El pezón más esperado
Sin rodeos ·
Con su censura, Instagram le ha hecho una gran campaña publicitaria a la nueva película de Pedro AlmodóvarLos algoritmos de Instagram censuraron esta semana el cartel de la nueva película de Pedro Almodóvar, pero también le han hecho el favor de una ... campaña publicitaria tan gratuita como exitosa. Lo uno por lo otro. El pezón almodovariano diseñado para el cartel de 'Madres paralelas' era según los filtros algorítmicos una tetilla susceptible de control por su sensible desnudez, algo menos tolerable que las masculinas o menos censurable que las derivadas de una mastectomía. Un disparate conceptual, ya se ve, convertido en tabla de ley o en código moral y universal que se traslada como fría instrucción secuencial a las redes sociales. Vistas las cosas de esta manera, el pezón femenino según Instagram no parece sino un poderoso interfaz intuitivo, tan capaz de herir almas sensibles como de erotizar inadecuadamente a la audiencia no tanto cuando se intuye bajo el bikini de las múltiples 'influencers' que estos días lo sugieren libremente y sin censura como cuando se enseña sin embozos o incluso como recurso narrativo, visual y artístico de una película.
Instagram siempre ha tenido problemas con los pezones, pero no con los culos. Será que el polifacetismo de los pezones en la identidad y en la sexualidad femenina ha preocupado mucho más a los ejecutivos de Zuckerberg que la humildad y la diversidad formal y volumétrica de los culos, con lo cual habrán decidido con ayuda del 'big data' que sencillamente los primeros no son aceptables en sus redes. Culos sí, pezones no, como una pauta moral de lo que se puede y no se puede ver decidida desde California. Pues muy bien, pero resulta que la censura es la mejor publicidad por ese magnetismo que el ser humano siente por la fruta prohibida, algo ampliado exponencialmente en el territorio libertario de las redes sociales. Y por eso mismo ha pasado lo que tenía que pasar, es decir, que Instagram y sus recatados algoritmos han logrado con la censura y los 'hashtags' que la película de Almodóvar y su tierno pezón maternal se conviertan, al final, en lo más esperado del verano. Milagros de la contemporaneidad, sí.
Literatura
El bicentenario de Flaubert
A Sartre le gustaba criticar el universo burgués de Flaubert y la actitud contemplativa del escritor entregado exclusivamente al rigor de la concepción narrativa y al compromiso con su lector. Nada que haya impedido el reconocimiento de su gran literatura y de su crucial papel en el advenimiento de la novela moderna, algo que los lectores de 'Madame Bovary' entienden cuando el realismo de una doble moral burguesa se relata por un escritor que concilia la cabeza con el corazón. Este año se cumple el bicentenario del nacimiento de Flaubert, celebración que Francia conmemora con numerosos actos tan válidos para propagar su autoestima cultural como para recorrer sus escenarios inspirativos y su tiempo en la historia literaria, social y política. También, sobre todo, para leer o releer su obra y la perfecta construcción narrativa sobre un tiempo pasado que no desdibuja la inmensa vigencia de su obra.
Cine
Superhéroes cuestionados
Anticipado el despliegue de Disney ante el próximo estreno de películas del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), no extraña que vuelvan a surgir las voces que cuestionan este cine de superhéroes y taquillazos. Naturalmente el mayor cruzado contra este género comercial sigue siendo Martin Scorsese, quien reitera su tesis de que en esas producciones trabajan personas de mucho talento creativo y de que tienen un éxito incontestable entre la audiencia más joven, aunque en el fondo no son sino parques de atracciones audiovisuales que nada tienen que ver con el concepto del cine como revelación estética, emocional y espiritual donde se confronta la complejidad de las personas y sus naturalezas contradictorias o en las que se enfrenta lo inesperado en la pantalla o en la vida real. Tiene bastante razón Scorsese, aunque no debemos olvidar dos cosas: la primera, sí, que la definición del cine, de la cultura y del arte no es unívoca. Y la segunda, que el cine es en el fondo un negocio o, como decía Hitchcock, 400 butacas que hay que llenar. Y el mundo UCM las llena.
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