El tenor Ismael Jordi conquista el Euskalduna de la mano de 'La favorite'
El cantante aborda junto a la mezzo Silvia Tro Santafé la ópera íntegra de Donizetti, con la Euskadiko Orkestra dirigida por Riccardo Frizza
Es un lujo poder escuchar la versión íntegra de 'La favorite', con todas sus repeticiones y con el ballet del segundo acto incluido (aunque no ... se cuente con un cuerpo de baile profesional). Se trata de la primera vez que se interpreta la partitura original de Donizetti en España, con la Euskadiko Orkestra a las órdenes de Riccardo Frizza, y la apuesta tiene mucho de salto mortal. La batuta del maestro no desfalleció, basculando entre el estilo italiano y el francés, con bel canto a mansalva y momentos de austeridad solemne y religiosa, sin olvidar los concertantes multitudinarios que obligan a hilar muy fino con la sincronización. No hubo tregua desde la obertura, que suena a sinfonismo germano a la italiana –no en vano el compositor de Bérgamo era un devoto de Beethoven– hasta el final del acto cuarto que muy bien podría haber escrito el joven Verdi. Hay mucho que escuchar en 'La favorite' y la Euskadiko Orkestra estuvo a la altura.
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Los galones y experiencia de Frizza se hicieron valer y, pese a los escollos, se llegó a buen puerto. Nadie se jugaba el cuello pero sí la integridad vocal, sobre todo en el caso del tenor, que debe afrontar un papel de tesitura muy escarpada, a riesgo de despeñarse vocalmente, con notas espeluznantes y requiebros que exigen bravura. Y no solo eso, hay que dominar la 'sfumature', es decir, la capacidad para esfumar o diluir el sonido para retomarlo después, sin perder ni una sola palabra o sílaba por el camino. Dicho esto, anoche Ismael Jordi, un tenor de fina estampa y mucho duende, se echó a la espalda todas las dificultades y salió por la puerta grande.
Exdefensa central del Atlético Sanluqueño, era hábil con la cabeza y no ha perdido reflejos. Pisa firme y salta en el momento justo. El artista gaditano derrochó naturalidad y empaque, como si cantar fuera igual que respirar. Incluso callado, le acompañaba la música. Ya fuera con sotana o indumentaria de capitán, hizo posible lo imposible. Inyectó vida a raudales en el drama absurdo de 'La favorite', centrado en los amores de su personaje (el monje Fernando), radicado en un monasterio de Santiago de Compostela, y la 'favorita' del rey de Castilla (Leonor de Guzmán) que no solo consigue hacer flaquear su vocación religiosa, sino que también alienta su ardor guerrero para que empuñe la espada y luche contra los musulmanes. De reclinatorio fueron sus interpretaciones de arias como 'Oui, ta voix m'inspire' y 'Ange si pur'.
Los desatinos argumentales pasan a un segundo plano cuando se dispone de cantantes que parecen haber nacido para interpretar la ópera de Donizetti. Incluso el montaje de la regista argentina Valentina Carrasco, una coproducción del Festival Donizetti de Bérgamo y de la Ópera Nacional de Burdeos, no perturba excesivamente con detalles y propuestas de dudosa eficacia escénica. ¿Qué pinta una figura similar a la Virgen del Rocío en un monasterio de Santiago de Compostela? ¿Por qué las antiguas amantes de Alfonso XI o de su padre, Fernando IV, aparecen como ancianas ancladas en el pasado que se peinan y pintan para rendir pleitesía al monarca y se enfundan un tutú para bailar en el limbo?
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Madre de 10 hijos en la vida real
En esta representación se infantiliza a las viejas 'favoritas' y se las priva de cualquier otra perspectiva en la vida que no sea la de haber sido compañeras de cama del rey. Los cortesanos para más señas las maltratan y humillan. Si lo que se pretendía era reflexionar sobre el rol femenino en la tercera edad, el enfoque resulta discutible. Ya sea en los tiempos de Leonor como en los de Bárbara Rey, las mujeres privilegiadas por su estatus o proyección mediática se las han arreglado para salir adelante.
La propia Leonor de Guzmán histórica (1310-1351) tuvo 10 hijos con el rey y murió ajusticiada por orden de la viuda. De la fecundidad de la noble sevillana no se habla para nada en la ópera. Aparece como una chica incapaz de salir de la órbita lujuriosa del monarca, que sufre el desprecio de la corte y no se atreve a decirle a la cara al monje que es la amante de Alfonso XI. Solo se anima a confesárselo por mediación de su doncella, que no llega a transmitir el mensaje. El religioso sabrá demasiado tarde la verdad, cuando ya ha colgado los hábitos y se ha casado con ella.
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La mezzo Silvia Tro Santafé, que abordaba por primera vez 'La favorite', se amoldó con habilidad a un rol para voz grave, con un registro medio sólido y agudos penetrantes. No sonó matriarcal como sucede con timbres más cavernosos sino juvenil, en sintonía con un personaje que intima con Alfonso XI y cuando va a misa se enamora de un joven con sotana. La artista valenciana salió indemne de su debut como Leonor, aunque se echó en falta un canto más a flor de labios –al modo francés y no al italiano– en momentos imponentes como 'O mon Fernand, tous les biens de la terre'.
Lo mismo cabe decir de Vladimir Stoyanov que interpreta al monarca. El cantante búlgaro, que conoce y domina la versión italiana de la ópera de Donizetti, hizo gala de una línea de canto noble, en un papel que anticipa los roles de barítono verdiano, pero en francés sonó algo tenso y precipitado. Podía haber impactado más al interpretar 'Léonor! Viens, j'abandonne'. El bajo-barítono Simón Orfila, en cambio, convenció una vez más con una capacidad camaleónica, tanto vocal como histriónica, que le permite meterse hasta el fondo en todo tipo de roles. Es creíble lo mismo en papeles bufos como Don Pasquale –muy aplaudido en la ABAO– como ahora en la piel del prior Baltasar, que no hace más que despotricar contra las libertades sexuales de medio mundo.
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La sonoridad oscura sin acentos rocosos del intérprete menorquín no desentonaba en absoluto con la sutileza del acompañamiento orquestal. Con la cruz de la Orden de Santiago en el pecho y gesto adusto, exhibió un fraseo imperial en temas como 'Les cieux s'emplissent d'étincelles...'. Está claro que la calidad de los artistas –con un Coro de la Ópera de Bilbao muy entregado– compensó anoche los altibajos ocasionales de la partitura y libreto de 'La favorite', que a veces, seamos sinceros, toma derroteros muy trillados.
Dada la temática, es llamativo que apenas haya guiños a la música española, con la excepción de 'Bel raggi lucenti', el aria con coro del primer acto de Inés, dama de compañía de Leonor (muy acertada la soprano malagueña Alba Chantar). Y cumple sobradamente el tenor bilbaíno Mikeldi Atxalandabaso como Gaspar, un noble maquiavélico al servicio del rey. Para terminar, la guinda: no se sabe de qué muere Leonor, pero la joven no disimula su alivio porque Fernando, que finalmente ha jurado votos de monje, no cometerá «un sacrilegio» al estrecharla entre sus brazos. En fin.
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