una semana falleció mi padre. Cáncer de pulmón. Supongo que es una noticia que ya se habrá comentado por las cadenas, porque él veía mucha televisión. Imagino a los analistas, tirándose de los pelos y clamando al cielo: «¡Por qué se ha desplomado la audiencia del golf!»; «¿Dónde está el que veía 'El Padrino' siempre que la poníamos?». Por no hablar de los concursos de la tele, claro. Qué lástima que no se animara a ir a alguno, se hubiera traído un cofre de monedas. Tampoco te voy a confesar, justo ahora, que mi padre fuera un gran fan tuyo o algo así. Es cierto que le recuerdo a carcajada batiente viendo 'Ocho apellidos vascos' y que alguna vez dijo «qué majo el chaval este». Así que si te escribo lo de mi padre es para contarte algo que, quizás, ya sepas. Él decía a menudo que «el cáncer es una mierda». Ha sido un año y medio duro, para él y para todos. Y de eso te quería hablar: de todos. No había visto una muestra de amor más grande en mi vida. Familiares, amigos, vecinos del pueblo, antiguos alumnos -fue profe de Historia- y viejos compañeros de pupitre. Todos. Todo su mundo abrazándolo hasta el final. Si pudiera volver atrás eso es lo que diría a mi padre, que se arropara con ese cariño tan abrumador y que se agarrara a eso cada vez que duela. Querido Dani, el cáncer es una mierda, pero te vas a hinchar de amor. Agárrate a eso. Te curarás.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión