La poco alegre vida de Waldo de los Ríos
Biografía. El periodista Miguel Fernández indaga en la trayectoria del músico que hizo fortuna con su arreglo de Beethoven en 1969 y que se suicidó de un tiro de escopeta a los 42 años
Una noche de 1960, un músico argentino alto y corpulento, que ha cruzado el Atlántico buscando dar un giro a su carrera, toma un tren ... en Madrid para dirigirse a Bilbao. En el compartimento viajan además dos soldados, un cura, una mujer enlutada y un joven estudiante. El músico ha visto el recorrido en un mapa y ha calculado que el tren tardará cuatro o cinco horas. Craso error. Después de una interminable travesía en barco hasta Barcelona, ha pasado por Madrid a hacer una gestión y ahora se encamina a Algorta. Allí va a encontrarse con Marta, la bella, inteligente y generosa mujer de la que está enamorado, que además es la hermana de su mejor amigo desde la infancia. Su idea es pedirle que se casen y lo acompañe a Colonia.
Publicidad
El compositor desciende del tren con un indefinible dolor en todos sus huesos y se sube a un taxi para ir al caserío donde la joven -que a su vez llegó hace un tiempo de Argentina para relanzar su carrera de bailarina- vive con una tía. Será esta quien lo reciba y le dé una toalla para que se seque porque se ha empapado con la lluvia. Así estará, mojado aún, cuando Marta baje de su habitación y casi sin atreverse a mirarlo le diga que no pueden casarse porque ella está embarazada... de otro.
La vida de Waldo de los Ríos cambió en ese momento. Porque Marta Carbia y su hermano Tommy eran el ancla al que aferrarse, la seguridad de un refugio para el tiempo de tormenta. Una tormenta que siempre llega, más intensa cuanto más grande es el éxito que la ha precedido. La que le tocó vivir al compositor y director argentino estuvo a tono con la explosión que protagonizó en todo el mundo en las últimas semanas de 1969 y primeras de 1970. Su arreglo del 'Himno a la alegría' de Beethoven, que interpretó Miguel Ríos, le reportó unos derechos solo en un año de cinco millones de dólares (lo que equivaldría hoy a unos 35 millones). Lo nunca visto. El disco se publicó en todo el mundo occidental y el sello que lo lanzó en España, Hispavox, comenzó a competir de igual a igual con los grandes de la música anglosajona. Detrás del milagro estaba un compositor inseguro, de sexualidad no asumida, poco dado a hacer amigos, ciclotímico en todo incluido su aspecto físico -engordaba y adelgazaba por temporadas-, tierno a veces y tirano no pocas, que fue amigo de Fellini y Michel Légrand y puso la banda sonora de las películas de Ibáñez Serrador. Que era capaz de escribir las canciones de la película 'La vida sigue igual' y la de la calabaza de 'Un, dos tres' y abordar a Beethoven, Mozart y Chaikovski con la misma naturalidad. Que llegó a tenerlo todo y un día, tras haberse aturdido con varios fármacos, se pegó un tiro en su casa de Madrid con una escopeta que había comprado porque le daba miedo el incremento de la delincuencia. La Policía encontró junto al cuerpo una casete en la que había grabado una conversación con su madre. Parece que la estaba escuchando cuando se quitó la vida.
Su éxito comercial no tiene igual en España: en 1970 cobró cinco millones de dólares de derechos
Le apasionaban los coches de alta gama y circulaba por Madrid a velocidades de vértigo
Testimonios y entrevistas
El periodista andaluz Miguel Fernández ha escrito 'Desafiando al olvido. Waldo de los Ríos. La biografía' (Roca Editorial, disponible en ebook), una investigación en las circunstancias de su vida a partir de numerosas entrevistas y testimonios sobre un personaje que fue pasto del olvido apenas unos meses después de su desaparición. El retrato de Miguel Fernández dibuja al hijo de una cantante de mediana fama y un hombre casado con otra mujer de la que nunca se separó. Un niño a quien no le gustaban las clases de Música pero que es obligado a seguirlas por la madre, a la que acompaña en sus actuaciones tocando el piano con pantalón corto. Un niño obeso, atildado, objeto de mil burlas, a quien lo que más le gusta es coleccionar maquetas de aviones y coches. Muchos años después, cuando le ría la fortuna, será propietario de varios coches de alta gama que conducirá por Madrid a velocidad desmedida.
Publicidad
Waldo de los Ríos conoció el folclore en las giras de su madre y recibió clases de Alberto Ginatera, grabó su primer disco a los 20 años, hizo arreglos para Los 5 Latinos y ya en España fue el artífice de los éxitos de Karina, Los 3 Sudamericanos y el primer Alberto Cortez. Suya fue la sintonía de 'Escala en Hi-Fi', el programa con el que TVE buscaba un acercamiento a unos jóvenes que aspiraban a mayores cotas de modernidad. Es el momento de la creación del sello Hispavox, cuyo éxito sería irrepetible.
