Juanjo Corrales
«Necesitamos estabilidad presupuestaria para seguir con un festival de categoría»A la cabeza del equipo de voluntarios que lo organiza, lamenta la falta de apoyo institucional a un certamen que atrae a más de 3.500 personas
Es el segundo certamen más antiguo de España de su especialidad, por detrás del que se organiza en Sevilla. «Ellos nacieron en 1981 y nosotros ... al año siguiente, igual que el de Tolosa», detalla Juanjo Corrales (Bilbao, 1963), director del Festival Internacional de Títeres de la capital vizcaína. Lleva nueve años al frente del equipo de voluntarios que lo organiza –«ninguno de nosotros cobra nada»– y no tiene intención de tirar la toalla. Al menos, si puede seguir trabajando al máximo nivel. En esta última edición han atraído a más de 3.500 personas, con 30 actividades repartidas por Bizkaia, la mayoría gratuitas, y se siente más que orgulloso. Sin embargo, hay una duda que le carcome. Sospecha que las instituciones no valoran su labor.
Publicidad
– ¿Con qué presupuesto han contado en la última edición?
– El Ayuntamiento nos dio 25.000 euros, una cantidad que probablemente no se ha actualizado en 15 años.
– Ya. Pero recibirán más de otras entidades.
– Claro, claro, esa cantidad da para cubrir los gastos de hoteles, comida y viajes. Para todo lo demás hay que buscarse la vida, apuntándose a convocatorias públicas. También conseguimos pequeñas colaboraciones de los ayuntamientos. Es un sinvivir. Hace poco más de 15 días el Gobierno vasco nos comunicó que no nos asignaba nada y la Diputación, cuando casi había terminado el festival, nos dijo que se nos adjudicaban 20.000 euros.
– Entonces ahora no se pueden quejar.
– Será lo comido por lo servido. Otras veces hemos tenido déficit y hay que meter la mano en el bolsillo. No es de recibo esta forma de trabajar. Necesitamos estabilidad presupuestaria para seguir con un festival de categoría. Hay que tener los recursos con antelación. Y lo digo pensando en el futuro. De aquí a tres años habrá un nuevo equipo, más joven, que no puede dejar su trabajo para volcarse en cuerpo y alma durante meses para obtener financiación. Esto no puede seguir así. Nuestra oferta es en su mayoría gratuita y tenemos un beneficio social indudable. Necesitamos más apoyo.
Publicidad
– ¿No han pensado montar un festival más modesto?
– Eso no lo voy a hacer. Yo quiero algo a la altura de esta ciudad. Y si no hay interés, más vale que las instituciones se ahorren el dinero o lo inviertan en otra causa. En España habrá unos 40 o 50 festivales de títeres y, en mi opinión, nuestra ciudad también se merece uno de categoría.
– ¿Tienen un público fiel?
– Sí, sí. Y no solo centrado en Bilbao. Nos hemos preocupado de descentralizar el festival y me llena de alegría saber que satisfacemos una necesidad de la gente que no puede pagarse una entrada de 22 o 23 euros en el Teatro Arriaga. Hay que pensar en todo el mundo.
Publicidad
– ¿Son los títeres un género menor?
– No, en absoluto. Hay cantidad de artistas plásticos y del teatro más contemporáneo que se están enganchando a la técnica de animación de objetos. El sector está en auge. ¡Fíjese en Europa! Es admirable el poderío de Francia, Italia y Alemania.
– ¿A qué responde tanto interés? ¿De verdad da tanto juego echar mano de un elemento inerte?
– ¡Muchísimo! El mestizaje artístico. Si introduces en un espectáculo un objeto que cobra vida, está claro que cambias radicalmente la percepción del público ante el espectáculo. Se puede jugar con un chal mientras bailas, pero en el momento en que el chal asume un rol en el número de danza, cuando se le ve como algo independiente, el enfoque ya no es el mismo. Te lleva a otra dimensión y aporta mucha complejidad.
Publicidad
– Siendo algo aparentemente muy sencillo...
– Ja, ja, ja, sí. Es muy tentador jugar con objetos. ¿Quién no lo ha hecho? Se trata de algo innato al ser humano. Coges algo, empiezas a moverlo y cuentas una historia... Es algo básico en todos nosotros. El teatro de títeres eleva a un nivel artístico esa tendencia que todos llevamos dentro. Por mucha inteligencia artificial que haya, nunca dejaremos en un momento de distracción de empezar a jugar con alguna cosa y hacer tonterías.
– ¿Cuántas compañías de titiriteros habrá en Euskadi?
– Yo diría que unas 50 profesionales. Es un sector potente. Ojalá tuvieran más relación entre ellas. En el País Vasco hay mucho nivel, piense en Marie de Jongh, Kulunka, Gorakada, Markeliñe y Anita Maravillas, que está entre las candidaturas a los Premios Max con 'Andereño', un homenaje a las maestras de la República.
Publicidad
– Mucha gente considera los títeres un entretenimiento infantil y nada más.
– Así es. Se les considera un recurso de educación primaria para entender el mundo jugando. Algo que está muy bien, pero, insisto, los títeres también tienen un nivel artístico. El público es intergeneracional. En nuestro caso, en todas las funciones que hacemos, siempre hay un coloquio con la gente. No queremos que sean meros espectadores. Los títeres tocan la fibra sensible y hay que saber encauzar esa energía. Se emocionan mucho más los adultos que los niños.
– ¿A qué atribuye esa debilidad?
– Los críos reciben estímulos, apenas tienen memoria y disfrutan del aquí y ahora con los títeres. Los adultos, en cambio, recuperan un nexo con la infancia y el juego, echan la mirada hacia atrás y se reafirman en que merece la pena vivir.
Noticia Patrocinada
Teatro independiente
– Usted estudió Magisterio. ¿Dónde se ha quedado la vocación pedagógica?
– Nunca la he perdido. Tengo una trayectoria azarosa pero coherente. Yo estudié Magisterio en Derio, soy más o menos de la quinta de Urkullu, que estaba en la clase de al lado. Pero enseguida me sumergí en el teatro independiente vasco. Trabajé con grupos como Cómicos de la Legua, Karraka, Cobaya y Akelarre. Luego me formé en Barcelona, en espacios como el Casal del Mestre, con la Escuela de Expresión del Bosque. Allí profundicé en la aplicación de las artes a la educación y a la sociedad.
– ¿Ha tenido ocasión de curtirse como titiritero?
– Por supuesto, empecé en Euskadi con el grupo Cobaya. Luego he trabajado de titiritero en múltiples ocasiones y también he sido payaso. Conozco muy bien el sector.
Publicidad
– ¿Por qué razón ha echado raíces en Grecia?
– En 1987 aterricé en Italia con una beca del Gobierno vasco para hacer un estudio sobre programas de juventud. Por circunstancias de la vida, terminé en Grecia por amor a una chica.
– Allí no le falta trabajo.
– No. Dirijo el Festival de Títeres de Kilkis, otro de artes de calle, un certamen de músicas del mundo, tutelo un par de eventos y... ¡no paro!
– Si en tres años el nuevo equipo asume la dirección del festival de Bilbao con un presupuesto estable, ¿tiene previsto soltar las riendas y desaparecer?
Publicidad
– No. Seguiré arrimando el hombro y ayudaré en todo lo que pueda. La única diferencia es que no lo haré en primera línea.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión