Postal Kolekzionistak, más de lo que parece
El quinteto tolosarra pilotado por Iñigo Asensio presentó su reválida, 'Bagoi hutsak' (Vagones vacíos), en un Bira que entró en su melancolía viajera y longitudinal
ÓSCAR CUBILLO
Jueves, 27 de mayo 2021, 02:37
El aforo reducido debido a la pandemia en el Bira, bar y centro cultural del casco viejo bilbaíno, se reduce a 36 personas convenientemente sentadas en mesas separadas. Y casi lleno, ocupado por casi 30 espectadores, con mayoría femenina, se vio el Bira el miércoles en el estreno en la ciudad de 'Bagoi hutsak' (Vagones vacíos), la reválida del quinteto tolosarra Postal Kolekzionistak (Coleccionistas de postales), capitaneado por el periodista y documentalista Iñigo Asensio.
Cómodamente sentados en la mejor mesa, y pudiendo beber a gusto y sin prisa alguna caña a precio normal, degustamos el concierto de 13 canciones en 69 minutos. Sonaron los ocho temas de la novedad, 'Bagoi hutsak', y cinco más de su debut, 'Azken gaua hirian', de 2019. Y la cita estuvo muy bien, porque Postal Kolekzionistak dan más de lo que parece, trascienden más allá de la suma de sus partes: esa extrema sencillez estilística tan bien arreglada, la presunta linealidad de sus composiciones siempre en gradación más que subliminal, la escasa destreza a la armónica del líder Iñigo que a veces evocaba a Springsteen (¡'Ondo nago'!) y otras acariciaba el alma, y un modo de cantar que apura las facultades con emotividad no sentimentalista cimentada en sus letras de viajes (desde Tinduf hasta México DF) y melancolía. Esto por no hablar de dos hándicaps de la velada: la necesidad de contener el volumen y la sustitución del veterano baterista oficial por el joven Julen, que solventó el papel sin ningún reproche (y el guitarrista, Ander Zubillaga, de los Governors, también pareció tocar con el freno de mano puesto, aunque encantó con su trabajo diáfano, sin distorsión).
Lineales que no planas, longitudinales en su justa medida, y narradoras de vivencias y reveladoras de sentimientos son las canciones de Iñigo Asensio, quien cantó, tocó una guitarra eléctrica y otra acústica, sopló la armónica y agitó alguna percusión, y además supo mantener un discurso y luego presentar a la banda él hablando y el resto tocando, a la americana.
Como al modo americano pero de rebote parecen surgir sus canciones, que muy a menudo nos recordaron a los anglo-australianos Danny & The Champions Of The World (créanlo, en títulos como 'Aireportuak II', 'Bueltan', el homenaje a la Ciudad de México 'Azken gaua hirian', o el crepuscular y pistolero 'Aireportuak I'), a Benito Lertxundi por los coros aportados por la benjamina del quinteto, la pianista Irene López ('Hotz emozionala'), a Ismael Serrano (en 'Macondo', la única en castellano de las 13 del setlist, con un prólogo pregrabado de la lectura del fascinante arranque de 'Cien años de soledad'), a Mikel Erentxun derivando hacia Graham Parker por eso de la citada gradación ('Lekueak leku'), a los Immaculate Fools ('Azken bagoitik'), a los Waterboys por lo céltico (la última, 'Kafea zor didazu', que en el disco canta en parte el invitado Mikel Urdangarin), siempre gastando un dramatismo sofocado, una forma de cantar en el fondo recitando muy propia de la música en euskera, desde los cantautores hasta los poperos (por ejemplo en 'Bildurraren hiria', La Ciudad del Miedo, que como dijo Iñigo en la presentación, «podría ser Bogotá, Ceuta o Gaza»).
¿Cuándo volverán a cruzarse nuestras hojas de ruta con las de estos Coleccionistas de Postales?