La idea de abordar un arreglo de Beethoven llegó en un momento complejo en su vida personal. Unido a la actriz y escritora Isabel Pisano, esta quedó embarazada, abortó y protagonizó un intento de suicidio. Waldo de los Ríos no estaba convencido de la conveniencia de un matrimonio pero finalmente la boda se celebró. Con todo, la convivencia tuvo mucho de intermitente: Pisano quería desarrollar una carrera en el cine y se trasladó a Roma, donde alquiló un piso al lado de la residencia de Federico Fellini. Más de una vez, cuando iba a verla, el compositor cenó con el director y su esposa, la también actriz Giulietta Massina. No fue su único contacto con el cine internacional, porque Kubrick llegó a proponerle un arreglo de Beethoven para 'La naranja mecánica', que finalmente haría Walter Carlos.
Publicidad
Son los años de la locura del 'Himno a la alegría', que primero iba a haber cantado su amigo Tommy Carbia (llegó a grabar su versión), más tarde Alberto Cortez y finalmente el 'gordo' le tocó a Miguel Ríos. Una locura que lo introdujo en una espiral de grandes gastos (adquirió una enorme mansión en la periferia de Madrid), obligándolo a fijarse objetivos comerciales comparables en sus siguientes proyectos. Lo que era imposible.
De forma paralela, Isabel Pisano se convierte en amante de un productor italiano y él descubre la otra cara de su sexualidad con un joven empleado de un hotel. De fondo, una madre dominante, un sello discográfico que aprieta, unos socios artísticos en quienes no confía, un precario equilibrio psíquico. Hasta que el 28 de marzo de 1977 -cuatro días antes del estreno de una de sus obras en Berlín- hubo un disparo. Después llegó el gran silencio.
Publicidad
«Su enorme éxito fue su verdadera condena»
Su legado fue rápidamente olvidado porque el mundo que él dejó cambió de manera radical en solo cinco años, dice el autor
CÉSAR COCA | BILBAO
Miguel Fernández (Granada, 1962) articula su biografía en torno a una pregunta que se repite de la primera página a la última: ¿por qué se suicidó Waldo de los Ríos?
- Estamos ante un personaje muy complejo, o eso se desprende de su biografía.
- Se superponían varios personajes: el amigo leal, que lo es para Tommy; el creador ambicioso que está en un mundo inferior al que cree que le corresponde; y un cierto complejo por ser hijo de una artista y un hombre que estaba casado y que se negó a irse con ella. Hay varios Waldos superpuestos. Y uno que desconfiaba de todo el mundo.
- Su origen es humilde, pero cuando obtiene un enorme éxito con el 'Himno a la alegría' se adentra en una espiral de gasto desaforado: grandes casas, coches...
- Busca el dinero porque piensa que teniendo una posición fuerte podrá prescindir del trabajo más comercial y dedicarse a componer obra seria. Pero Hispavox le pide más, porque eso formaba parte del sistema. Le obligan a ganar más y más y se ve asfixiado en ese juego. Si esto fuera un cuento, esa sería la moraleja: su gran éxito, su enorme éxito, fue su verdadera condena.
- En los años setenta, su homosexualidad sería un problema, tanto en España como en Argentina.
- Es parte de su lucha contra el sistema. Él había convivido con sus impulsos sexuales sin que se despertaran de forma clara; cuando la homosexualidad cobra fuerza es cuando de manera paralela su mundo personal empieza a derrumbarse.
- ¿Por qué se da un olvido tan rápido de su legado?
- Porque España cambia de manera extraordinariamente rápida entre marzo de 1977 y octubre de 1982, cuando los socialistas ganan las elecciones. En esos cinco años largos se modifican la manera de entender la música, el trabajo de los sellos discográficos, incluso la propia aceptación de la homosexualidad. Y luego el suicidio le proporciona un manto de invisibilidad que se manifiesta incluso en los dos funerales, en Madrid y Buenos Aires, a los que apenas asistió nadie. La suya fue una muerte muy incómoda, al tiempo que todos los artistas que habían sido muy relevantes en el final del franquismo fueron borrados en beneficio de otros más intelectuales... En Italia pasó algo parecido con Luigi Tenco. Aquí hasta Miguel Ríos tuvo que reinventarse, y Raphael ha tenido una larga travesía del desierto. La movida lo arrolló todo.
- ¿El 250 aniversario de Beethoven, junto a este libro y el anuncio de un lanzamiento recopilatorio de sus grabaciones pueden terminar por hacer justicia a Waldo de los Ríos?
- Waldo se fijó en Beethoven, cuya sexualidad es dudosa, y lo hizo en Chaikovski, que no lo es. Por supuesto, no es casualidad. Si vuelven Beethoven y Waldo es por mor de nuestra memoria, y hablo del tiempo de mis padres y de mi adolescencia. Para mí, abordar esta biografía ha supuesto una reescritura de nuestras vidas. Luego ya veremos lo que sucede con Waldo de los Ríos y su legado.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión